Carta 7.

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El tan esperado día llegó: los gritos y contracciones de Kaimy empezaron a media mañana.

Todos corrimos como locos por la casa recogiendo todo lo necesario para llevarla al hospital.

Mientras Teylor la llevaba al auto y se adelantaba con mi hermana al hospital. Biel y yo preparamos maletas con la ropa del bebe y mudadas para Kaimy y Teylor en caso de que lo necesitaran, incluso llevé una para mí, me quedaría con Kaimy todo el tiempo necesario.

Me sentía algo mareada con tanto movimiento.
Biel y yo habíamos recuperado nuestra vida de pareja y para ese entonces ya tenía dos meses de embarazo, al fin todo estaba saliendo bien.
Me sentía feliz.
Faltaban siete meses para ver a mi pequeña o pequeño hijo, el que tanto había soñado toda mi vida.

Bajé de la mano de Biel en el parqueo del hospital; me impresionó ver que ya había paparazzis inundando la puerta principal.
Biel solo encogió los hombros y me jaló de la mano, llevándome hasta dentro del hospital por aquel mar de cámaras y empachosos periodistas.

Preguntamos por Kaimy y Teylor, enseguida nos indicaron a donde debíamos ir.
Biel me llevó hasta ahí; le pedí al doctor que me dejara estar cerca de Kaimy en el momento del parto. Él respondió amablemente que todos podíamos estar allí, solo debíamos esperar a que prepararan a mi hermana.

Sabía lo que significaba eso: las tan temidas agujas que Kaimy odiaba. Solo me imaginaba la guerra que estaba dando ahí dentro para que no la tocaran.

Luego de un rato de espera al fin nos dejaron pasar a la habitación, corrí al lado de Kaimy y tomé su mano.
Teylor estaba del otro lado, tomando su otra mano.

Teylor no estaba muy a gusto con la situación; podía ver en sus ojos las ansias de salir de ahí.

¡Maldita sea!
Su hijo estaba por nacer.
¿Tan poco le importaba?

Luego de una hora, noté lo poco que le importaba a Biel el nacimiento de su sobrino y, también, lo poco que le seguía interesando yo.
Nuevamente, aun en medio de aquel caos, lo vi coquetearle a una de las enfermeras. Me tragué la furia y le mentí a mi mente.

 “Solo le está hablando, no seas maniática”, pensé.

Era la misma mentira que siempre quería creerme y, de hecho, logré metérmelo en la cabeza durante el tiempo que viví a su lado.
Absurdamente, seguía amándolo con locura y pensando que él era perfecto.
Él esposo soñado.
¡Patrañas!

Luego de un par de largas horas más, al fin sus quejidos resonaron por la habitación, saliendo por los pasillos del hospital. Anunciándole al mundo que había salido para dominarlo. Pronto lo pusieron sobre su pecho: rojo, sucio e hinchado, pero de todos modos.
¡Completamente hermoso!

Kaimy al fin sintió el amor de madre y se echó a llorar. Tenía a su patito en los brazos, mi bello sobrino.
Teylor sonrió al verlo, al menos hubo una gota de ilusión en sus ojos. Lo tomó de los brazos de Kaimy por un momento, era su hijo. Debía sentirlo en ese momento.

Eso me hizo ilusionarme más con mi espera; estaba ansiosa de ser yo la que lloraba por ver a su hijo.
Biel  se acercó vagamente a nosotros y me abrazó por detrás, uniendo sus manos en mi abdomen. Dentro de pocos meses tendríamos nuestro propio fruto de amor.
No podía esperar.

Siempre creí que la llegada de Thony a nuestra casa mejoraría todo y uniría a Kaimy y Teylor, incluso a Biel y a mí. Pero en cuanto llegó a casa, las cosas se volvieron de un denso gris.

Kaimy y Teylor se la pasaban peleando todo el tiempo. La mayoría del tiempo yo era la que cuidaba de Thony. Desde hacía dos meses, antes de que Thony naciera, ellos no se llevaban bien, al contrario; peleaban a cada rato y Teylor se había atrevido a pegarle un par de veces.

Kaimy no esperó a recuperarse para salir de casa cada vez que peleaba con Teylor, quien no tenía impedimentos para pegarle aun más. Antes se abstenía por no dañar a Thony, ahora no había nada que fuera motivo compasión.
Siempre se la pasaba con un ojo morado y los labios rotos.

Luego de unos días las cosas empeoraron. Llegaba borracha en extremo y llegué al punto de descubrir droga en sus bolsillos cada vez que la recogía del piso al llegar a casa. Un día, luego de luchar vanamente porque Kaimy se quedara en casa, en medio de los chillidos de Anthony, Teylor quedó más furioso que nunca; sabía que también estaba drogado por el color de sus ojos. El que Thony llorara, suplicando por la atención de sus padres, ponía más histérico a Teylor.

Intenté prepararle la mamila a Thony, pero Teylor me molestaba y a la vez me gritaba que lo hiciera callarse.
Harta de ese infierno, me vi en la obligación de gritarle que me dejara en paz, si no, jamás podría atender a su hijo.

Teylor me miró con furia y me tiró al piso de un golpe.
Jamás creí que fuera capaz de hacerme algo así, no creí posible que llegara a hacernos algo así.

Me levanté del piso, tomé la mamila y corrí a la habitación de Anthony, encerrándome con llave. 

Tomé al bebé de escasas dos semanas en mis brazos y le di la leche, no pude evitar echarme a llorar mientras lo hacía.

Aunque mi relación con Biel era estable, jamás podría ser feliz al ver como mi hermana destruía su vida por el imbécil de Teylor. Menos al ver lo mucho que sufría mi pequeñito ante la poca atención de sus padres.

No era justo.

Cuando los sueños son mas que fantasías ©Where stories live. Discover now