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-Llámame de vez en cuando. Y Stephen, a sido un placer.

La voz seductora de Sharon se hace presente y yo ruedo los ojos mientras le lanzo un beso antes de que se metan en el coche de su madre.

Me quedo mirando la antigua carretera unos segundos antes de sentir un tirón en mi camisa, tirando de mí hacía adentro de la casa.

Y la sonrisa que se adueñó de mi cara, ni yo pude explicarla.

Pasé el resto del día haciendo labores de la casa y manteniéndome entretenida, y en todo ese tiempo Stephen no salió de donde quiera que estuviese.

Preparé la cena y me la comí tranquilamente en la mesa.

Observé el plato de espaguetis que dejé para él a mi lado, pero sigue sin aparecer.

Mientras veía la tele tampoco se me fue de la mente y apagándola, suspiro, pasando ambas manos por mi cara.

-¿Stephen? - susurro.

Pero solo el silencio me responde. Entonces mi dedo viaja sin pensarlo al corte que tengo justamente en la mitad del labio inferior.

Y recordé dónde dormí ayer. Entonces, al recordar que había grabado algunas cintas allí y que debió de ser su habitación, bajé al sótano.

Estaba a oscuras pero yo me encargué de encender algunas velas y colocarlas a lo largo de este.

La bombilla no tenía donde incrustarse lo que siempre dejaba a este sin luz. Pero ahora, observando el bonito ambiente que a quedado con el papel de la pared y las sábanas de la cama, el sótano a perdido su tenebrosidad.

Entonces me dijo hacia la derecha donde dejé todas las cintas y decidí que iba a ver cuatro.

Así que con las cuatro siguientes cintas en la mano, incrusté la primera y me senté en la cama, aguardando a que iniciase el show.

Apareció de repente él ante mis ojos. Estaba sentado en la cama y miraba fijamente la cámara.

-Al parecer, soy un monstruo.- susurra hacia la cámara- Hoy he hecho daño a tres chicas más... Nunca olvidaré la manera en la que sus padres me miraron...

Su mirada se perdió y yo entrecerré los ojos.

-Lo peor de todo es que ni siquiera me acuerdo si disfruté o si las hice sufrir antes de morir.- trago saliva.

Su mirada viaja de nuevo a la cámara y siento como si estuviese delante de mi, mirándome fijamente.

-Se lo he contado a mi hermano. Este me ha prometido no decírselo a nadie. Y yo confío en él - se pone las manos en la cara y suspira- No tengo ni idea de lo que hacer.

Y allí la tercera cinta termina.

Yo miro a la nada unos segundos antes de caminar hacia el reproductor e incrustar la siguiente cinta.

La cuarta.

-H-hoy me he despertado con sangre en las manos.- su voz tiembla y yo frunzo el entrecejo.

Se mira las manos como si no pudiese creer lo que estaba viendo y mis ojos escuecen.

-No se lo que hacer. No me acuerdo de nada... Solo sé que he matado a otra chica anoche. Son chicas que no conozco y...

Mira la cámara y mis ojos escuecen.

-Tengo miedo de volver a hacerlo. Tengo miedo de irme a dormir. Y despertar con algo peor entre las manos.

Mis manos tiemblan cuando camino e incrusto la siguiente cinta.

La quinta.

-Mi hermana pequeña hoy me ha preguntado por qué ya no voy a la escuela.

Mira el suelo con una mirada de burla, sin gracia alguna.

-Le he dicho que estoy enfermo. Pero la verdad es que tengo miedo de salir a la calle y ver la mirada acusatoria de alguien.

Entonces la puerta se abre detrás y entra su hermana.

Se sienta en su regazo mientras la hace pucheros.

-¿No me acompañarás al parque hoy?

La mirada de Stephen se dirige a la cámara antes de atraer la cabeza de su hermana hacia sí y abrazarla.

-Lo siento, pequeña.

Cuando la cinta acaba me limpio rápidamente la cara de las lágrimas y acabo poniendo la sexta cinta.

Esta vez aparece con algo entre las manos.

Frunzo el ceño al ver que es un calzoncillo... Pero con sangre. Hay sangre en el calzoncillo.

-Las he violado...- susurra con la mano temblando- Hoy mamá a hablado sobre esto en la cena. Ha dicho que ese asesino las viola y luego las arroja como si fueran basura.

Frunzo el ceño y me llevo la mano a la boca.

-Dicen por ahí que son vírgenes todas... Y mueren por la fuerte penetración...

Suelta el calzoncillo como si tuviese fuego y se tira de los pelos.

-Ya no se que más hacer.

Y allí la cinta acaba.

Entonces yo quito la mano de la boca.

-¿Ahora tienes miedo?

Dirijo la cabeza de golpe hacia la esquina del sótano, donde, apoyado despreocupadamente, está el diablo en persona.

Me levanto y señalo las cintas.

-Tú...

-¿Que si las violaba?- asiento- Sí, las violaba y morían entre mis brazos. Observaba su vida irse de sus ojos lentamente.

Di un respingo cuando apareció de golpe delante de mi.

-¿Tienes miedo, Tess?

Cabe resaltar que mi nombre se lo a pasado por el forro. Entonces levanto la mirada y la clavo en la de él.

Ignoro el temblor y la excitación que me provoca mirarle, y niego lentamente.

Éste muestra su sonrisa, obviamente sorprendido y eleva una ceja.

-Tendré que currármelo más entonces... - ronroneó acercando su nariz a mi cuello y aspirando hondo.

-¿Quieres dañarme...? - pregunto con un hilo de voz cuando mordisquea suavemente un rincón de mi cuello.

Asiente y su gruñido resuena contra mi oído.

-No sabes el deseo que tengo de dañarte... El deseo que tengo de probar tu dulce sangre y observarla en mis dedos...

Tiemblo y doy un paso atrás.

Su sonrisa es de oreja a oreja, terrorífica.

Pero yo la encuentro de alguna forma encantadora. Y se lo demuestro cuando sin bajar la guardia, me acerco hasta que mis labios están apunto de rozar los suyos.

-Como has dicho, Stephen... Tendrás que currártelo más.

Y sin decir una palabra más, le guiño un ojo y me dirijo escaleras  arriba, observando su oscura mirada seguir cada uno de mis pasos.

Y me sentí un poco especial al haber dejado colgado al mismísimo diablo.

Ole, Tess.

Digo... Tessa.

DIABLO✓Where stories live. Discover now