Cap.86

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Wuppertal-Alemania.

Luego de instalarse junto a su colega en un hotel donde pasarían su estadía, los galenos se alistaron; muy prolijos y pulcros se presentaron en el hospital más importante que tenía esa ciudad.
Médicos de países vecinos se hicieron presentes también.

En una gran mesa se acomodaron todos. La conferencia había comenzado, siete minutos después un médico se hizo presente; el anfitrión de aquella junta lo miró de mala manera.

-¿¡Dr. Shwartz, sabe que esto es una falta de respeto hacia sus colegas no!?

-¡si, si lamento mucho llegar tarde!- dijo dirigiéndose a los veintitrés médicos que permanecían sentados-. ¡he tenido un pequeño percance...!

-¡no importa lo que haya pasado, la puntualidad es algo importante y lo sabe Dr. Shwartz, debería darle vergüenza, ahora ubiquece no espere que lo ponga al tanto de lo que estabamos hablando!- dijo interrumpiendo el médico anfitrión.

Ed arrugó el entrecejo. "¿Tanto por solo siete minutos de retraso?" pensó.

El Dr. Shwartz, rubio, ojos celestes y extremadamente guapo, comenzó a estrechar la mano de cada médico que se encontraba sentado.

Ed fue el único que se pudo de pie para saludarlo y estrechar su mano; al hacerlo se miraron sus rostros con una leve sonrisa

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Ed fue el único que se pudo de pie para saludarlo y estrechar su mano; al hacerlo se miraron sus rostros con una leve sonrisa. El saludo fue breve,  pero ambos no pudieron evitar sentir cierta atracción. Algo extraño sucedió al momento de estrechar sus manos.

El joven rubio se sentó frente a  Ed con su carpeta.
Todos escuchaban atentos a las explicaciones del anfitrión, algunos tomaban nota como lo hacía Ed, pero este podía sentir que alguien lo observaba. Desde luego al levantar la vista, constató de que se trataba de aquél joven rubio.
Ed le regaló una leve sonrisa y volvieron a sus anotaciones.
Toda la hora y media que duró la reunión, se lanzaron miradas todo el tiempo.

No fue hasta tres días después que el Dr. Shwartz se apresuró a sentarse junto a Ed. Tímidamente se dieron los buenos días, el rubio hablaba inglés con fluidez, y eso fue una buena ventaja.

Uno y otro se lanzaron miradas y sonrisas una vez más.

-¿tienes algo que hacer luego de la junta?- le susurró el rubio disimuladamente mientras hacía unas anotaciones.

-¿no, porqué?

-si gustas, podemos tomar algo...

-¡si claro, me encantaría!

-¡bien!

Se dijeron entre susurros.

Al terminar la reunión, salieron juntos del hospital, ya casi era mediodía.

-mi nombre es Maximilian Klaus Shwartz ¿y el tuyo?

-Ed Christopher Joyce, tienes un bonito nombre.

-igualmente- rió- ahora agradezco mucho las clases de inglés que tuve en mi niñez y adolescencia, siempre pensé que no servirían de nada, pero ahora que te conozco, es gracias a ello que podemos comunicarnos.

-si... siempre me decían que era necesario saber otros idiomas, pero aquí estoy... soy galés, asique hablo mi lengua natal, obviamente inglés y al hacer mucha ayuda humanitaria, aprendí el lenguaje de señas.

-¡wow interesante! ¿Haces ayuda humanitaria?

-si, soy el director del hospital central de Manchester, pero nunca dejé de atender gratuitamente a las personas que más lo necesitan, también entrego medicamentos gratis, todo sale de mi bolsillo.

-¡oh eres un ángel...!- dijo Maximilian sin dejar de mirarlo.

-¡gracias! ¿Puedo preguntarte algo?

-¡adelante!

-¿porqué tanto alboroto el primer día que te presentaste?, ese hombre casi te humilló ante todos solo por llegar un poco tarde.

-¡ah! es que aquí todos somos muy puntuales, llegar tarde se considera una falta de respeto; ese día no fue uno bueno para mí, lo único interesante que me sucedió fue estrechar tu mano.

Ed se sonrojó.

-¡bueno... gracias!- dijo con cierta timidez

-y bien Ed, ¿te gustaría almorzar y tomar unas cervezas?

-¡sí claro, me encantaría!- exclamó Ed sorprendido porque aquél rubio sea tan directo en sus palabras.





Simply Love  (S.R)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora