Capitulo 12: Atenas

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No he querido abundar en su decisión. No ha dicho una sola palabra en todo el viaje. Ni siquiera cuando llegamos a Grecia. Ha estado pensativo, ido, diría que hasta frustrado. Hemos llegado a una cabaña a las afueras de la ciudad muy hermosa. Todo es rural, alejado de todos y todo, muy acogedor. Arrastro las maletas hacia la sala de estar y Nathan sale al balcón a mirar el bosque algo distraído. No se que hacer ni cómo actuar. Pensé que iríamos a un hotel, pero jamás pensé que terminaríamos quedándonos en este lugar.

— ¿Puedo preguntar?

— ¿Que quieres?

— Está cabaña es muy hermosa, pero pensé que nos quedaríamos en un hotel.

— ¿No te sientes a gusto?

Aprieto los dientes algo nerviosa

— Si..., bueno..., no. Es decir, no imaginé que estaríamos en un lugar así. ¿Puedes decirme cuál es mi habitación?

Serio responde

— Elige la que gustes.

Agarro las maletas y tomándole la palabra busco una habitación. Si, necesito estar algo a solas para bajarle a los nervios. No debería sentirme así, no tengo porqué pero no logro evitarlo. Elijo una habitación adyacente con un pequeño manantial de vista. Me detengo por un momento a observar algo distraída. Miro hacia abajo y veo a Nathan salir a la terraza con una copa de vino mirando hacia la nada. ¿Qué le ocurre? Siento que adelantó su viaje de negocios para alejarse de todo y de todos. Sin poder seguir con esta indiferencia que solo hace que el aire se torne tenso, bajo a buscarlo.

— Estás huyendo de ella, ¿Cierto?

Se gira patidifuso

— ¿Y a ti que te importa?

— Mucho, me importa porque soy yo la que está aquí aguantando tus malos tratos. Al menos, dime que vamos hacer aquí a parte de esa reunión de negocios.

— Nada más.

— ¿Viajas y no conoces los lugares a donde vas? No sabes cuánto daría yo por poder conocer el mundo, por alcanzar a ver cosas que sé que pronto no podré.

— ¿A qué te refieres?

Dándome cuenta de la idiotez que acabo de cometer tartamudeo

— Es solo un decir. Por lo pronto, pienso que debemos salir de aquí. Hacer algo, no puede ser que pretendas que me quede aquí sin hacer nada.

Encoge los hombros con frialdad

— Nadie te está atando, puedes salir si lo deseas.

— Eso mismo haré. No pensé que fueras tan aburrido además de egoísta. ¡Adiós!

Bien, un loco impulso me hace llegar a la ciudad de Atenas y no sé hablar griego y no tengo idea de donde coño estoy parada. ¡Genial! Camino por las cayes algo temerosa y perdida. Pensé que sería fácil entrar en esa coraza de Nathan pero creo que moriré antes de que pueda lograrlo. Me siento en una banca frente a una estatua muy alta exhausta y con algo de dolor de cabeza. Levanto la mirada hacia el cielo, es tan claro, tan hermoso, no puedo evitar sonreír y al mismo tiempo sentir una intensa amargura en mi interior. Por un momento había olvidado que estoy muriendo con cada día qué pasa.

— ¿Te gustaría conocer Atenas?

Levanto la mirada y al ver a mi lado a Nathan no puedo evitar quedarme con la boca abierta con cara de tonta. ¿Como me consiguió?

— Pensé que no querías salir — Burlo

— Hay algo en ti, hay algo en tu mirada que me impide decir "no" y no sabes cómo me jode no poder evitarlo. Anda, vamos a ver Atenas.

180 días para soñar (PAUSADA TEMPORALMENTE)Where stories live. Discover now