Carta 2.

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“Yo te amo”, dijo Biel .

Oh si, claro que si.

No me quedaba duda alguna.

¡Nótese el sarcasmo!

Cuando estuvimos casados, esas tres palabras estuvieron prácticamente ausentes. Claro, lo que más me amaba de él esa su puño y su pene. Era lo único que no se cansaba de darme todos los días hasta dejarme incapacitada por tiempos indefinidos.

¿Aun así quería que volviera con él?

Yo-podía-vomitar-en-su-cara.

“Estamos aquí por Stella, esto no tiene nada que ver con nosotros”, dije.

No soportando la idea de que continuara con el tema.

Él podía irse al diablo y no importarme menos.

Yo misma lo llevaría al infierno con gusto; pero, a diferencia de él, yo continuaba siendo una buena persona.

Apreté la taza de café casi vacía, aun seguía sentada allí porque debía esperar a Charlotte; quien saldría pronto de su preparatoria. Mas tarde volvería por Nick y Eiko.

Por supuesto, Biel no se pararía de allí hasta que ella llegara y lo hiciera correr como gallina.

Claro, todos le tenían miedo a la chica de ojos verdes y sonrisa malévola que había hecho de su vida ser una investigadora privada.

Ella iba por la vida delatando los malos actos del resto del mundo, por supuesto, la mayoría de las personas no querían que sus secretos fueran rebelados.

Charlotte vendía la información al mejor postor, quien más pagara por mantener sus secretos o quien fuera que quisiera rebelarlos, tendría un buen sobre regordete de muchos jugosos secretos que podrían llevar a la ruina a cualquiera.

Estaba segura de que su cuenta bancaria juvenil tenía lo suficiente como para vivir la mitad de su vida sin trabajar de una manera lujosa.

Los únicos secretos que Charlotte atesoraba más que incluso los suyos eran los míos.

Yo no podía guardarle secretos; ella incluso sabía más de mi que yo misma. Mis pocos sucios secretos tenían que ver con su padre biológico, pero tan siquiera era mi culpa.

Los secretos que siempre divulgó libremente al aire sin costo alguno fueron los de Stella.

No era raro.

Ambas se habían envuelto en una batalla campal desde que se conocieron.

Al principio, ellas se arrancaban literalmente el cabello e incluso pedazos de piel con sus dientes.

Cuando crecieron, se volvió una guerra fría.

Rebelando los secretos una de la otra para despedazarse sin tener que tocarse; no obstante, Charlotte siempre ganaría.

Después de un tiempo, a Stella no le quedó mas remedio que hacer de ella aquel  refrán que dice:

“Si no puedes contra ellos, únete”.

Increíblemente, eran las mejores amigas ahora. Luchando contra su único hermano biológico de media sangre, Nicholas. Cosa que era muy rara, él no gastaba su valioso tiempo en molestarlas.

De hecho, mi pequeño mini Cameron era el único que se negaba a independizarse de mí.

Era un mandilón, casi mi esclavo por elección propia. Aunque yo no abusaba de ello. Pero siempre era un placer tenerlo a mi lado dispuesto a hacer cualquier cosa que yo le pidiera.

Su opuesto, era Eiko, mi bebé.

Aun siendo una pequeña de meses, ella ya se había independizado de mí.

Ella colgaba día y noche del cuello de Thony como si fuera un mono. Si alguien se atrevía a quitarla de los brazos de él, ella lloraba inconsolablemente hasta que no estuviera de regreso en contacto con el cuerpo de su hermano adoptivo mayor y primo.

Naturalmente, llegó el día en que tuvo que aceptar que Thony no podía estar con ella cada hora del día, él tenía su vida, sus estudios, su novia.

Ella llegó a ser los ojos de Thony, quien dormía con ella, la alimentaba, bañaba y le cambiaba los pañales desde el día en que nació hasta que los dejó de usar y empezó a comer por si misma. Aun duermen en la misma cama.

Raro, pero cierto, él llegó a ser como un padre para Eiko.

Algo quizá un poco traumático para Cameron e incluso para mí.

Era una niña chimuela de primaria ahora. Creciendo rápidamente e incluso más de lo que me gustaría.

Cuando aun era una bebé, Charlotte la tomaba, la colocaba entre sus piernas y ponía sus manos en las orejas de la pequeña y me hacía mirarlas.

“Tenemos mucho más parecido que solo por media sangre”, decía.

“No pretendas decir lo que estás insinuando Charlie”, le decía yo.

“De todos modos sabes que algún día lo probaré”, juraba ella.

“No, ella no es hija de Jean, estoy segura de ello”, le retaba yo.

Era la única teoría que aun no había probado y de la que se equivocaba rotundamente.

Jean y yo nunca estuvimos juntos en aquella temporada.

No desde que Stella llegó a casa, un par de besos antes de eso, él me los robaba. Pero nunca pasó nada más, no hasta el día de hoy.

No me molestaba porque ella pensara en eso, sabía que lo hacía para bromear, e incluso para insinuarme que quería que estuviera con su verdadero padre.

Esas fueron las primeras señales de que algo no andaba bien con Cameron.

Una estrella de rock, lejos de casa por meses, en fiestas y borracheras con miles de mujeres plásticas a su lado, rubias exuberantes y mucho silicón.

Yo solo esperaba el momento en que sucediera, por un buen tiempo, si creí en que lo soportaría.

¿Pero para qué?

Al volver a casa solo tendría una cansada mujer, madre de cuatro hijos, dos de los cuales no eran suyos. Además, lidiando con los seis hijos de su hermana drogadicta y alcohólica media prostituta.

Aun cuando Benjamín, Shekinah, Smith, Helena y Nelena vivían con sus respectivos padres, yo era la encargada de cuidarlos durante las giras, asistir a sus reuniones escolares, firmar sus exámenes y ayudarlos con sus tareas y problemas.

Sin Kaimy, yo era la madre de todos, ellos necesitaban una madre.

Yo no los dejaría, así que para cuando Cameron volvía a casa, dividirme entre once hijos y él era una obra maestra que, por supuesto, terminó por llevar nuestro matrimonio al límite de lo soportable.

No criticaba nuestro matrimonio, yo fui feliz, él también lo fue, los niños lo fueron.

Las cosas solo pasaron como debían de pasar.

Más bien, duramos mucho más de lo que cualquier matrimonio habría soportado en aquellas condiciones.

Estaba orgullosa del tiempo que pasé a su lado y de todo lo que habíamos logrado juntos.

Cuando los sueños son mas que fantasías ©Where stories live. Discover now