Carta 36.

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Luego de interminables horas en el hospital y múltiples exámenes tuvimos un diagnostico. Pude ver la impresión dibujada en el rostro de Cameron y la decepción en sus ojitos.

Yo solo pude llorar, llorar y llorar.

No entendía lo que significaba. No era grave, simplemente, no era algo común y me había impactado.
Más que todo, me sentía mal por Cameron.
Quién solo me tomó de la mano y la puso en su frente; intentando entenderlo.

El cirujano entró a la habitación y el obstetra explicó lo que seguía. De inmediato me negué, no podía hacerlo, no, no podían obligarme.

A estas alturas me sentía muy mal y el doctor insistía en que debían sacar esa cosa de mi vientre o todo empeoraría. Aun así, me negué con insistencia; había entrado en un estado de negación. 

Cameron les pidió a los doctores que nos dejaran solos un momento y ellos amablemente accedieron. Dándonos unos minutos.

Él subió a la camilla conmigo y después de un rato al fin logró convencerme de hacerme el legrado.

No había nada con vida ahí, debía entenderlo. No era un feto real, simplemente era una masa de tejido y pelo que estaba prendido de mi útero.
Asqueroso pero verdadero, un feto falso, un embarazo ectópico.
Estaba empezando a infectarse, era lo que me hacía sentirme tan mal.

Tomamos un momento para estar juntos en silencio, mientras aun no contenía mi llanto; él sobaba mi espalda.
Intentando consolarme.

Odiaba tener que experimentar un legrado; cada segundo recordaba a Stella, cada milésima, cada minuto.

Los doctores entraron a la habitación y les di mi aprobación para que procedieran.
Cameron me besó antes de que me pasaran a sala de cirugías.

Él me esperó fuera con Charlotte. Una enfermera se había encargado de ella durante el cierto tiempo que necesitamos estar solos.

Aquel procedimiento se me hizo eterno. Doloroso, torturante. Podía sentirlo todo, cada rose de sus manos e instrumentos.

Reviví dolorosamente los angustiosos minutos en los que perdí a mi pequeña primera hija.

Cuando me avisaron que había finalizado reaccioné de inmediato:

Quería ver aquello que sacaron de mí, asegurarme que enserio era lo que decía ser, asegurarme de que aquello no tenía vida o posibilidades de una.

Los doctores y enfermeros en el salón se miraron entre sí, confundidos por tan extraña petición.
El cirujano solo dijo:

“¿Estás segura? No es una bonita imagen”.

Asentí y al fin accedieron a traerlo.

Tenían razón, tanto su apariencia con hedor eran totalmente desagradables. Aun así, me atreví a pedir unas pinzas y tocarlo.

No había nada allí; solo era una asquerosa bola de nada. Luego de aquello, fue obvio que necesitara vomitar.
Después de eso y unas medicinas.
Me sentí mucho mejor.

Esa misma noche me dieron de alta; no era un método invasivo y con el medicamento apropiado y reposo podía volver a casa tranquilamente.

Al salir del hospital caí en cuenta de que no estaba embarazada y me sentí terrible.

Pensé que había decepcionado a Cameron.

Hablaba con Kaimy de camino a casa; su respuesta fue muy típica de su personalidad:
“Póngale bonito para que ese embarazo sea real”.

En ese momento, me sentía tan muerta que lo menos que quería en ese momento era pensar en sexo. Ni siquiera soportaba una mirada de Cameron.
Ni yo misma me entendía.

Los siguientes días, fueron un montón de nada. Me sentía muerta, como si el alma se hubiera escapado de mi cuerpo. No tenía ganas de comer, caminar, hablar o tan siquiera respirar.

Cameron mantuvo distancia y respetó lo mal que me sentía. Sabía que, por su parte, él también necesitaba su tiempo para superar ese desagradable incidente.

El fin de semana Kaimy y yo nos tomamos el sábado para estar completamente solas. Los dejamos encargados de los niños y fuimos de paseo.

Nos quedaríamos la noche fuera y al otro día volveríamos.

El domingo a llegar a casa me topé con una extraña y densa soledad.
No había señales de Cameron o Charlotte.
Me quedé despierta hasta tarde intentando averiguar una mínima señal de su paradero.

Me comuniqué con Kaimy y al parecer estaba en la misma situación, totalmente sola. Durante el día, Kaimy tuvo ligeras sospechas de dónde estaba Anderson y con quien. Eso le volvió a desatar los demonios que había adquirido durante el tiempo que estuvo casada con Teylor.

Luego de unas horas lo eminente se confirmó. A altas horas de la noche fue hasta un cementerio y peor aun... tuvo una recaída en la droga.

Quise golpear mi cabeza con algo y morir al darme cuenta.

¡ESTABA EMBARAZADA!
¿Por qué no pensaba en su bebé?

Suspiré y llamé a un viejo amigo: Ronnie Rauch. Tenía mucho tiempo de no hablar con él, pero me apoyaba en estas cosas.
Él como nadie sabía de la adicción a los estupefacientes.

Se alegró de oírme y se ofreció a ayudarme a llevar a Kaimy a casa. Luego de un rato, tocó a mi puerta y confirmó que estaba sana y salva; además de bajo llave en casa.

Lo abracé y tomé las llaves de la casa de Kaimy.
Ella sabía que la encerraríamos, nos lo había pedido.

Al preguntarme como estaba le desglosé todo lo que pasaba por mi cabeza y corazón en ese momento.

Me sentía sobrenaturalmente muerta y con Cameron y Charlotte desaparecidos lo único que quería era justo eso...
Morir.

Esa noche no pegué un ojo, y Ronnie no se marchó para asegurarse de que yo estuviera bien y el día amaneciera conmigo aún viva en el mundo.

Aunque me parecía raro que el pasara la noche en mi casa, aun en vela, me sentía cómoda con nuestra vieja y aun permaneciente amistad.

No tenía miedo en absoluto que Cameron llegara y lo viera paseándose por nuestra casa. Entre él y yo no había una gota de romanticismo o segundas intenciones; simplemente, amistad de esa que mi un gran maremoto podía derrumbar. 

A pesar de las intenciones de Rauch por animarme; cada vez me hundía más.
Sin Charlotte, mi vida no tenía sentido.
¿Dónde mierda estaban metidos?

Cuando los sueños son mas que fantasías ©Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang