Capitulo 15: Paracaidas

1.4K 158 31
                                    


— Tenemos que hablar

Aprieto los dientes quedándome callada por un momento. Su voz me demuestra que se ha arrepentido de haberme hecho el amor hace unas horas. Está distante, frío, cortante. Bajo la cabeza respondiendo

— ¿Que quieres hablar?

— De lo que ha pasado hace un rato.

— Te arrepientes, es eso.

Con gelidez asiente con la cabeza.

— Si

— Y lo dices así..., sin vergüenza. Mírame a los ojos, a los ojos y dime que es cierto.

Vuelve a repetirlo sin mirarme a los ojos pero no, no me quedo con eso. Lo obligo a que me mire a los ojos y esta vez vuelvo a verlo a preguntarle mirándolo fijamente si realmente se ha arrepentido.

— Repítelo, anda, hazlo.

— Gardenia, aléjate de mi. No soy un hombre que pueda amar, mucho menos que puede ser normal como cualquier otro. Ni siquiera en el sexo, un fracaso.

— Para mi eres maravilloso, me ha encantado que me hicieras el amor, me hiciste sentir mujer Nathan.

Sujetándome con fuerza y hasta algo de desprecio intenta convencerme de lo contrario.

— Eras virgen, qué diablo vas saber de sexo..., no tienes idea de nada. Olvida lo que pasó porque fue un error. Recoge tus cosas, nos regresamos a Canadá.

— No puedes pedirme eso, acabas..., acabas de hacerme el amor, de decirme cosas que jamás olvidare y tu solo pretendes que lo borre, que haga de cuenta que ¿no pasó?

Agarrando su abrigo camina hacia la salida de la cabaña respondiendo con amargura

— Si, es lo que quiero Gardenia. Haz tus maletas.

Azota la puerta con fuerza. Sin poder cambiar algo en todo esto, subo a la recámara para hacer las maletas. Entre lágrimas y dolores constantes empaco todo. Una que otra vez pierdo la vista, en momentos todo se pone borroso y tras parpadear un par de veces logro aclarar un poco la vista. Mi móvil suena, atiendo la llamada para cruzar palabras con un representante de mi médico. Insisten en que al menos tome un tratamiento para mejorar la calidad de vida y evitar los síntomas hasta que ya mi cuerpo no resista la enfermedad. Me niego rotundamente, nada hará que cambie mi destino, mucho menos logrará que este dolor del alma desaparezca. Con furia lanzo la maleta al suelo tumbándome al suelo entre lágrimas. Me arrincono quedándome ida por un momento. Solo pienso en qué hacer, en qué hacer para llegar a la nobleza de Nathan. Pasan unas horas, Nathan regresa algo más sereno y al verme con las maletas hechas se torna algo triste.

— ¿Estás lista?

— Si, pero no regresaré a Canadá contigo. Tengo planes, quiero.... quiero conocer ciertos lugares antes de que ya después no pueda hacerlo. Por lo tanto, renuncio a seguir trabajando con usted. Tiene razón señor Bouchard, fue un error lo que ocurrió. Y por nuestro trato, lo relevo del mismo. Ahora por favor, déjeme ir.

Impulsivamente cierra la puerta negándose a dejarme ir. Se aferra a mis labios buscando una respuesta en los sentidos dejando de lado la razón.

— Discúlpame, soy..., soy un imbécil. Al menos déjame cumplir con nuestro trato. ¿A donde deseas ir? Iré contigo.

— No creo que...

— Iremos a donde desees.

— Iré a Francia. Nunca he ido a París y deseo conocerlo. Solo deseo ir allá.

180 días para soñar (PAUSADA TEMPORALMENTE)Where stories live. Discover now