VI─ Prision

9.4K 856 109
                                    

Estar en el mismo auto que Tony Stark era lo más incómodo. Mientras Happy guiaba, yo estaba junto a él fulminandolo con la mirada.

Tony simplemente usaba su movil ignorandome completamente.

— ¿Playboy retirado?

— ¿Bruja despistada?

— Desde que sales con mi madre le he dicho una idea para que hagas uno de esos estúpidos proyectos — Digo— Pero ella me dijo que te lo dijera en persona.

— ¿De que se trata? — Pregunta, apagando su móvil y volteando a mi — Espero que no sea sobre regalar armas alienígenas a adolecentes como tú, porque no lo pienso hacer.

— Claro que no, anciana— Ruedo los ojos — Es para proporcionar ayuda monetaria y psicológica a las mujeres o niños que sufren maltrato en aus hogares.

Levanta sus cejas sorprendido.

— No es mala idea.

— Claro que no lo es — Sonrío arrogante, él rueda los ojos.

— Llegamos, Señor Stark.

Él mira por la ventana curioso, luego frunce el ceño y voltea a mi.

¿Una prisión? Casi podía ver esa pregunta rondar su cabeza.

Me encojo de hombros.

— No eres mi padre — Es lo único que digo, bajando de el auto y encaminandome a la entrada, al instante, Tony llega a mi lado.

— ¿Una prisión? ¿A quién vienes a ver?

— ¿Todavía no has leído mi expediente?

— Claro que no.

— ¡Patrick! — Saludo a el oficial que estaba en recepción.

— Hola, Jema, justo a tiempo — Dice él — Hace semanas que no vienes por aquí.

— Ya lo sé, sé que me extrañas.

— ¿Pelearon denuevo?

— Solo vengo a dejarle su medicina y me voy.

— ¿Cómo le fué a tu madre en la boda? ¿Tu padrastro es un idiota-estúpido-arrogante como dijiste?

Tony aclara su garganta, haciendo que Patrick notara su presencia y abriera los ojos de golpe.

— Sí.

Me encaminé por los pasillos que tanto conocía hasta la zona de visitas. El oficial que cuidaba la entrada también me sonrió, todos aquí me conocían, pues siempre venía,

— Hola Jema, sabes que tengo que seguir el protocolo.

Me encogí de hombros y le pasé la pequeña bolsa blanca que llevaba en mi mano, dentro estaban los medicamentos de siempre.

— Puedes pasar, intenta no discutir mucho, porfavor.

— No prometo nada, James.

Tony a mis espaldas seguía extrañado. Caminé hasta la vitrina y tomé asiento frente a la número seis. Mi padrastro se quedo parado, cruzado de brazos, a mis espaldas.

Un chirrido anunció la llegada de los prisioneros. Varios hobres pasaron hasta que reconocí un rostro.

Mi padre.

starkWhere stories live. Discover now