Amigos

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  —Wow... Parece un espejismo —Le susurró María apoyada en los metálicos casilleros a su novio. Ambos se encontraban observando en la distancia a Emma Couffaine, amiga a quien hacía tiempo que no veían en la escuela— Es como ver a Louisa otra vez, jamás había notado lo idénticas que eran...Son. Se debe sentir rara al mirarse al espejo ¿No lo crees..? Pobre...¿Deberíamos ir y hablarle?

  — ¿Por qué no lo harías? Llevas practicando desde el primer día.

  Respondió Matsuo tomando la muñeca de su pareja, María lo observó tironeándola hacía su compañera recién llegada, le impresionaba como a pesar de todo lo sucedido el joven no cambiaba su inexpresivo rostro.

— Ya, ya, puedo hacerlo yo sola... —Susurró distanciándose del chico, retomó su postura y caminó con una apagada sonrisa hacia Emma— Hola Emma, en verdad te extrañamos ¡Que bueno verte de nuevo!

  La estudiante de cabellos degrade hizo una mueca como saludo, ajustó la mochila a sus hombros y caminó hacía los casilleros sin más charla. María la observó alejarse desentendida y titubeante, no sabía como actuar ante un caso tan delicado, pero al ver a su pareja siguiéndole el paso a Emma simplemente trotó un poco hasta alcanzarlos.

— Si necesitas que te pase cualquier tarea o trabajo, puedes pedirlo sin culpa —Ofreció sonriente mientras descansaba su brazo sobre la casilla contigua a la de su compañera— Matsuo también te ayudará, aunque fueron unos largos y tediosos seis meses, realmente no hicimos mucho, te pondrás al día rápido, créeme.

— No te contaron las faltas por lo de Louisa ¿No?

— ¡Matsuo! —Respondió ofendida María, quien con culposa mirada volteó hacía Emma. Para su sorpresa ella quizás estaba tan apática como su novio— Disculpa, él se pa...

— ¿Vamos a fingir que no pasa nada? —Matsuo retomó la palabra interrumpiendo a su pareja— Porque si ese es tu plan, es estúpido.

— No seas irrespetuoso, no ves qu-

— No —Emma rompió su silencio al mismo tiempo que cerraba su casillero, su voz era tan inexpresiva como su rostro, algo realmente disonante en los recuerdos que tenían de la joven— Él tiene razón. 

— Bueno... Entonces me disculpo yo... —Susurró tímida mientras jugaba con su largo cabello color café— No sabía como tocar el tema... Si necesitas ayuda sobre eso, lo que sea, también cuentas con nosotros. Yo... —Dijo mientras Emma retomaba su trayecto al aula, la siguió a paso ligero— Le pregunté hasta a la familia de Matsuo, quizás ellos sabían algo, no sé...

— Lo que fue realmente racista —Agrego el joven de pecas caminando al lado de las chicas— Que sean japoneses nacionalizados no los enlaza con la mafia.

— Jamás dije que tenían algo que ver, solo que tienes una rama familiar muy tradicional y aún conectada con tu país de descendencia, quizás ellos podían conocer algo sobre esas personas, una leyenda o quien sabe, información actual...

— Lo que sigue siendo racista.

Los chicos continuaron avanzando por el pasillo hasta llegar al aula, algunas miradas volteaban hacía la gemela menor con melancolía, otras proseguían de murmurosos chismes. Emma se detuvo en la puerta de su salón, interrumpiendo con su presencia el paso de los novios detrás de ella.

— Basta —Clamó secamente— Como dijiste antes Matsuo, no voy a pretender que nada sucedió. Por eso no me interesa retomar mi rutina, charlar con ustedes o siquiera aceptar la lastima de esta escuela. Solo vendré a clases porque son las condiciones necesarias para los papeleos del cambio, no estudiaré más aquí, ni quiero verlos o hablar con ustedes hasta que vuelva a ver a mi hermana. Si eso les ofende, me importa una mierda. 

  María quedó boquiabierta y sin decir palabra alguna. Su madre le había ayudado bastante dándole consejos para retomar la relación con Emma, por algún motivo la gemela se sentía culpable y ese pesar la había alejado de todos desde el primer día. Ningún consejo le sirvió. Su amiga se encontraba más extraña de lo que esperaba, lo entendía, aún así con pocas palabras cortó toda relación entre ellas hasta alguna poco probable buena noticia.

— Eso hace todo más fácil...     

  Extrañada observó a Matsuo pronunciar aquellas palabras, volteó a mirarlo con incredulidad y luego disgusto.

— Vamos, eras tu la preocupada. Ya no tienes que sacarte canas pensando en como decir una cosa, y con que tono decir otra.

El muchacho ingresó al aula con una cotidiana tranquilidad, se sentó en el asiento que acostumbraba y comenzó a ordenar sus útiles. María, desde la doble puerta que poseía el salón, continuó parada allí, observando el desinteresado actuar de su pareja y el indiferente rostro en Emma. En ese momento comprendió que las cosas jamás volverían a ser como antes.   

 

  

      

              

   

LouisaWhere stories live. Discover now