Carta 28.

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Hoy mi hermana intentó suicidarse; esta noche corrí hasta su casa para detenerla.

Se lo por lo que está pasando, entiendo su dolor; yo ya he pasado por eso.
Kaimy había perdido a su tercer bebe, el segundo de su esposo, Anderson.

Hace tres años yo viví ese mismo dolor; cuando perdí al bebé que esperaba.
Aun no sé como sucedió:

¿Cómo fue que Kaimy perdió a su bebe?

Pero se, y puedo asegurar, que Teylor y Biel tuvieron la culpa de ello.
Ya pasaron unos tres años desde que nuestro sueño se había vuelto una horrible pesadilla en manos de los Kantor.

Biel me había dado una brutal paliza en el último mes de mi embarazo; por su culpa perdí lo que más había soñado en mi vida... mi primera hija.

Sé que ellos también han tenido algo que ver con el aborto de Kaimy; estoy completamente segura.

Tan solo ayer Biel había invadido mi casa.
Aun tengo su cara de borracho y sus ojos de furia gravados en mi mente.
Llegó cuando Charlotte y yo estábamos solas.

Gracias a Dios mi pequeña hija se había ido a dormir una hora antes, así no tuvo que ver la cara de maniático asesino de ex esposo.

El corazón se me hace pequeño y mi piel se eriza con tan solo recordar esa mirada, era la misma mirada de cuando me hizo perder a mi bebe; pero esta vez, creí que me mataría.

¡No lo entiendo!
¿No les había bastado con mandarnos a la cárcel injustamente?

Por su culpa Kaimy había caído en las drogas y el pequeño Anthony había perdido a su mamá en los primeros meses de su vida.
Viví tantos meses soportándolos solo para cuidar de mi pequeño sobrino. 
Ahora…
¿Qué querían de nosotras?
¿Por qué no nos pueden dejar vivir?

El horror aun recorre por debajo de mi carne; me siento exhausta. Después de llegar de casa de Kaimy, coloqué a Charlotte en el sillón para sentarme a su lado.

Mi mirada está dirigida a la pared, mirando al vacío.
Puedo sentir los ojitos de mi pequeña hija mirando mi mejilla; ella sabe que su mamá no se siente bien.

La pérdida del bebe de Kaimy me hace revivir los horribles momentos que pasé aquellos días y de inmediato se me viene a la mente la imagen de Biel entrando por mi puerta, a punto de asesinarme.

Pero si algo me reconforta es ver lo mucho que los ojitos de mi retoño muestran preocupación por mi; aun teniendo un escaso año y diez meses de vida.

Me recuerda mucho a la mirada de su padre cuando apenas y lo conocía:

Estuve en el hospital por muchos días; él llegaba con esos mismos ojitos dulces a demostrarme su apoyo y suplicarme que saliera de casa de Biel hasta que un día no lo soportó más; fue necesario que Jean me gritara en la cara lo poco que le importaba a Biel y lo mucho que me dañaría si seguía metida en casa de los Kantor, yo era una masoquista. Pensaba ridículamente que me amaba y dejaría de maltratarme; pero jamás fue así.

Realmente me confundía la actitud de Jean para conmigo; no entendía nuestra relación.

Ayer, cuando Biel  estaba a punto de asfixiarme, fue el primero que acudió en mi rescate; quitó las asquerosa manos de mi ex marido de sobre mi cuello y empezó a golpearlo con todas sus fuerzas.

¡Jamás lo había visto tan furioso!

Por un momento pensé que lo mataría hasta que Anderson lo detuvo y entre ambos echaron a Biel fuera de casa.

Todos habían llegado a casa para una pequeña cena, a excepción de Roberth y Ella que no eran muy unidos a Kaimy y a mí, Casey y la novia de Jean cuidaron a los pequeños hijos de Kaimy mientras ella se aseguraba de que Charlotte estuviera entera.

Yo me hallaba llorando desconsolada, impactada, en los brazos de Cameron, estaba más que asustada, y los brazos de mi novio era lo único que me lograría calmar.

Todo eso lo recordé mientras miraba al vacío aquel mismo punto en la pared.
Charlotte continuaba en silencio, mirándome; se que intenta consolarme con esos ojitos claros.
Antes de que pudiera darme cuenta un brazo se estiró sobre mi hombro, tomando mi mano, haciéndome levantarme del sillón. 
Con su mano me hace dar una vuelta; para luego dejarme frente a él.

Mi rostro produjo su primera sonrisa en dos días; Cameron me toma de la espalda baja con uno de sus brazos y me hace bailar con él por toda la sala de estar mientras tatarea una canción que no logro reconocer, igual es hermosa; me encanta todo de él.

Charlotte ríe al ver la sonrisa que su padre de crianza ha producido en mí; ella ahora se pone de pie sobre los cojines y da pequeños saltos mientras aplaude.

Dejo correr un par de lagrimas por mi mejilla al ver aquello; amo a mi hija y a la nueva oportunidad de amar que la vida me ha dado.

Era justo lo que necesitaba en aquel agobiante momento, sumida en crudos y amargos recuerdos.
La dulzura y amor de los dos ha logrado producir algo que ya creía imposible.

Un momento de felicidad puro.

Cuando los sueños son mas que fantasías ©Where stories live. Discover now