Carta 9.

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Me miré semidesnuda al espejo, pasé la mano temblorosa por mi cara.

El estado en el que me encontraba era deprimente, deplorable.
Bajé ambas de mis manos a mi vientre de seis meses.

A solo tres meses de dar a luz. Lamentaba terriblemente la condición en la que mi hija vendría al mundo.
Gracias a Dios, ella seguía intacta a pesar de los constantes maltratos de su tío y padre hacia mí.

Me dolía cada hueso de mi cuerpo y un simple toqué sobre mi piel era capaz de hacerme llorar.

En el pasado, jamás me vi en esta posición cuando pensaba sobre mi futuro.
Una mujer maltratada y abusada, emocional, físicamente y... sexual.

Desde que Kaimy se marchó de casa, Teylor intentaba continuamente abusar sexualmente de mí cuando Biel  no estaba en casa, más de una vez lo había logrado.

Luego de aquello mi inseguridad creció. No dejaba que Biel me tocara, eso lo llevó a ser agresivo conmigo e incluso me acusó de provocar a Teylor, decía que yo era una perra.

¡Mira el burro hablando de sus grandes orejas!

Después de eso, Biel empezó a abusar de mí sexualmente también.
Ahora yo solo querría despertar de ese horrible sueño.

Siempre estaba encerrada en casa cuidando de Anthony, muy pocas veces salía, y eran solo aquellas ocasiones en las que sabía que ellos no regresarían temprano.
De no ser por aquellos días en los que Kaimy visitaba a Anthony. 

Intenté decirle a mi hermana lo que estaba pasando dentro de esa casa; pero por algún motivo nunca alcanzaba a decirle la verdad por completo.

Ella creía que todo era un ligero problema; que mi matrimonio con Biel seguía siendo un mágico cuento de hadas y que Biel jamás sería capaz de traicionarme o levantarme la mano. Que era un sueño hecho realidad, el esposo perfecto, así como lo pintaban las revistas y entrevistas.
Ese era uno de los principales motivos por los que yo no salía de casa. Biel  me lo tenía prohibido. Nadie podía ver la masacre de mujer en la que me había convertido; sería una mala publicidad y eso era justo en lo que me había vuelto.

Yo era un objeto de publicidad.
La maldita pareja “perfecta” de L.A.
¡¿Acaso no veían que todo era una mentira?!

Tomé en mis manos aquel vestido color negro. Iba al funeral de Kaimy, disculpen, su matrimonio.
Mensajeaba con ella mientras me vestía, me suplicaba que parara toda aquella locura, que la ayudara a escapar de esa boda, que le pidiera a Teylor que la perdonara y fuera por ella a la iglesia.

¡No la entendía!
¿Por qué quería volver con el maldito desgraciado de Teylor?

Aunque le decía que haría lo posible por convencerlo, no era lo que enserio quería.
No quería que ese idiota volviera a tocar a mi hermana. 

Sabía que si Anderson la estaba presionando para que se casaran era por su propio bien y por el de Anthony.
Era la única forma en que podrían luchar por su custodia; además de que con él a su lado, al fin podría salir de las drogas en las que tanto estaba sumida.

Cada vez que miraba a Anderson a los ojos, podía ver el gran amor e interés que él sentía por Kaimy y lo mucho que le importaba el que Thony recuperara a su mamá.
No quería impedir esa boda; nadie mejor que yo para entender los motivos por los que no quería que mi hermana volviera a casa de los Kantor.

Anderson cuidaría bien de ella.

Luego de mucho maquillaje al fin salí del baño siendo apenas presentable.
Suspiré al ver la mágica transformación de mi apariencia ante los cosméticos. Las mangas largas de mi vestido esconderían los moretes de los brazos.
Nadie se daría cuenta del infierno por el que pasaba mi cuerpo.

Caminé hasta la cuna de Thony y lo levanté.

Besé las mejillas de mi bebito y lo pasé a la cama. Vistiéndolo con un pequeño traje que Anderson había comprado para él.
Pantaloncitos de vestir, camisa blanca, tirantes y un corbatín. ¡Ah! Sin olvidar aquella alegre boina color rojiza.

Este guapo sí que iba a dar de que hablar, su manera risueña de balbucear me hacía pensar que nada sucedía.
Él me ayudaba a olvidarme de los problemas con sus ojitos miel y piel de algodón.
Mi única alegría dentro de esa casa.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro al ver lo guapo que se veía.

Aquella sonrisa se borró de mi rostro al notar la detestable figura de mi esposo en el marco de la puerta.

Me miró con un gesto de sorpresa para luego cruzar sus brazos.
No le había mencionado nada sobre mis intenciones de salir; pero no pensaba perderme la boda de mi hermana.
Con seriedad le di la espalda, mientras tomaba un bolso en el que llevaría las cosas que necesitaba para Thony. 

“¿Piensas decirme a donde crees que vas?”, me preguntó Biel  haciendo un ligero recalque de la palabra “Crees”.

Guardé silencio y terminé de buscar lo que necesitaba por la habitación.
Se me estaba haciendo tarde para la ceremonia.
Al intentar salir de la habitación, obviamente, Biel se atravesó en mi camino.

Lo miré seriamente dándole a entender que esta vez no me vencería.
Acercó su rostro al mío e intentó besarme, retrocedí dos pasos atrás. Eso le molestó, pero optó por dibujar una hipócrita sonrisa en su rostro.

Lo siguiente que me dijo fue: “Estás preciosa”, era un cumplido que no salía de su boca desde hace demasiado tiempo y, sinceramente, no me interesaba escucharlo viniendo de él.

Yo continuaba aplicándole la ley del hielo, no quería hablarle, estaba decidida a no hacerlo.

Biel continuó ahí de pie, mirándome como pervertido. Thony empezaba a pesarme y él continuaba ahí, evitando que yo saliera.

Insistió una vez más en hacer conversación conmigo; me aclaró que no era necesario que le dijera a donde iba, él ya lo sabía, y que tanto él como Teylor me dejarían ir a la boda y llevar a Thony conmigo.
Luego de ello hizo un corte para acercarse a mí.
No pude retroceder porque la cama me lo impedía.

Biel me tomó la quijada con fuerza y me hizo mirarlo a los ojos.

“Teylor habrá dejado ir a tu hermana; pero que ni pienses que tu tendrás esa suerte. Veas a quien veas en esa fiesta o cual sea el motivo por el cual te arreglaste de esta forma. Siempre serás mía y no podrás escapar de mi tan fácil”.

Me forzó a besarlo y luego se marchó.

Las lágrimas de desesperación ante sus palabras inundaban mis ojos con peligro a correr mi maquillaje.
¿Enserio estaría condenada a esto para siempre?

Cuando los sueños son mas que fantasías ©Where stories live. Discover now