Capítulo 3

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23 de marzo de 1816

Me levanté temprano, donde vi a mis bebés acostados, durmiendo plácidamente en su cuna, mi madre me dijo que necesitaría una nodriza, pero yo no estaba tan segura de querer una, le dije que aún tenía que pensarlo.

Me levanté, aún sentía dolor en mi cuerpo pero ya no quería seguir acostada. Después de unos momentos, entró mi madre para ayudarme.

—¿Cómo te sientes?—preguntó al mismo tiempo que me apoyaba en ella para ponerme en pie.

—Bien, supongo, pero ¿dónde está mi tía? No la escuché entrar por la noche, sólo durmió la señora Smith.

—No pasa nada hija, creo que es mejor que la dejemos en paz por un tiempo.

—Está bien.—dije sospechando qué sería.

—Bueno, creo que es hora de ayudarte.—dijo sonriente levantando a mi bebé para entregármelo, y luego ella levantó a la niña.

Lo sostuve y una sonrisa escapó de mi cara al ver su carita, era perfecto; jamás pensé sentirme de esa manera, todo aquel insoportable dolor valió la pena si mi recompensa había sido esta, tener a mis bebés por fin conmigo. Miraba su cabello negro, ambos lo tenían, y al parecer, los ojos grises de Damien también.

Mi madre me enseñó a alimentarlos, cambiarlos y me dijo que dentro de un par de días más, sería su primer baño. Yo sólo la miraba con asombro, pues ella había tenido tres hijos, y nos había cuidado bien, yo tenía temor a hacer algo mal y que les pasara algo, eran tan pequeños y frágiles, ellos sólo me tenían a mí, realmente.

—¿Ocurre algo Camille?—preguntó al ver que se borraba mi sonrisa.

—Es sólo que no sé cómo lograste cuidarnos, siento miedo, madre.—le dije mirándola con algunas lágrimas en los ojos.—No sé si lo haré bien, no sé si realmente esté lista, yo no no lo sé. Oh, por Dios.—tapé mi cara con una mano y con la otra lo sostuve.

Sentí una de sus manos acariciar mi espalda.—Relájate Camille, lo harás bien, ¿crees que todas sabemos cómo cuidar a nuestros hijos? No, nadie lo sabe, todas aprendemos con el tiempo, a cuidarlos y protegerlos, para eso estamos Camille, sé que tal vez pienses que será difícil, y no digo que no lo sea, pero ellos te necesitan, eres su madre, la que verá por ellos siempre y los cuidará de todo, no importan las circunstancias, sé lo que estás pensando pero tienes miedo a decirlo, ¿qué haré sin Damien? Camille, estoy segura de que un milagro ocurrirá y él volverá, pero debes de ser fuerte, tus hijos te necesitan, y también tu marido, quien pasa por una etapa difícil, sin saber que eso ya pasó, debes de ser fuerte, y sé que tú lo eres.

Lloré, sabiendo que era cierto, tenía que ser fuerte, aguantar el dolor, los golpes que vinieran en el camino, pues un milagro tenía que ocurrir y cada día oraba por eso, por un milagro, que Damien supiera de nosotros, me dolía el solo pensar la hermosa etapa que él se estaba perdiendo, siempre imaginé a Damien a mi lado, mientras estaba embarazada, mientras ellos nacían, lamentablemente eso no ocurrió, pero aún esperaba que esté a mi lado mientras ellos crecen.

—Tienes razón.—limpié las lágrimas.—Tengo que ser fuerte, ya sabré qué hacer respecto a Damien, pero ahora tengo que ver por ellos.

Vi la sonrisa de mi madre, al verme.

Me volví a dar un baño y me cambié, después volví a la cama, donde me llevaron qué comer, al poco rato entró Ian.—¿Puedo pasar?

—Pasa.—sonreí.

—Camille, eres tan valiente.—dijo acariciando la cabeza de uno de ellos.—¿Ya pensaste en los nombres?

—Tengo unos en mente, pero aún estoy decidiendo cuál.

Olvidar Mi Honor (D.M.H. 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora