Cap. 2

1K 113 21
                                    

El parque estaba tranquilo, solo estaban muy pocas personas.

Ed suspiró sentándose sobre unas bancas de madera. Cerca a él y de espaldas, un joven sentado sobre el césped, practicaba tocando la guitarra mientras de a ratos escribía, con su mano izquierda sobre un cuadernillo. Ed no le dió mayor importancia y abrió uno de sus libros de medicina; leyó unas líneas hasta que escuchó cantar al joven de la guitarra, levantó su vista y lo observó, jamás había escuchado una voz tan llamativa, tan angelical.

Intentó seguir leyendo pero esa voz tan suave, melodiosa y casi femenina, hizo que su mirada se dirigiera denuevo hacia aquél muchacho; la gente pasaba como si nada y Ed no comprendía como nadie ni siquiera lo miraba ni paraba para escucharlo, si no que lo ignoraban completamente.

No podía verle el rostro, pero de atrás podía observar que aquél muchacho, desde luego, era distinto a los demás, al menos para Ed. Aquél joven vestía pantalón marrón claro, camisa a cuadros rojiza con tirantes, y sobre todo su hermoso cabello rizado y rojizo, combinaba con la camisa que portaba.

Un viento fuerte se hizo presente volando varios apuntes por el aire y esparciéndolos por el césped...

Ed se desesperó, sobre todo porque dos de aquellas hojas fueron a parar al lado del chico de la guitarra, quién no tardó en tomarlos y ojearlos un poco, luego observó alrededor para ver de dónde le habían llegado.

Luego de haber recogido del suelo las ocho hojas y  tomando sus libros, Ed se dirigió hacia el chico de pelo rojo:

—¡Hola! lo siento, son mis apuntes, se me han caído por el viento.

—¡Oh sí, toma...! —dijo entregándole aquellos apuntes; se miraron a los ojos por un segundo, Ed bajó su mirada, aquellos ojos azules lo flecharon de inmediato, mientras el joven de rizos siguió diciendo—. El clima ha estado loco estos días ¿y tú que hacías? —le preguntó buscando un tema de conversación. 

Ed se dejó caer sobre el césped, sentándose frente al chico que acomodaba su guitarra.

—¿Yo? estudiando obligado por mi padre.

—¿De verdad? —dijo riendo.

—Así es —profirió Ed ya relajado.

Aquél chico tan simpático, cuyo rostro estaba cubierto de pecas, se ganó la confianza de Ed y viceversa.


Aquél chico tan simpático, cuyo rostro estaba cubierto de pecas, se ganó la confianza de Ed y viceversa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Ilustración: @Alisson_7687
¡Muchas gracias!

Simply Love  (S.R)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora