-17©-

722 106 14
                                    

Capítulo dedicado a @karensg_14. Votad y comentad para seguir subiendo capítulos y dedicatorias.

Cuando entro en casa, lo hago con un papelito metido en el bolsillo de mis shorts.

Tenía claro lo que iba a hacer, así que me apunté levantarme temprano para partir hacia el norte de Forcks.

Vivían en un pueblo a unos 70km de aquí, pero valía la pena ir con tan sólo sacar un poco más de información.

Porque tenía claro que en este pueblo, nadie te iba a decir nada sin antes ponerte en su lista negra.

Me encargue de parar junto a una farola y llamar a Lorraine.

-¡Hola, cariño!- sonreí ante su cálida voz.

-Lorraine, ¿me acompañarías mañana a primera hora a un sitio?

Se calla unos segundos pero acaba aceptando.

-Vamod a necesitas un coche.

-Yo tengo aún el de mi difunto marido. Pasate entonces a las diez por mi casa, ¿vale?

Apreté los labios y seguí caminando.

-Vale.

Y tras colgar, empecé a pensar en una forma de decirle lo de Stephen sin que salga corriendo.

No hace falta recalcar los ojos verdes brillantes que me están mirando desde la esquina del vestíbulo.

Me dispongo a subir para darme una ducha pero me paro a mitad del camino para darme la vuelta y mirarle.

Estaba claro que no iba a decir nada, así que yo pensaba sacar todo lo que llevaba dentro.

-No has tenido una muerte bonita, al parecer, porque me escondes la razón de ella- le miro y él no se mueve- Pero debes de entender, Stephen Rogers, que todos tenemos un mal pasado y todos tenemos cosas que nos duelen... - mi voz sale en un hilo- Pero no por eso hay que ser malo.

Terminé la frase en un sollozo pero no me permití dejar salir las lágrimas.

-De acuerdo, tenías razón- bramo cruzándome de brazos- No pediste mi ayuda, pero te diré una cosa- di un paso hacia delante- Yo siempre ayudo a la gente que creo que se lo merece. ¿Y sabes por qué creo que tú te lo mereces? - se queda callado así que me auto respondo- Porque de alguna manera, mi estúpida fe cree que eres inocente.

Es obvio que le pilla por sorpresa ya que frunce ceño, inclinando la cabeza a un lado.

-Es más, se que eres inocente solo por lo que decías en las cintas. No te acordabas de lo que hacías...

-Eso no quiere...

-Y sentías remordimiento por aquellas almas- le interrumpí- Además, ni siquiera eras sonámbulo, lo cual aquí muestra de una vez que aquí hay gato encerrado.

-Era un maldito enfermo y...

-¡NO LO ERAS! - mi bramido resuena en forma de eco varios segundos.

Nuestras miradas están fijas y observo que las venas que antes resaltaban en su piel, ahora son menos notorias.

Solo trazos verdes casi inexistentes. Como las venas en una muñeca.

-Demostraré que eres inocente de alguna forma, Stephen- hasta yo me sorprendí de la seriedad y de la firmeza en mi voz- Tal vez, solo así podrás descansar en paz.

Y tras eso me doy la vuelta, cojeando.

Consigo subir las escaleras de milagro y ando lo que queda de pasillo hasta el baño.

Al llegar al baño cierro la puerta y echo el cerrojo por si acaso. Porque ya no vivía yo sola en esta casa.

Me desnudé y me miroñé en el espejo. Mi labio inferior tiembla y las lágrimas salen al ver los moratones en mi cuello y en partes de mi cuerpo.

Tardarían en irse. No saldría una buena temporada de casa si no tuviera cosas que hacer mañana.

Me meto en la ducha y suspiro al sentir el agua caliente caer sobre mí, pero no soy capaz de alcanzar la esponja debido a los pinchazos en mis costados... Entonces siento correrse la cortina.

Ni siquiera tengo fuerzas para ahogar un grito y Stephen no me da tiempo ni a taparme, ya que coge la esponja y me mira sin emoción alguna.

-Date la vuelta.

-Stephen, no hace falta que...

-Date la vuelta, Tessie.

Bueno, parece que cada día le surge un nuevo apodo.

Olvidando la incomodidad de ésta situación, me doy la vuelta lentamente. Ahogo un gemido cuando pasa la esponja por los moratones y por mis zonas íntimas.

Me hace dar la vuelta y observo su respiración acelerarse cuando me enjabona los pechos.

Echo la cabeza a un lado, observando sus perfectas facciones y que su piel esta ahora un poco menos blanca.

Evité preguntarle sobre ese echo ya que me cogió en volandas y me puso de pie en la suelo.

Se ocupó de secarme el cabello y el cuerpo y yo solo disfruté de ese momento suyo dulce, ya que hasta ahora no había tenido uno.

Luego vuelve a cogerme y yo enrollo mis piernas en su cintura.

Camina hasta mi habitación y me deja con la toalla puesta sobre la cama. Cuando va a irse, pienso en detenerlo, pero la idea se esfuma al pensar que tal vez vuelva a lanzarme contra alguna pared de nuevo.

Pero él solo se para al llegar a la puerta.

-Gracias.

Casi tengo que darme un golpe en la cabeza ya que no puedo caber en mi ego de que aquello había salido de sus labios.

Fruncí el ceño cuando me miró entre sus pestañas oscuras.

-¿Porqué?

-Por aquel plato que dejaste en la mesa... Para mí.

Por unos segundos me pierdo pero recuerdo la noche en la que le esperaba para la comida y no apareció...

Se da la vuelta completo y se apoya contra el marco de la puerta.

-No ha sido nada.

Remuevo mis dedos nerviosa, sintiéndome ridícula y él los mira fijamente.

Asiente, pensativo.

-Me hizo sentir una sensación que llevaba tiempo sin sentir... La sensación de estar en... En familia- carraspeó y sonrío  enternecida por lo mono que se veía.

Asiento con una sonrisa y se dispone a irse.

Yo me tumbo cuando la puerta se cierra y me tapo con la manta. Sigo pensando en sus labios y en su mirada al confesar algo que era raro para el.

Entonces la manta es arrojada de golpe lejos de mi y yo me incorporo de un salto asustada.

Entonces el diablo me mira desde la esquina de mi cama y me guiña un ojo.

-Para que no pienses que me pondré tipo Romeo o algo.

No puedo evitar que una sonrisa divertida se extienda por mis labios y le lanzo una almohada.

La esquiva ya que desaparece.

Niego y me vuelvo a tumbar, mirando el techo. Desde luego que este chico era un caso.

Entonces, algo choca brutalmente contra mi cara. Me siento de golpe, al observar la almohada en mi regazo.

Fulmina con la mirada a la nada.

-¡STEPHEN, ME CAGO EN TI!

Y entonces, su carcajada resonó en la estancia.

DIABLO✓Onde histórias criam vida. Descubra agora