Los Titeres

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  Con una mirada determinada vio su reflejo en el baño de la habitación, peinó su cabello con una larga coleta al frente de su hombro, sabía que a él le encantaba cuando arreglaba su pelo de tal forma, y le dio unas palmadas al uniforme que traía puesto para borrar algunas arrugas de las prendas. Hoy era el día de visitas, tan solo había pasado una semana pero la soledad y la incertidumbre carcomían su corazón, aun así Louisa estaba convencida de que Adrien estaba dando todo por recuperar su libertad, así como había sido la primera vez.

  El edificio tenía ese exasperarte blanco "demencia" cubriendo todas sus paredes interiores, irritando a la paciente Couffaine con la brillante luz que reflejaba cada rincón. Contrarrestando ese estéril paisaje vio sentado a lo lejos, sobre una mediana mesa rectangular tan blanca como el resto del lugar, a su amado rey vistiendo un opaco traje gris oscuro. El amor la invadió, a Louisa no le importaba en absoluto el hecho de que Adrien no haya podido cumplir su promesa de sacarla del internado en menos de 24 horas, sabía que las cosas no siempre eran tan fácil como simplemente decirlas; con gracia y ansiedad avanzó hacia su prometido, al estar a una distancia más cercana pudo divisar en los brazos de Adrien al pequeño Adam durmiendo como un ángel.   

  El sol que con intensidad se escapaba de los ventanales, los cuales se extendían en largas hileras  a la izquierda de los invitados, dotaba a el padre y su hijo de una mágica presencia. Louisa casi consideró que aun no había despertado, y también peor, llegó a considerar que en realidad ella había muerto a manos de los Huǒ fēng o de Tiang. Bloqueó rápidamente todos esos oscuros pensamientos de su mente con una sonrisa, saludo felizmente al amor de su vida y este, aunque extrañamente reaccionó con una confusa mirada, correspondió su saludo con una sonrisa. 

  Adrien miró extrañado el eufórico y alegre estado en el que se encontraba Louisa, él no comprendía si ella se había olvidado de lo que sucedió hace ya una semana, momentos antes de que su madre la internara, o si actuando de esa forma Louisa pretendía comenzar desde cero. Agreste decidió ser condescendiente con ella hasta descubrir cual era el caso, no esperaba recibir explicaciones detalladas del pasado de su prometida pero había meditado mucho sobre el tema junto a su buen amigo Nathaniel, Adrien deseaba que Louisa se abriese a él y le contase lo que realmente sucedió después de su secuestro. 

  Quiso visitarla antes, no le había llevado mucho tiempo el concluir sobre sus deseos de conocer el pasado de su prometida, pero le había sido imposible por normas del establecimiento mental. La única forma habría sido tomar medidas legales y exigir su alta, más Adrien no lo hizo, al mirar el sonriente rostro cansado de Louisa se sintió avergonzado por su previo actuar, una semana en ese hospital, alejada de todos, seguramente había sido muy duro para ella. Confirmó una vez más que no podía enojarse con su amada en persona, al verla recordaba con intensidad cuánto la amaba, estar cerca de su aura era como una dulce hipnosis que ahogaba sus sentidos y emociones negativas. 

  El silencio perduró durante varios segundos, parecía que aquello incomodaba más a Adrien que a Louisa. Ella estiró sus brazos y sin decir palabra alguna, solo con una pequeña sonrisa, le pidió sostener a Adam, su prometido aceptó sin cuestionarselo en absoluto. El bebé se despertó producto del movimiento, comenzó a exigir atención a base de agudos gimoteos cortos. La joven Couffaine, demostrando su ausente pudor, estiró el cuello de su blusa hacia abajo mientras acunaba al pequeño sobre ella. 

     — E-Espera, no creo que sea una opción lo alimentamos con formula y no está acostumbrado a... 

  Sus palabras se disolvieron al ver como Adam recordaba con exactitud el calor de su madre, alimentándose con una ansiosa ternura. Adrien no se podía negar a si mismo el hecho de que tal escena maternal lo dejaba sin aliento, de la misma forma en que aceptaba que el ver aquella pequeña porción del cuerpo de Louisa lo acaloraba en gran medida; haciéndole recordar de un instante a otro todo lo que su libido extrañaba el contacto con su joven prometida. 

     — Me extrañaba... ¿No crees? Es adorable, sigue siendo adorable. Siempre lo fue. ¿Tenemos la custodia no...?

  Agreste se dio cuenta de que Louisa no se había olvidado de lo sucedido hace unos días por lo tenso que fue aquella experiencia, era consiente de que sus padres peleaban la tenencia de Adam así como seguro recordaba la pelea con su hermana Emma. 

     — Ese asunto sigue en disputa, pero mientras los abogados llevan papeles de un juzgado a otro Adam se queda bajo mi cuidado.   

     — Ah, que bueno... Eso me traía muy preocupada, Adam debe estar junto a sus padres. ¿Verdad mi lindo bebito?—Añadió con un tono más infantil— Quieres estar con mamá y papá ¿No? 

  Si bien en un principio se había abstenido de ir directo a sus dudas por respeto al desconocido estado de Louisa, aquella conveniente prioridad en los recuerdos de la joven lo había molestado. Pensó en eso como otro motivo más por el cual no sentirse mal con respecto a la internación de su prometida, necesitaba esa distancia más él que ella. No había dejado de amarla, a eso se aferraba con fuerza, pero todo a su alrededor ahora era confuso y la base de su relación, que tan firme se observaba antes, ahora se hundía como si fuesen arenas movedizas. 

  El problema no era que la inocente Louisa en sus más puros años haya sido violada y obligada a tener un hijo, Adrien se consideraría un monstruo si la juzgara por los actos de otros, el dolor dentro suyo provenía de las mentiras tan bien contextualizadas de su pareja. Si, ella tenía muchos motivos por lo cuál decirlas, el miedo, la vergüenza, la negación, cualquiera de esos sentimientos podían ser los responsables de que Louisa se convenciese a si misma de no haber tenido jamás otro u otros hijos. Pero, esos sentimientos también podían ser los causantes de su ahora no tan estable relación. Todos estaban de acuerdo, incluso su objetivo amigo Nathaniel, de que la vida que pretendía llevar al lado de Louisa no era más que una farsa. De ser eso cierto él no era más que otro violador en su vida, creyendo, quizás como Tao Tiang lo pudo haber creído en vida, en el eterno amor que la joven Couffaine juraba; sin este ser más que pura supervivencia en ella, una mente forzada a aferrar su amor y sumisión al hombre que las circunstancias favoreciesen. Pensar en eso lo deprimía, pero era una realidad que debía considerar ahora más que nunca. 

     — ¿Ming Tiang es tu hijo?       

     — A-Adrien... ¿A que viene eso? ¿Por qué lo crees? Tu sabes que Adam es mi primer hijo... 

LouisaWhere stories live. Discover now