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NARRADOR EXTERNO.
Habían pasado dos meses desde su vuelta de Londres, a los 4 les había ido muy bien el viaje que habían hecho para despejarse del ajetreo que llevaban encima.
Una vez pasado Eurovisión y tras quedar en una posición en la que todos se habían alegrado bastante, las entrevistas y reuniones se habían pausado después de unas semanas de mucho movimiento.
No habían querido precipitarse demasiado, pero muy pronto encontraron el piso perfecto para los dos: ubicado en el centro de Barcelona, pequeño pero lo suficiente para que los dos pudiesen convivir tranquilamente, cerca del estudio donde trabajaba Alfred y del conservatorio al que iba a ir Amaia para acabar con su último curso de piano.
El día de la mudanza final ambos estaban rebosando felicidad.
-¿Estás preparada? - preguntó Alfred con las llaves en la mano dispuesto a abrir la puerta.
-Abre ya, que estoy nerviosa.
Abrió la puerta lentamente dejando ver el pequeño piso que habían comprado entre los dos y que ahora sería hogar durante mucho tiempo.
Empezaron dejando todo lo que traían en la habitación y empezando a organizar algunas cosas.
-No puedo ser más feliz ahora mismo. - dijo abrazándose a él por detrás. Él se giró para quedar en frente de ella.
-Nuestro nuevo hogar titi, ahora ya podemos confirmarlo. - afirmó Alfred abrazándola, ella escondió su cara en el hueco de su cuello y se separó dejando unos pequeños besos en el cuello de Alfred.
-¿Comemos? Me muero de hambre.
-No hay nada aún, ¿Pedimos pizza? - sugirió Alfred.
Amaia asintió y fue al salón para preparar la mesa mientras Alfred pedía las pizzas.
Comieron entre risas y, una vez terminaron, se sentaron en el sofá con el ordenador para comprar algunas cosas que faltaban en la casa.
-¿No te da un poco de miedo esto de vivir solos? - preguntó Amaia recostándose en el sofá. -Tú al menos eres organizado, pero yo voy a tener que aprender porque si hago como en la academia vas a acabar harto de mí. - dijo riendo.
Dejó el ordenador en la mesa y se acercó a ella colocándose encima sin apoyar el peso.
-Nos acostumbraremos, tranquila. ¿Sabes qué me da miedo a mí? Que la cama y el sofá no sean lo suficientemente cómodos. - dijo dejando claras sus intenciones.
-¿Ya? ¿Nada mas estrenarlo? - preguntó Amaia riendo.
-No hay por qué perder el tiempo. - contestó él, también riendo.
Se acercó despacio a ella, el primer roce con sus labios fue suave, pero solo unos segundos hicieron falta para que la temperatura de la casa empezara a subir. Se deshicieron de la ropa del contrario rápidamente y Amaia se colocó encima de él. Entre juegos y orgasmos pasaron casi media hora y una vez acabaron, ella se durmió encima de Alfred mientras él revisaba su móvil.
Había quedado con su productor dentro de dos horas, a su disco solo le faltaban por pulir algunos detalles y estaba ansioso por el lanzamiento. Amaia, por su parte, ya había empezado a maquetar algunas de las canciones que le habían compuesto y tenía pensado publicar el disco una vez terminara el verano. Se puso una alarma para no llegar tarde y se durmió también.

NARRA AMAIA.
Me desperté encima de Alfred y al ver que también estaba dormido decidí levantarme con cuidado para no despertarlo.
Me puse las bragas que había tirado al suelo, cogí la camiseta de Alfred y corrí las cortinas un poco para ver las calles de Barcelona.
No sabía cuánto tiempo había estado mirando por la ventana, pero me sobresalté cuando noté unas manos en mi cintura, me giré y vi a Alfred con cara de dormido sonriéndome.
-Hola mi amor. - dijo adormilado.
Le rodeé el cuello con las manos, le di un beso corto y me separé un poco aún con él cogiéndome de la cintura y yo rodeando su cuello.
-¿A qué hora te vas?
-En media hora pasará Manu a recogerme, volveré en unas dos horas. - fue hacia la mesa cuando sonó su móvil.
Estuvo al rededor de 10 minutos hablando con su madre, contándole como estábamos en casa y cuando nos habíamos instalado.
-Yo iré después a comprar algunas cosas para cenar y comer algo mañana. Pero vas a tener que ayudarme, yo soy un caos. - le comenté riendo.
-Pues ya somos dos caos juntos. - contestó él también riendo. -Me voy titi, cuando salga te llamo. T'estimo.
-Yo tambien t'estimo. - cerró la puerta y se fue.
Fui a la habitación para hablar con mi hermano, él era quien llevaba la parte más importante del disco que iba a lanzar y tenía que terminar de concretar algunas cosas para la grabación de mañana.
Una hora y media después volvía a casa de comprar algunas cosas que necesitábamos en la casa y llamé a Aitana para contarle cómo estaba siendo todo.
-¿Os habéis ido ya? No me lo puedo creer Amaia, y no invitas a tu mejor amiga a la nueva casa que compartes con tu novio.
-Jo Aitana que nos hemos venido hoy por la mañana, pero sabes de sobra que está también es tu casa, pásate siempre que quieras. - terminé de hablar justo cuando Alfred abrió la puerta de casa.
-¡Alfred ven! Estoy hablando con Aitana. - grité.
Unos segundos más tarde abrió la puerta y se sentó a mi lado en la cama.
Estuvimos un buen rato hablando los 3 y poniéndonos al día ya que habíamos estado unos días sin saber nada.
-¡Ah! Ahora que os tengo a los dos, Agoney ha dicho que nos invita en unas semanas a una casa rural que tienen sus padres en Tenerife, por ahora estamos todos, sólo faltáis vosotros dos.
-Yo voy a sacar el disco en nada, creo que me vendrá bien relajarme unos días antes. - comentó Alfred.
-A mi me parece genial, unos días de desconexión con todos suena genial. - dije yo emocionada.
Conectamos a la videollamada a Agoney, que nos explicó todo lo de la casa rural y, cuando empezaba a entrarnos el sueño, decidimos colgar y tumbarnos en la cama.
Me levanté para cambiarme y ponerme el pijama, él hizo lo mismo y volvimos a la misma posición en la que estábamos antes.
-Duérmete, yo me quedo un rato con el móvil. Ahora apago la luz. - me dijo cuando veía que se me cerraban los ojos.
Me acosté a su lado y cerré los ojos, aunque por alguna razón no conseguía conciliar el sueño. Escuché como Alfred dejaba el móvil en la mesa y se recostaba a mi lado.
-Aún no me creo la suerte que he tenido encontrándote. Gracias, me has ayudado a salvarme. - dijo muy bajito dándome un beso en la cabeza.
No pude evitar abrir los ojos ante lo que acababa de decir.
-¿Aún estás despierta?
Me incorporé y le di un beso muy largo en los labios, ya me había acostumbrado a la oscuridad y pude ver como le brillaban los ojos.
-Te quiero Alfred, te quiero mucho.
Le di otro beso, esta vez más corto, y me abracé a su pecho hasta quedarme dormida.

Después de las 2:36. Where stories live. Discover now