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Me encontraba sentada en uno de los bancos de la iglesia del pequeño pueblo de Forks.

Mi cabeza yacía sobre mis rodillas, mientras mis ojos luchaban por permanecer abiertos. No fui capaz de volver a entrar a mi casa. A mi propia casa, y todo sobre un maldito fantasma atormentado y tremendamente egoísta creía que todavía le pertenecía solo por haber muerto en ella.

Las palabras y las expresiones de la anciana aún me atormentan. Ni siquiera le he preguntado su nombre, aunque dudo que quiera volver a verme.

-Cariño, ¿estás bien?- una voz temendamente dulce me hizo dar un brinco.

Mis ojos desorbitados enforacron a una monja con una hermosa y cálida sonrisa. Era una anciana, con las manos unidas y entre ellas un rosario.

-Estabas casi dormida- se sentó a mi lado y yo me apresuré por espabilarme- ¿No tienes dónde dormir?

Casi me río de sus palabras, pero por cortesía, me levanto y fuerzo una sonrisa.

-Lo siento, he tenido unos problemas con mi casa y bueno...- miré la estatua de Jesús en la mitad de la iglesia y negué, sintiéndome ridícula al haber venido aquí. Miro a la monja y le tiendo la mano- Soy Tessa, por cierto. Y a sido un placer.

-Lorraine.

Me tiende la mano y no me queda otra que cogérsela.

Entonces, su expresión cambia por completo. Sus ojos emiten un brillo lleno de horror y casi se puede ver cómo la sangre huyó debajo de su piel pálida y arrugada.

Iba a quitar la mano antes de que ésta me la soltase con disgusto, como hizo la anciana anterior, pero ésta me sorprendió cogiéndome la mano entre sus manos y dándole la vuelta, de modo que mi palma quedó expuesta ante ella.

La cruz invertida le hizo soltar mi mano como si le quemase y dió un paso hacia atrás.

-No se preocupe- digo fingiendo una incómoda risa- Estoy muy unida con Dios y quise hacerme un tatuaje, pero la cosa salió mal y...- carraspeé, sintiéndome ridícula-...Adiós.

Me di la vuelta, echando casi a correr hacia las dobles puertas de la iglesia, pero su grito llamando mi nombre me detuvo.

Ese grito me resultó demasiado familiar por alguna extraña razón, pero me giré, para verla caminar hacia mí. Su expresión era seria, pero en ningún momento me hizo sentir inferior.

-Ambas sabemos que la razón de esa herida no es un tatuaje fallido, ¿verdad?- susurró y mi vista se dirigió hacia el cura de la iglesia, que desde lo lejos, mantenía la vista fija en nosotras- Mira, me encantaría mantenerme en contacto contigo- me dijo poniendo su mano sobre mi hombre, para captar mi atención, pero la retiró a los segundos.

Es como si mi tacto le hiciste sentir algo incómodo.

-Claro...- susurro esperanzada porque alguien en este pueblo no me mire mal ni huya de mí- ¿Puede venir a mi casa mañana?- le pregunto de sopetón y hay un extraño brillo de diversión en su mirada- Digo para hablar sobre...

-Claro, perfecto- me sonríe, dando una plamada. Y con una ligera risa, mira el reloj en la pared de la iglesia- Aunque en teoría, mañana ya es hoy. Te veré dentro de cinco horas. ¿Te parece bien?

Calculo eso como a las dos.

Le sonrío una última vez antes de centrar mi vista en la estatua crucifijada de Jesús.

A continuación, salí, cerrando la puerta detrás de mí.

No pensaba de ninguna manera quedarme en la calle.

DIABLO✓Where stories live. Discover now