Capitulo 1: Una tarde inexplicable

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Espero hoy tener algo de suerte. Miro constantemente el reloj, las docenas de personas sentadas esperando lo mismo que yo espero y la espera de hace eterna. Cruzo los dedos rogando obtener el puesto. De reojo miro las hojas profesionales de varios de los aspirantes y me quedo corta. Joder, es que soy una tonta creyendo que conseguiré trabajo y más en un sitio como este. Otro día más en el que no me llaman, otro día perdido y otro día en el que siento que todo se me viene encima, comenzando por mi mamá. Como le dire que otra vez estoy sin empleo y que no tengo ni idea de cómo hacer para conseguir otro. Desganada salgo de la agencia de empleos y bajando dos o tres escalones suelto un suspiro intentando que nada me arruine el día.

— ¿Conseguiste algo?

Sonrió tenue negando con la cabeza

— No, no conseguí nada Lucas.

Besa mis labios intentando darme algo de apoyo replicando.

— Sabes que cuentas conmigo y que...

— Lo se, pero no porque seas mi novio tengo que dejar que me ayudes en todo. Además, quiero trabajar, necesito trabajar. No fui a la universidad por nada.

Seguimos caminando por las calles de la cuidad y yo solo le doy vueltas al asunto de no tener trabajo. Nos sentamos en un café y el no deja de mirarme con algo de posesion. Agarra mi mano algo ceñudo.

— Gardenia, todo sería distinto si aceptaras casarte conmigo.

— Estas bromeando ¿Cierto?

— De momento si, aunque no sería loco que quiera casarme contigo. Te amo, llevamos cuatro años juntos, aún así no he tocado tu piel respetándote. ¿Que más prueba quieres? Me tienes loco.

Yo no puedo pensar en otra cosa que no sea mi mamá y el empleo. Me siento mal en no pensar en nuestra relación como Lucas siempre lo ha hecho. Desde que lo conozco, no hace más que desvivirse por mi y por mi madre para darnos lo mejor aunque en reiteradas veces se lo niegue por orgullo. Tras tomarnos un café y hablar como todas las tardes de nuestros tantos planes juntos, regreso a la casa y a pesar de la debilidad de mamá, ella está de pie preparando la cena. Intento detenerla pero con ella es imposible.

— Mamá, deja eso. Anda ve a la cama.

— No, quiero hacer la cena. Al menos déjame sentirme útil en eso.

Tumbándome en el sofá resoplo

— No estas para esos trotes mamá.

— Gardenia, no te preocupes tanto por mi. Más bien preocúpate por ti, por tu vida. Por lo qué quieres hacer en realidad con ella.

— Mamá, estoy desesperada. Llevo semanas buscando empleo y no consigo nada. Quizá lo mejor es que nos regresemos a nuestro pueblo. Al menos allá conozco y puedo hacer que...

— No, no regresaremos. No puedes darle la espalda al problema a la primera. Conseguirás trabajo. Ya verás.

Miro las flores frescas que ha comprado para la mesa. Sonrió al ver que ha comprado como siempre, gardenias. Además de ponerme por nombre el nombre de la flor, ella inunda la casa con gardenias. Siempre le han gustado y se ha convertido a su vez en mi flor predilecta.

— Sabes, pensé en buscar trabajo como terapista física. Aunque no me guste eso, es lo que estudié y de algo tiene que servirme. Mañana iré a añadirlo a mi hoja profesional.

Mamá sonríe y como siempre, me apoya en todo. Sé que le duele cada día más, su enfermedad aunque intente disimularlo con una sonrisa. Buscando conversación, pregunta por Lucas y yo no sé porque desde hace unos días le he perdido interés al tema.

180 días para soñar (PAUSADA TEMPORALMENTE)Where stories live. Discover now