Prólogo

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A través de la lluvia

* Prólogo *

Llueve.

La lluvia me empapa en cuestión de segundos, mi ropa se pega a mi cuerpo, pero esa es la menor de mis preocupaciones en este momento.

Duele.

Mi cuerpo duele, en especial mi rostro, el cual palpita dolorosamente, sangre saliendo de mi nariz, pasando por mi boca, mezclándose con la lluvia que rueda por mi cara antes de caer de mi mentón. Tengo un ojo entrecerrado, que me hace soltar un quejido cada vez que intento abrirlo.

Nunca he sido una persona violenta. Nunca he instigado una pelea así que me parece irónico encontrarme en esta situación. Tirado en un callejón, mi espalda contra la pared, a duras penas puedo mantenerme sentado. Los pequeños cortes en mi cara causados por los fuertes golpes arden al contacto con el agua helada de lluvia al igual a mis nudillos rotos por intentar defenderme. Hago una mueca de dolor.

Salí esta noche para familiarizarme con esta nueva ciudad, mi primera noche en la universidad, vaya que me ha ido mal. Un grupo de chicos de mi edad me empujaron a este callejón, me robaron y me golpearon hasta que perdí el conocimiento. No entendí la necesidad de atacarme así, yo les di todo voluntariamente.

<<Vamos, no te duermas, Apolo>>.

Me recuerdo al luchar por mantenerme despierto. Recibí muchas patadas en la cabeza, y sé que necesito que me revise un médico antes de dormirme, o algo así me explicó mi hermano que estudia medicina hace tiempo. Sin embargo, es tan difícil.

Mi vista se vuelve borrosa y trago, hasta hacer algo tan simple me duele. Sé que necesito levantarme, pero cada vez que lo intento, mi cuerpo se rinde, cayendo contra la pared una vez más. Gritar por ayuda es inútil bajo esta lluvia, el ruido del agua cayendo con fuerza sobre el pavimento y los botes de basura me rodea. El frío de otoño me hace temblar, adormeciendo mis extremidades.

Solo dormiré un segundo, solo un momento hasta que pase la lluvia.

Un segundo...

Mis ojos se cierran, mi cabeza colgando a un lado.

Cítrico.

El olor de un perfume cítrico me hace arrugar la nariz, y me despierta un poco, me doy cuenta de que la lluvia ya no golpea mi piel. Abro los ojos ligeramente, una figura borrosa esta frente a mí, usando su paraguas para cubrirnos a ambos.

—Ey, ey —una voz femenina susurra, la figura inclinándose hacia mí—. ¿Puedes oírme?

Asiento porque no encuentro la fuerza para hablar.

—Ya le he marcado al 911, dicen que estarán aquí en 5 minutos y que te mantuviera despierto —su voz es tan suave, tan tranquilizante, quiero dormir solo un poco—. ¡Ey! —Su mano toma mi rostro golpeado y una punzada de dolor me cruza, estremeciéndome—. Lo siento, pero no puedes dormirte.

Mi respiración deja mis labios temblorosos entreabiertos y se vuelve visible por el frío.

—Frí-frío —tartamudeo, temblando.

—Por supuesto que tienes frío, ash —puedo escuchar la duda en su voz—. ¿Qué hago...? solo aguanta un poco, ¿sí?

Débilmente, extiendo la mano hacia ella, agarrando la orilla de su camisa y la jalo hacia mí. Ella suelta un chillido cayendo hacia adelante sobre sus rodillas en medio de mis piernas extendidas sobre el pavimento.

Frío.

Levanto mi otra mano y envuelvo mis brazos alrededor de su cintura, abrazándola, enterrando mi cara en sus pechos.

—¡Oye! ¡Ey!

—Calor...— susurro, temblando contra ella, mojando su ropa.

Ella deja de intentar apartarme y suspira.

—Bien, solo te dejo porque te ves fatal, y estás helado —murmura, y yo solo disfruto de su calor, de su olor, esa mezcla de perfume cítrico con la fragancia de su piel—. Y te informo que no dejo que los chicos me abracen en la primera cita, considérate afortunado.

No sé si está bromeando, pero solo quiero quedarme aquí. Su corazón está acelerado, ¿Por qué? ¿Tiene miedo?

—Oye, pero no te duermas, ¿sí? Ya puedo escuchar las sirenas de la ambulancia, estarás bien.

Yo también las escucho y de pronto, escucho muchos pasos y ella me aparta, aclarándose la garganta. Quiero protestar, el frío golpeándome de nuevo, pero de pronto varias personas están frente a mí con linternas y todo se vuelve confuso de ahí en adelante.

Acostado en una camilla, extiendo mi mano hacia ella de nuevo y ella la toma.

—Estarás bien, —susurra, apretando mi mano con fuerza antes de soltarla.

Y solo puedo ver su silueta quedarse allí en ese callejón con su paraguas sobre ella, me ha salvado así que estoy seguro que nunca la olvidaré.

Nunca olvidaré a la chica que conocí a través de la lluvia.


A través de la Lluvia [Hidalgo #3] [En librerías] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora