Paseo en coche

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ROBIN

Apoyado en el coche esperaba a que apareciera la mujer de mis sueños de pelo rojizo. Y por la apareció arrastrando una pequeña maleta con una sonrisa en la cara, más pequeña que la mía debido a sus pequeños labios. Se acercó a paso lento pero firme, y yo sin apartar por un segundo la mirada de ella.

-Nos vamos y dejas de mirarme así?.-dijo sonrojándose. Pero.. como sabía que la estaba mirando descaradamente?

-Si, vamos.-agarré su maleta y la metí en el maletero mientras ella entraba en el coche. Me puse al volante y una vez puestos los cinturones arranqué.

-Parece que te gusta mucho mi camiseta que no te la sacaste..-le dije burlón.

-Ni me acordé de ella. Pero mejor que Ana no me la vea que igual me la roba o me la rompe.

-Ya me robó a mi una el año pasado que se contente con esa, la tuya es tuya y punto. Guardala bien, las camisetas son como mi corazón, no se la doy a cualquiera.-le guiñe el ojo y le eché mi sonrisa mas seductora, lo que hizo que se volviera a sonrojar y girara la cabeza para hacer que miraba por su ventana.

Se mantuvo mirando por la ventana pensativa durante varios y largos minutos. Lentamente fue girando su cabeza hasta mirarme con ganas de decir algo pero sin saber que palabras escoger.

Su cara me preocupaba, realmente no sabía que le pasaba por su mente para que tuviera así. Le di tiempo para pensar.

-Robin.-quitando unos segundos la vista de carretera para mirarla y volver a la carretera.-porqué me dices esas cosas tan bonitas?

-Pues eso que no viste lo que te puse en la camiseta.-farfullé.

Su pregunta me dejó atónito y no sabia que contestarle, divisé un aparcamiento al lado de un paseo por la playa, dejé el coche allí y le hice un gesto con la cabeza a Sam para que me acompañara. Salió y se puso a mi altura y empezamos a caminar en silencio. No sabía que decirle, podía decirle la verdad pero no sabía como reaccionar, igual no quería volver a verme, pero escapar no podía, estábamos en un paraje desierto y llegar a casa andando tardaría todo el día, lo mejor era decirle la verdad y sacarme un peso de encima. Sam fue rezagándose detrás mía y cuando me giré estaba leyendo la dedicatoria, al ver que la vi la leyó en alto.

-Para la chica mas guapa y especial del campus, de la tierra y del universo.-su cara estaba roja como un tomate y la mía no debía ser menos, dicho por ella en alto era algo vergonzoso.

Me acerqué a su posición y me apoyé en la barandilla y suspiré.

-No se que quieres que te diga si ya esta todo dicho.

-Todo. Porque no entiendo nada.-se acercó a la barandilla y se puso mirando al mar y la imité apoyando mis codos en la barandilla.

-Lo único que te puedo decir, es que nunca he conocido a nadie como tú, que eres la más guapa.-señalé la camiseta que le regalé.-que cuando me despierto estoy deseando verte y al entrar al comedor estoy deseando comer contigo, y que deseo que lleguen las noches para poder soñar contigo, y que desde que besé tus labios no quiero besar otros.-acaricié con mi pulgar su labio inferior.

Su cara se iluminó y se abalanzó a darme un abrazo muy efusivo, el cuál yo respondí. La retuve todo el tiempo que quiso entre mis brazos, hasta que ella se alejó lo suficiente para verme a los ojos.

-Sueño con una tableta de cuadraditos desde que la toqué en una piscina y me perdí en los ojos verdes de su dueño.

La besé.

La besé después de tanto tiempo añorando esos labios, los únicos que quiero besar y los únicos que encajan con los míos. Pasionales, tiernos, dulces y cálidos.

Estaré aquí, contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora