Del otro lado del Espejo

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  ¿Que había hecho? ¡¿Que se supone que había hecho?! Con desesperación se abrazaba a sí misma en posición fetal, acostada sobre la sencilla cama que la clínica le ofrecía. A pesar de que le habían dado dosis altas de tranquilizantes y antidepresivos ella no podía dejar de llorar, sentía su cuerpo cansado y muy pesado; aunque su belleza natural era normalmente su mayor escudo para evitar denotar su estado anímico, en esta ocasión las ojeras y bolsas bajo sus ojos habían ganado terreno en su suave y normalmente brillante piel. 

  Ella no quería que Tiang la encontrase, para nada. Solo fue un momento de debilidad, jamás dudaría del amor que siente Adrien Agreste por ella, jamás profanaría la maravillosa relación que ambos tenían por las palabras de un malcriado sin vergüenza. Lamentablemente ya era tarde. Le había pedido a Matsuo que susurrara a Kowloon Walled City, y los susurros dicen nombres, y los nombres llevan consigo ubicaciones, conexiones, direcciones específicas y luego, uno se convierte en el susurro. 

  ¿Cómo pudo caer en algo tan estúpido nuevamente? Presionó su pecho con pesar, no quería ver a Ming Tiang, menos que otros lo vean... ¿Cómo pudo creer que sí? ¿Acaso deliró por unos momentos? Dentro suyo no comprendía sus propios pensamientos, su cabeza era un conjunto de nudos intentando ser un telar. Ella sabía, lo sabía muy bien, que cada vez que miraba a Tiang su corazón latía fuerte pero por la ansiedad que le causaba ver el rostro del niño. Tan parecido a su padre, ni una pizca de nada que la haga sentir menos acomplejada consigo misma. Y luego, después de odiarlo por nacer, se odiaba a sí misma por sentir aquello, la sola existencia del niño era un pecado de por sí. Él no era como Adam, jamás sería como él, su verdadero único hijo. ¿Ahora que haría? ¿Qué debería hacer? ¿Cuánto tiempo había pasado desde que vió a Matsuo? ¿Cuánto tiempo le quedaba? Además aún seguía encerrada en esa estúpida clínica sin sentido, mientras los demás vivían el día a día siendo felices, que desagradable. Louisa apretó sus tobillos con ambas manos, estaba enojada y quería gritar, pero estaba muy sedada para tener fuerzas de hacerlo; siquiera podía expresar sus sentimientos a través del rostro, solo había una cara apagada con lagrimas callendo, aunque dentro el infierno se desatara.  

  A pesar de su estado el personal del lugar le informó que tenía visitas. Le dieron la oportunidad de decir que no, pues no la veían en su mejor día, aunque lo cierto es que si lo habían permitido desde un principio fue por la posibilidad de que el humor de la joven mejorase con personas conocidas; habían intentado de todo para ver un cambio pero el único tratamiento que ella aceptaba eran las pastillas.

  Susurrando respondió que iría, no tenía ganas pero si era su rey, si era su gran amor junto a su bebé Adam, entonces el esfuerzo valía la pena. Se miró al espejo mientras se apoyaba en la pared del baño, se sentía horrible, no había mucho que hacer, no podía ocultar su estado. Decidió ir al salon de visitas así sin más.

   A través del transparente vidrio que decoraba la puerta hacia la sala de visitas, Louisa pudo observar a su amado esperando por ella. Aquello hizo que una sonrisa naciera del agotado rostro de la joven, la misma duró poco al ver que había venido con compañía. Apoyó despacio su mano en la puerta y miró que se trataba de su hermana, ella estaba sosteniendo a Adam entre sus brazos, dándole la ilusión al niño de estar parado sobre su regazo. La dama de cabello degradé sacó su mano de la puerta y miró al suelo confundida. Era su hermana, estaba allí para verla y eso debía ponerla feliz ¿No? ¿No...? 

  No. Se sentía con rabia. ¿Acaso no había cortado con Matsuo? ¿Por qué se veía tan feliz? ¿Por qué había venido junto a su amado? Podía hacerlo cualquier día, definitivamente, pero, aunque en teoría esta no le hablase a Adrien allí estaba, cargando al niño, a su hijo, riendo felizmente a su lado ¿Que pretendía? ¿Acaso de estaba burlando de ella? Louisa hizo un gesto de asco mientras apretaba los dientes. Adam estaba enorme en tan poco tiempo ¿En todo ese tiempo acaso veía seguido a su hermana? Emma si puede, porque ella no está encerrada como una rata, pero Adam no es su hijo. No lo es. Aún así... El niño le sonreía a Emma mientras este jugueteaba con una pequeña jirafa de peluche, golpeando a su padre con esta.

  Louisa no sentía el suelo, el mundo seguía girando y ella no estaba allí, no giraba con todos. La tristeza volvió a hundirla, aunque el enojo que comenzó a acumular le devolvía las fuerzas. No quería odiar a su hermana, claro que no, pero estaba frente a ella presumiendo su felicidad y mostrándole de cómo si quería podía arrebatarle lo que quisiera, la familia entera que había construído con sufrimiento y sacrificio. Lo habría esperado de su madre pero no de Emma. La joven, desde el otro lado de la puerta, apretó sus puños con la mayor fuerza que su cansado cuerpo le permitió. 

Siempre se creyó el centro de todo ¿Verdad? Emma en ese momento seguro se debía sentir lo mejor del mundo con ese tonto traje de secretaria barata. No iba a darle el gusto de no ir, claro que la vería a la cara y le sacaría a "SU" hijo de las garras de esa usurpadora.


— Tranquila, que tarde un poco es normal, vinimos sin avisar.

— La extraño mucho y la amo, no puedo seguir encerrada en la habitación llorando por todo lo malo que me pase... Espero que vernos nos reconforte un poco a ambas...


LouisaWhere stories live. Discover now