Carta 37.

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Veinticuatro horas. Lunes, ocho de la noche, mi paciencia había sobre rebalsado el límite.

Aun no sabía dónde estaba Cameron, por consiguiente, tampoco sabía dónde estaba Charlotte.
Mi sentimiento de poca vida había pasado de simple ser inanimado a un zombi furioso. No tener a mi hija a mi lado me estaba haciendo perder la cordura.

En un ataque de desesperación opté por pedirle ayuda a la única persona a la que le podía interesar tanto como a mí el paradero de nuestra hija.

Con mi mano temblorosa tomé el teléfono y le maqué a él.
Jean Ferguson, el verdadero padre de mi hija, Charlotte Peiken según el registro estatal del estado de California.

Era la primera vez que le pedía a Jean que hiciera algo como padre; pero lo único que me importaba era tener a Charlotte devuelta en casa.

Con Cameron arreglaría cuentas después, donde sea que estuviera.

Luego de un par de minutos un fuerte frenazo y olor a llantas quemadas se hicieron presentes frente a mi casa.
Llevándose las flores del jardín.

Jean entró eufórico a la casa, su histeria se olía en el aire.

Me levantó la voz haciéndome miles de preguntas, sobre donde estaba ella y qué era lo último que supe de ambos. Además de que me reclamó lo mucho que había tardado en pedirle ayuda.

Yo solo... no quería molestarle.

Oficialmente, era la primera vez que veía el instinto de padre nacer en Jean.
Cuantas veces me había preguntado:
¿Por qué ignoraba tanto aquel hecho?

Lo siguiente que hice fue llamar a Kaimy; ambas estábamos en la misma situación.
No se alegró mucho de saber que Jean estaba en casa; pero le dije que era a la única persona a la que podía recurrir.

Ella replanteó el hecho de no tener a nadie. Hasta dijo:

"No puedo llamar a Teylor y decirle... Perdí a tu hijo".

Tenía razón; Teylor era la persona menos indicada para acudir en esta situación.
Le dije que viniera a casa y que intentaríamos algo, al menos, ella ya no estaría sola.

Veía a Jean correr de un lado a otro de la casa. Yo solo lo mirara recorrerla. Kaimy no tardó en aparecerse.

La abracé con todas mis fuerzas, intentando comprender que era lo que les pasaba a Anderson y Cameron.

¿Cuál era su motivo para desaparecer de pronto?

Yo tenía casi dos años de convivir con Cam; Kaimy tenía tres años casada con Anderson. En lo personal, nunca me había dado causa de queja alguna.

Mi hermana fue a la cocina por un vaso de agua; Jean salió de la casa y caminó hasta su auto.

Corrí tras de él y le pregunté a dónde iba.

Solo me dijo que buscaría en algún lado; que quedándose en casa no ayudaría.

Luego de una hora, volví a quedarme sola en casa; Anderson ya había aparecido y Kaimy se devolvió.

Luego de unos minutos recibí su respuesta; informándome que tuvieron una acalorada discusión.

Anderson le aclaró dónde estaban sus hijos: Se los había llevado a sus padres, como método de corrección debido al comportamiento de Kaimy estos últimos días.

Le dijo que no los volvería a ver hasta que no aprendiera a comportarse como una madre responsable y dejara de hacer correr peligro a su embarazo.

Aunque estaba impactada por el brusco método de Anderson; Kaimy sabía que se lo merecía y, además de todo, era lo mejor.

Mientras tanto, yo seguía sin tener señales de Cameron y/o Charlotte.
Dejé correr mis lágrimas de desesperación por un rato, hasta que ese glorioso sonido tocó a mi puerta.

Corrí hasta ella y al abrirla ahí estaba, en los brazos de su padre biológico, mi pequeña Charlotte.

Jamás en mi vida había sido tan feliz de escucharla decir: "Mami."

Jean la pasó a mis brazos.
Mi reflejo fue tomarla, abrazarla y besarla.

Luego de ello, le pregunté a él si sabía algo de Cameron.

Su respuesta fue:
"No importa ya."

Después de eso, besó la frente de Charlotte y, sigilosa y disimuladamente, me besó sin que Charlotte se diera cuenta para luego dar media vuelta y volver a su auto.

Lo siguiente me sorprendió, Charlotte sacó los dedos de su boca y extendió su manita en dirección a Jean.
Me miró como rogándome porque le dijera que no se fuera.

Esa conexión en sus ojos, al fin había brillado.

Era la primera vez que ambos se veían como lo que eran, padre e hija.


Cuando los sueños son mas que fantasías ©Where stories live. Discover now