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Una vez ya todos juntos, prosiguieron su camino y Kyla no dejó de observar a Ewan, pretendía incomodarle y conseguir así que le dijera algo, pero no lo consiguió y tras una larga espera fue ella quien nuevamente inició la conversación, esta vez susurrando.

-¿Que quería? Se que ha sido usted el que me llamaba, es de mala educación dejar plantada a una señorita.

Él la miró pero giró la cara.

-Si no entiende mi idioma, ¿qué pretendía llamándome? ¿O era una broma? Es gracioso reírse de una mujer que no entiende nada de lo que hablan en sus narices, seguro que Niall tuvo esa gran idea. Hombres. No pueden ser ustedes más simples. -diciendo esto dio media vuelta pero cuando se disponía a darle la señal a Blue y que esta comenzara a caminar, notó que Ewan la miraba seriamente y vio sus manos sujetando la cuerda de su yegua impidiendo que avanzara.

-No señora, aquí no.

Kyla miró a su alrededor y vio que Niall giraba la cara repentinamente, les estaba mirando. Entonces lo comprendió y asintió a Ewan.

Algunas horas más tarde pararon de nuevo, esta vez junto a un gran lago. Pese a no ser de noche, decidieron parar ahí y montar el campamento, ya que les parecía un sitio perfecto y algunos hombres deseaban bañarse. Ella también se moría por darse un baño pero no estaba segura de querer hacerlo en ese agua ni delante de aquellos hombres, por lo que guardó su entusiasmo para cuando llegaran a una posada o algún sitio donde tuviera una bañera y agua caliente a su alcance.

Junto a algunos hombres, se dirigió al lugar en el que ataban a los caballos y ató a su yegua. Se quedó acariciándola esperando ver pasar a Ewan, quien tardó muy poco en aparecer y cuando lo hizo, se puso delante de él impidiendo que siguiera su camino.

-Hablemos ahora.-dijo seria con los brazos cruzados y mirando fijamente los intimidades ojos de él.

-De acuerdo.-respondió el hombre para su sorpresa, lo que la hizo abrir mucho los ojos por la sorpresa.

Esperaron a que se fueran todos los hombres a arreglar el campamento y con la excusa de dar de comer a los animales y asegurarse de su buen estado, Ewan se quedó allí.

-¿Por que quería hablar conmigo en el bosque?-preguntó ella sin pelos en la lengua.

-Quería que supiera que sí que hablo su idioma, me ha dado pena lo que ha pasado antes y pretendía pedirle perdón.

-¿Y por qué se ha ido? He ido a buscarle y no estaba.

-El señor MacLeod no dejaba de mirarla, no podía arriesgarme a que me viera en el bosque con usted a solas. ¿Qué haría conmigo? Probablemente me mataría incluso si me viera ahora hablando con usted.

-¿Por saber hablar mi idioma?

-No, claro que no. Muchos hablamos su idioma, algunos más que otros pero al menos lo entendemos.

-¿Y por qué no ha intentado nadie hablar conmigo? -exclamó ella llevándose las manos a la cabeza sin poder creer lo que escuchaba- El señor MacLeod me dijo que no sabían mi idioma.

-El señor MacLeod nos impidió hablar con usted, señorita, él quería ser el único que pudiera hablar con usted. Nunca había visto al laird Niall tan implicado por una mujer.

Kyla echó a reír. Dudaba mucho de aquella afirmación, pues su actitud hacia ella no demostraba lo mismo. De echo estaba algo enfadada por su comportamiento con ella.

-Lo siento pero creo que se equivoca. Lo único que busca es molestarme y la verdad es que lo ha conseguido. Ahora mismo iré a hablar con él, no se quien se ha creído que es para decidir con quien puedo hablar y con quien no.

-Señorita, solo busca protegerla. Algunos hombres no saben comportarse entre mujeres y es por eso que hizo guardia en su puerta anoche.

-¿Qué?

-¿No lo sabía? Vaya, no quiero meterme en líos.

-Cuéntemelo por favor.

-Anoche uno de nuestros hombres, Malcom, bebió demasiado. Bueno, en realidad casi todos bebimos demasiado, pero él no sabe controlarse. Entonces los vimos a usted y al señor MacLeod salir a dar un paseo. Hicimos apuestas algo vergonzosas pero bromeábamos, cosa que pareció ser que Malcom no entendió y cuando volvió usted a su tienda se dispuso a entrar. Afortunadamente el señor MacLeod continuaba vigilándola y pudo detenerlo, no sin antes darle un fuerte puñetazo para hacerle entrar en razón. Ninguno más intento nada pero para asegurarse, el señor durmió en la puerta de su tienda.

Kyla no podía creer lo que escuchaba. Miles de mariposas se instalaron en su estómago y con ellas una enorme sonrisa en su boca. No entendía esa repentina felicidad ni tampoco la necesidad que había nacido de buscar a Niall y hablar con él. No le encajaban las piezas del puzzle y estaba dispuesta a ello.

-Gracias por esta conversación, Ewan.

-¿Cómo sabe mi nombre?

-Aprendo rápido, parece que el gaélico no es tan difícil al fin y al cabo. Por cierto, ¿le importaría darme algunas clases?

-Por supuesto que no, señorita. Cuando usted lo desee.

-Gracias. Hasta luego, voy a buscar al señor MacLeod, me debe alguna que otra explicación. 

-Le ruego no me meta en líos por favor, mi esposa y mi hija me esperan en Dunvegan, no puedo permitirme la desconfianza del señor.

-Le prometo que no le ocurrirá nada.

Diciendo esto se marchó en busca de Niall, sabía que no debía estar muy lejos: o bien en el lago, o en su tienda, o bebiendo junto con los demás hombres. Primero, buscó en el campamento, ni rastro del señor, intentó buscar su tienda, pero era imposible que estuviera allí, pues aun no estaba montada del todo, por lo que su última opción fue el lago, y decidida a encontrarlo allí, preparó las palabras que quería decir. 

El lago no era enorme pero lo suficiente como para bañarse tranquilamente. Estaba rodeado de arboles y arbustos y en un lado había unas grandes y altas rocas que le daban un aspecto único. Buscó a Niall en él pero no lo encontró, solamente vio a dos hombres, quienes la miraron y murmuraron algo entre ellos con caras largas. Al ver su plan truncado decidió ir a dar un paseo, no muy lejos, por los alrededores. Caminó entre grandes arboles y arbustos, pero lo que más le llamaba la atención eran las pequeñas flores, aquellas que a algunas personas les parecían simplemente hierbajos, para ella siempre habían simbolizado fortaleza, eran flores salvajes que sin importar ni el tiempo ni la estación siempre resistían y era posible verlas. Recogió algunas e hizo un pequeño ramillete. Había pasado ya bastante tiempo cuando escuchó lo que parecía un chorro de agua, por lo que no dudó en acercarse a curiosear de donde procedía aquel sonido, se llevó una gran sorpresa cuando vio un pequeño lago con el agua más clara que había visto, el sonido correspondía a una pequeña catarata que salía del nacimiento del agua entre las rocas. Ante semejante paisaje no dudó en desvestirse y bañarse, pues los hombres estaban lejos de allí y aquel era el lago más bonito que había visto nunca. Dejó el vestido con el ramillete de flores y se metió al agua con el camisón, ya que no se fiaba del todo a bañarse desnuda por si había algún curioso por la zona. 

Al principio le cubría poco, pero antes de darse cuenta, el agua ya le cubría por la cintura, estaba fresca pero no demasiado, se sentía tan relajada que no dudó en meter la cabeza y a continuación dejarse llevar mientras flotaba en el agua con los ojos cerrados, tanto se dejó llevar que no se dio cuenta de los ojos claros que la observaban atónitos desde la otra parte del lago, junto a la pequeña cascada.

CON UNA CONDICIÓNWhere stories live. Discover now