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El sonido del viento contra los ventanales del dormitorio despertó a Kyla aquella mañana, era enero, época en la que en Escocia hace mucho frío y a pesar de haberse asegurado varias veces de cerrar  las ventanas la noche anterior, por la fuerza del viento se habían vuelto a abrir  y una brisa terriblemente fría recorría la habitación. 

Kyla se quedó unos minutos en la cama, observando el paisaje que se podía ver a través de la ventana. Adoraba contemplar aquellos prados verdes que se extendían hasta donde alcanzaba su vista. Cuando decidió que ya había tenido suficiente, se levantó de la cama, se vistió y se trenzó el pelo.

Bajó las escaleras que llevaban al comedor lentamente, sabía cual sería el tema de conversación durante el desayuno y no era especialmente de su agrado, así que intentó demorar el momento lo máximo posible, pero de nada sirvió, ya que su hermanastra Caroline la esperaba al final de la escalera con una falsa sonrisa. Desde la muerte de su padre, ella y su madre habían cambiado mucho. Mientras su padre vivía siempre se habían comportado muy bien con ella, a pesar de ser muy diferentes, nunca tuvieron prejuicios como tantas otras personas le demostraban a diario por llevar sangre escocesa e inglesa, pero tras su muerte, lo único que había recibido de ellas eran insultos y desprecio. Más de una vez había pensado en escapar, pero el pensar en separarse de aquella casa, el único recuerdo que le quedaba de sus padres, le hacía llorar de la impotencia. También le había ayudado mucho Margaret, la cocinera, quien tras la muerte de su padre se había convertido en su única aliada dentro de la casa.

Al ver a Caroline sonreírle así, no pudo evitar fruncir el ceño, sabia que eso no podía significar nada bueno, y en cuanto llegó hasta ella, confirmó sus sospechas.

- Vaya, vaya. Ya era hora de que te levantaras. -dijo Caroline con mala cara mirándola de arriba a abajo.

Kyla tuvo el impulso de contestar, pero sospechaba que algo pasaba, así que la dejó continuar.

- ¿No sabes que no es de buena educación hacer esperar a los invitados? Hay uno especialmente desesperado por verte. Si hubieras tardado más, puede que hasta le hubiera dejado subir. Y ambas sabemos de qué manera te habría despertado.-dijo, riendo al pronunciar las ultimas palabras.

A Kyla le hervía la sangre, estaba harta de todo aquello, sabia perfectamente de quién hablaba y aquello le provocaba nauseas. Para que aquella no montara una escena, disimuladamente la asió del brazo y apretándole lo más que pudo la mano, dijo:

-Vayamos al comedor, estoy deseando ver a mi prometido.

Aquello sorprendió a Caroline, aquella reacción por parte de su hermanastra no era normal, ni siquiera la había insultado, y eso había echado por tierra sus planes para demostrar cómo era aquella chica a Angus, quien habia observado la escena desde la puerta de la cocina, que daba directamente al final de la escalera, y así lograr que la despreciara. A pesar de que aquel hombre causara náuseas con tan sólo mirarlo gracias a sus horribles verrugas y los pocos dientes que conservaba, aquel hombre era agradable con su hermanastra pese a su reputacion con las mujeres  y quería algo mucho mas horrible para ella.

Al entrar al comedor todos se giraron para verlas. Kyla se fijó especialmente en Angus que la miraba con lujuria y aquello le proporcionó unas terribles náuseas, sobretodo cuando pensaba en que en poco más de un mes aquel hombre tendría todo el poder para hacerle cualquier cosa. Intentando olvidar su triste destino, con desesperación recorrió el comedor con la mirada esperando encontrar a Margaret, pero se sorprendió al no verla junto a Daliah, su hija, así que decidió dirigirse hacia ella para preguntarle, pero alguien le agarró del brazo y se lo impidió. Cuando se dio la vuelta vio de quien se trataba, era Angus, que con la misma mirada que habia demostrado anteriormente, seguía aterrorizándola.

- ¿Se puede saber a donde te dirigías, mujer?

<<A cualquier sitio en el que no estés tu>> pensó ella.

Pero él continuó.

- Eres mi prometida, lo primero que debes hacer es saludarme a mi, si tu no te comportas bien conmigo, yo tampoco lo haré.

- Lo siento. No se volverá a repetir. Pero si no he entendido mal nuestro acuerdo, hasta que no haya un anillo en mi dedo puedo hacer lo que quiera sin su permiso, por lo tanto, voy a saludar a una amiga. - dijo mirandolo con fiereza, sabía que desafiar de aquella manera a un hombre como él solo le causaría problemas, pero en ese momento solo le importaba Margaret.

Sin esperar una respuesta, se dio la vuelta y caminó hasta Daliah, quien le sonrió al ver que se acercaba a ella.

- Hola milady - dijo Daliah cuando Kyla se sentó junto a ella.

- Daliah, te he dicho miles de veces que no me llames así, lo odio. Además, somos amigas.

- Lo siento. - dijo la chica enredándose un mechón rubio de su pelo en uno de sus  dedos.

- ¿Sabes donde esta tu madre? Me tiene que dar unas hierbas muy importantes pero no la veo, y habíamos quedado en que me las daría hoy.

- La ultima vez que la he visto ha sido esta mañana. Me dijo que se retrasaría un poco y que intentara que nadie lo notara hasta que ella llegara porque tenia que encargarse de algunas cosas.

- ¿Y no sabes cuando llegará?

- No, lo siento.

- Vale, muchas gracias Daliah. - dijo levantándose de la mesa.

Miró hacia la mesa en la que se tenia que sentar, había un hueco entre su madrastra Diane y Angus, quien había estado observándola todo el tiempo y ahora tenia una mirada amenazadora. Por un momento pensó en escapar en busca de Margaret pero tras sopesar que aquello no era buena idea, decidió sentarse junto a ellos, quienes hablaban de su compromiso.

- Hola querida. ¿Has dormido bien? - dijo Diane con una sonrisa tan falsa como la que anteriormente había puesto su hija.

- Hola. Sí, muy bien. - dijo sirviéndose algo de fruta que había en la mesa. Se había levantado con un hambre atroz, pero de repente se le había pasado al ver aquella situación.

- Justo estábamos hablando de vuestro compromiso. - dijo Carloline alargando esta ultima palabra - Hemos pensado en adelantarlo, porque Angus partirá a Inglaterra dentro de poco y no sabe cuando regresará. La boda será pasado mañana.

Aquello dejó a Kyla petrificada, no podía casarse con ese hombre. A pesar de que aquellas arpías hubiesen convencido a su padre cuando estaba enfermo de hacer aquel trato a cambio de algunas tierras, sabía que aquello no era la voluntad de su padre, pues él nunca la dejaría contraer matrimonio con alguien así, y lo que menos les importaba a ellas eran las tierras, seguro que las regalarían nada mas tenerlas. A ellas tan solo les interesaba deshacerse de ella.

<<Debo encontrar a Margaret cuanto antes>> pensó.

Se disculpó y se levantó de la mesa. A pesar de las miradas amenazadoras de su prometido, salió de la casa y corrió hasta el establo. Allí estaba John, un joven chico que siempre la habia tratado genial, Margaret siempre le decia que estaba enamorado de ella, pero ella nunca se lo habia tomado en serio. Él cuidaba de los caballos y nada mas verla le sonrió y como siempre, le sacó a su yegua Blue. Kyla sonrió al ver a su yegua, su blanco pelaje brillaba mucho y le recordó a cuando su padre se la regaló cuando ella tenia diez años, poco antes de la muerte de su tía Leslie, habían crecido juntas y uno de los pocos recuerdos que le quedaban de su tia era de ella enseñándola a montar, tambien la unía un poco a su madre, ya que el unico familiar de ella al que habia conocido era su tia. Kyla le dio las gracias a John y se subió de un salto a Blue. En cuanto había salido del establo comenzó a cabalgar en dirección al pueblo en busca de Margaret, sabía perfectamente donde estaba, pues ella misma le había pedido aquel favor.

CON UNA CONDICIÓNWhere stories live. Discover now