La verdadera libertad siempre

37 5 0
                                    

te conduce a la mejor opción

Voy a pedirte algo muy difícil: que dejes de lado aquello que te sale espontáneamente.
Aunque te parezca lo contrario, no es tu verdadera naturaleza. Tienes un fuerte anclaje de hábito y de relacionar causa y efecto que pueden haber distorsionado tu verdadero yo. No puedes empezar este proyecto si continuamente estás sufriendo porque no puedes llamarlo o escribirle y no dejas de estar pendiente de él. ¿Quieres esta libertad? ¿Te sientes más cerca de tu propia vida enfurruñada y obsesionada con alguien? ¿Quieres seguir estando triste, cansada, luchando con algo sin formas, sin asideros, sin nada a lo que agarrarte? El desamor no tiene manos tendidas, sólo hay formas contradictorias y ambiguas de no demostrarte si te quiere. Y es mejor el silencio y el vacío que alguien que se halle lo suficientemente lejos de ti para que no lo tengas y lo suficientemente cerca para que no lo olvides. También es típico de las actitudes del narcisista zombi: a pesar de no poder apostar por nadie, le parece inteligente dejar diferentes caminos abiertos por si alguna vez quiere retomar alguno de ellos. Prueba a cambiar por completo de mentalidad: precisamente, porque eres libre, porque sabes lo que quieres, porque tienes claras tus prioridades, no te tiene atrapada por cuatro mensajes de móvil y un par de citas al mes. No eres la desgraciada esclava sometida a la contradicción de estar enganchada a alguien a quien en el fondo no respetas, porque alguien así, tan poco generoso, que aparenta amarte sin hacerlo, es alguien que en el fondo no te gusta. Es posible estar enamorada de alguien que ni siquiera te cae bien, a quien no respetas. Pero ahora vas a empezar a ser alguien libre, dueña de ti misma, que no se dejará arrastrar por la campana del SMS ni el timbre del teléfono, momentos que no valen casi nada y que te apartan de ti. En una época no demasiado lejana, cuando los móviles no tenían el protagonismo actual, María se pasó un fin de semana sin poder tender la ropa por miedo a no oír el teléfono. Así que se quedó desde el viernes hasta el domingo sentada junto al teléfono, sufriendo por si éste no funcionaba o por si algún ruido evitaba que lo oyera cuando sonara. El domingo por la noche estaba con la ropa mojada y sin haber recibido su llamada. ¿No se te ocurren formas mejores de pasar un fin de semana?
Como ya he comentado, estamos sumidos en un constante culto a la emoción, deseamos que un sentimiento o un apetito nos arrastre y absurdamente lo interpretamos como lo más auténtico; lo que más nos hace sentir parece ser lo más irrenunciable. ¿De veras lo mejor para ti es lo que te arrastra sin hacerte feliz y vulnera tu libertad y dignidad? ¿Lo que te impele es más importante que lo que verdaderamente te motiva?
Rotudamente, no: redefine tu concepto de libertad. La verdadera libertad es poder escoger, y nadie es de veras libre si no puede elegir aquello que sabe, sin la menor duda, que es lo mejor para él. En esto de la pasión hay dos modelos. Uno es el romántico, que para que te hagas una idea es el de Cumbres borrascosas, en el que todos son víctimas de una pasión desaforada, de un amor tan grande que es imposible no vivirlo. Son sujetos víctimas de pasiones indomables.
El otro es el modelo clásico. En los clásicos, en cambio, entre los antiguos griegos y romanos, el ideal humano era ser dueño de uno mismo. Poseerse verdaderamente, tener un yo elevado que observa el mundo y elige sólo lo que es digno de él, lo mejor. Si estableces lo más auténtico y genuino como un sentimiento o apetito que te arrastre, entonces no eliges. Pero recuerda cómo es el auténtico amor: te permite crecer, no te tiene obsesionada y paralizada. No lo dudes: tu verdadero yo no es el que se entrega automáticamente, sino el que hace lo que de veras quiere, sin automatismos inevitables.
Un amor «inevitable» hacia alguien que no tiene categoría personal y que no te quiere ni te trata como te mereces debe convertirse en un amor descartado. Tienes la misión de salir de esta trampa. Te lo debes, parafraseando a la poeta Maria-Mercè Marçal: «Tienes dentro de tu cabeza una cabeza enamorada, matriz sin camino, darla a luz te mataría; conservarla en ti te haría morir». Debes conseguir acabar con esta parte de ti sin destruirte. Un objetivo difícil pero absolutamente necesario.
El amor de tu vida sólo es una historia de alguien que se relacionó contigo sin tener claro que te amara lo suficiente (o bien sin tener las capacidades necesarias o bien porque tenía otros intereses vitales…; al final, todo viene a ser lo mismo). Habéis compartido experiencias que habéis decidido vivir de modo diferente: tú has cometido el error de asociarlo al amor de tu vida, creíste ver el amor, pero nunca es amor si sólo lo ves tú. Si uno de los dos no ama, el que no ama vence; su poder es infinitamente mayor. Sólo entregándote a esta realidad vas a dejar de sufrir. A partir de ahora, el mundo ya no puede seguir siendo un signo o un fenómeno; no puedes seguir rastreando huellas que te acerquen a él. Quítate la ropa sucia, el polvo; límpiate las heridas; la batalla ha terminado. Ser vencida por la realidad forma parte del difícil arte de vivir y del dolor que entraña la sabiduría. Entrégate a lo que es, libérate de la sensación de sentirte abrumada por una realidad en la que ningún fonema ni sentimiento conseguirán abrir la más mínima grieta. ¿Vas a custodiar un amor que tan sólo a ti te pertenece? Es como si te quedaras velando un cadáver hasta el fin de tus días. Entiérralo, vive el duelo, honora su recuerdo, pero no lo confundas con el sentido profundo y futuro de tu vida. ¿Algo de ti te dice que vuestro amor era verdadero? ¿No puedes alejar esta certeza de tu mente? Entonces, si es amor verdadero nacerá de una responsabilidad compartida, de un amar y ser amado. Pásale a él el cometido de convencerte mientras te entregas con sinceridad a la verdad de que el amor que viviste no era cierto. Si te equivocas, luchará por ti, intentará convencerte, te ofrecerá propuestas de amor indudables y, con el tiempo y la dedicación suficientes, logrará que olvides esta certeza y la sustituyas por otra más auténtica: que te ama. Pero alguien que te ha colocado en la indigencia es muy difícil que te convierta en una reina. Pero sí, quédate con ello: conserva el remoto camino, altamente improbable, estrecho y recóndito que ya sólo depende de él tomar. Éste es el rastro que deja la realidad por si acaso se equivoca, aunque, si la verdad a la que te has entregado es cierta, jamás tomará este camino. Es un pacto justo; entrega las armas, la resistencia… e inicia una etapa resplandeciente de bienestar y paz, lejos de campos de batalla llenos de sueños, ilusiones intangibles y sombras negras.

⠀El Amor No Duele.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora