El amor romántico.

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Las siguientes ideas parten de mis estudios de género y explican muchos de los sufrimientos del amor. Estarás de acuerdo conmigo en que esta relación te frustra porque te sitúa entre la espada y la pared: o bien te sometes o te dejará.
Independientemente de que seas un hombre, una mujer, de que estemos hablando de una relación con personas del mismo sexo, puedo partir del esquema de amor dominante y amor subordinado para ofrecerte una explicación de por qué sufres en el amor.
El amor romántico tiene una serie de axiomas, verdades absolutas, que vale la pena poner en cuarentena.

El amor todo lo puede. El amor de verdad supera todas las dificultades.
Fíjate en qué te convierte esta visión del amor: en una luchadora impenitente, en una trabajadora heroica con la prioridad absoluta de que la relación funcione o empiece.
Si tu papel es el de la de máxima responsable del éxito de la relación, tienes un problema importante: te subordina, y si finalmente no funciona va a afectar de un modo terrible tu autoestima, porque has hecho de este amor tu gran misión vital.
También debes tener en cuenta la socialización diferencial. Significa que las mujeres aprendemos e interiorizamos valores. Desde niñas se nos promueven actitudes, se crean expectativas hacia nosotras y se esperan comportamientos típicos de la sociedad en la que hemos nacido. Así es como adquirimos identidades diferenciadas de género. Ésta es la explicación de la famosa frase de Simone de Beauvoir cuando dijo que una mujer no nace sino que se hace.
A los hombres en general se los orienta hacia la acción, el mundo social y exterior, y a las mujeres a la esfera privada, afectiva, y a la intimidad. Históricamente, el amor es la gran especialidad femenina.
¿Quieres alguna frase sobre el amor de grandes hombres? Bonaparte definió el amor como la ocupación del holgazán, la distracción del guerrero y el escollo del soberano. La Bruyère dice que una mujer oculta a un hombre toda la pasión que por él siente, mientras él finge por ella una pasión que está lejos de sentir. Byron dijo que el amor es en la vida de un hombre una cosa aparte, pero en la mujer forma toda su existencia.
En cambio, es una mujer, Laure Conan, quien dijo: «Nada es pequeño en el amor: aquellos que esperan las grandes ocasiones para probar su ternura, no saben amar».
A pesar de los grandes avances sociales, toda esta amalgama tiene una enorme fuerza en nuestra identidad y en cómo vemos y vivimos el amor, el enamoramiento y la relación de pareja. El amor, de esta manera, sigue siendo el eje principal de la vida de muchas mujeres.
Tenemos muchas presiones sociales de las cuales no somos conscientes. Se nos inculca el amor como una misión vital y el único refugio en un mundo solitario con el peligro constante de convertirnos en «una solterona». Como dato anecdótico, observa cuántas películas actuales tratan de bodas y del deseo femenino de casarse.
Por tanto, considera que tal vez no sea tan genuina, tan auténtica, tan propia de ti, esta visión del amor que tiene que ver con entrega incondicional, autorrenuncia, sentimiento de protección y cuidado del otro —las mujeres nos ocupamos del 80% del cuidado de los ancianos y niños de una familia— por encima de las propias necesidades y deseos, y el imperativo de conservar, mantener o crear vínculos de pareja por encima de cualquier otro tipo de relaciones de afecto.
He adaptado en las relaciones de amor lo que los estudios de género califican como pseudomachismos camuflados, así como otras formas de control que he detectado en las relaciones de pareja. Aquí encontraras formas de sometimiento, de control, de inferiorizar al otro que se llevan a cabo en eso que algunos llaman amor:

intimidación de que te puede abandonar
Sientes que si no te comportas como «debes» puede dejarte. Te sometes con tal de que no te abandone. Tal vez te haya abandonado, y quizá incluso tenga sus razones para ello, pero lo que no tiene perdón es que tú te abandones a ti misma.

Las microbombas afectivas
Es un control oculto que ya he mencionado y que me parece un elemento clave en el mal amor, así que, dada su gran importancia, voy a desarrollarlo un poco más. Son maniobras camufladas —no evidentes ni valientes ni claras— que siempre envían el mismo mensaje: «no te quiero, no te necesito, no te priorizo». Este tipo de acciones revierten en la propia autoestima; generan pensamientos de confusión, culpa, dudas; favorecen el descenso de la autoestima y la propia confianza. Por ejemplo, vais a cenar juntos, se encuentra un conocido y se pasa más de media hora hablando con él sin hacerte el menor caso y ni siquiera te presenta a la persona con la que se ha encontrado.
Como bien sabes, sólo puedes:

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