Capitulo 9: Una pregunta tragica

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— Gardenia..., ¡Gardenia!

Parpadeo un par de veces saliendo del trance. Mamá está frente a mí y yo no he probado bocado de la cena. La verdad es que no tengo nada de hambre, las náuseas no paran y solo pienso en cómo hacer para ocultar todo esto. Más cuando mamá me ha preparado mi plato favorito y no encuentro manera de decirle que no quiero comer.

— Disculpa mamá, estaba algo despistada. Por cierto, tienes que contarme cómo vas con el señor Coleman.— Algo nerviosa se lleva un bocado a la boca — Mamá, es tonto que finjas conmigo, sé que tú ese hombre se aman por más que tú te empeñes en decir lo contrario. Además, no veo nada de malo que hagas tu vida y tengas compañía.

Ceñuda niega con la cabeza negándose a la felicidad..., otra vez. Es como si fuera alérgica al amor, a la felicidad. Se ha acostumbrado al dolor, a conformarse con lo gris y eso me desespera.

— No Gardenia, no hay nada entre ese hombre y yo. Es..., fue solo otro cliente más.

— Mamá, tengo veintiún años, no soy idiota. No soy la niña que engañabas hace años atrás. Recuerdo a Adam, ese hombre es diferente a los demas, lo que no sé si fue igual de especial que lo fue mi papá.

Traga saliva nerviosa, deja caer su tenedor y carraspea buscando algo convincente que responder. Sus excusas están gastadas, ya no sabe qué decir, ya no sabe que inventar respecto a mi padre.

— Ya hemos hablado de ese tema. No tienes padre y punto Gardenia. Me enoja repetir lo mismo.

— Tengo que irme. Mañana tengo que ir a..., tengo un compromiso muy temprano. Buenas noches

Subo casi corriendo a mi habitación muriendo de enojo por dentro. Literalmente estoy muriendo y quisiera saber quién demonios me engendró. Pero mamá prefiere llevarse ese secretito a la tumba. En fin, mañana es otro día, cada vez falta poco para el viaje a Grecia con Nathan y eso me tiene al filo del infarto. Sigue insistiendo en que de alguna manera haga que Sandra vuelva a voltearle a ver, eso me quiebra pero se lo he prometido, tengo que ayudarle. Me siento en mi escritorio buscando la manera de ayudarlo y luego de pensar y pensar entro en el buscador de la web más información sobre la tal Sandra. Es una modelo muy reconocida y algo de información debe haber en el internet. Veo cientos de fotos de Nathan con ella en la web, ¿Por que siento que me enoja?

— A Sandra Palacios le gusta..., le gusta la ropa de diseñador, vinos de carísimas cosechas, también el arte, la moda y sobre todo, le gusta pasear en lujosos yates en las islas del mediterráneo. ¿Por qué no me extraña?

Agarro el móvil algo indignada para marcarle a Nathan. Responde con frialdad y algo de enojo.

— ¿Que se te ofrece?

— Tengo que hacerle una pregunta, más bien comentarle una idea que tengo.

— Después, es mi hora de lectura.

— Solo necesito saber si tiene algo que hacer mañana

— Solo tengo una comida con un cliente. Nada más.

— Vale, no le quito más tiempo. No haga compromisos para mañana. Comenzaré a cumplir con mi parte de nuestro trato. Linda noche.

Termino la llamada antes de que las emociones me ganen. Dejo el móvil a un lado perdida en un mar de emociones, sentimientos que comienzan a surgir en el peor de los momentos, ciento ochenta días antes de mi muerte. Hago otra llamada y no sé cuál es la más dolorosa, si está o la que le hice a Nathan hace unos minutos.

— Buenas noches, Reed's designs, ¿en qué puedo servirle?

— Buenas noches, habla Gardenia Williams, necesito que envíe un arreglo de flores a la dirección que le voy a dar junto con una nota.

180 días para soñar (PAUSADA TEMPORALMENTE)Where stories live. Discover now