Capítulo 8

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Jimin se incorporó y se limpió la mano en el muslo, dejando una mancha blanca sobre el pantalón.

Estaba a punto de preguntar a su colega qué había querido decir, pero los lamentos de Manse se lo impidieron. Se colocó un trapo sobre el hombro y cogió al bebé.

-¿Conoces alguna canción de cuna, por casualidad? -preguntó a la joven-. ¿O eso es algo que tampoco te enseñó tu madre?

-Conozco algunas canciones de taberna -ofreció Jeongyeon.

-¿Tu madre te enseñó canciones de taberna?

Jeongyeon soltó una carcajada.

-La verdad es que mi madre no es la única persona que me ha enseñado cosas, Jimin. Quizá Manse se callara si dejas una luz encendida -sugirió--. Tal vez tenga miedo a la oscuridad. ¿Tienes alguna lámpara de baja intensidad o algo parecido?

Jimin movió la cabeza.
Jeongyeon recorrió la habitación con la mirada.

-¿Y si dejamos encendida la luz del pasillo? -sugirió-. Puedes dejar la puerta entornada y así entrara algo de luz en la habitación. Quizá sea eso lo que quiere.

-Bien, podemos intentarlo-asintió Jimin. El llanto de Manse arreció cuando él le dejó con cuidado en la cuna, pero cuando, al salir del cuarto, dejaron la puerta entornada para que entrara un poco de luz, el bebé se calmó.
Jimin y Jeongyeon permanecieron en el pasillo un momento, para asegurarse de que Manse se había quedado dormido.

-Has tenido una buena idea -murmuró Jimin, dirigiéndose hacia las escaleras-. ¿Cómo se te ocurrió?

-Yo también tenía miedo a la oscuridad cuando era niña. Dormí con una luz tenue hasta los diez años de edad.

-¿De verdad? - Jimin pareció sorprendido y conmovido por la revelación. No había la menor burla en su voz cuando pregunto- ¿Por qué? ¿De qué tenías miedo?

-No estoy segura -contestó ella con voz suave-. De lo que tienen miedo los niños por lo regular, supongo. De la soledad, de lo desconocido... no se.

-¿Todavía tienes miedo a la oscuridad? -preguntó Jimin con tono suave-. ¿A la soledad?

Jeongyeon sonrió.

-Por supuesto que no. Estar solo cuando se es adulto es a veces algo deseable. ¿No crees?

-Por el momento no me molesta estar solo -dijo Jimin, dirigiendo una significativa mirada a la guardería improvisada.

Jeongyeon decidió utilizar su comentario como excusa para decir:

-bien, Park, entonces te haré un favor dejándote solo. No creo que quieras organizar toda la estrategia para Kim Software esta noche, ¿verdad?

Jimin meditó un momento y luego se dirigió hacia el sofá. Observó los dos vasos de vino vacíos y frunció un poco el ceño.

-¿Crees que podrás conducir?
A Jeongyeon no le habían hecho mucho efecto los tres vasos de vino que se había tomado, Le pareció divertida la inquietud solícita de su colega, hasta quizá un poco halagadora.

-Me siento bien -le aseguró.
Jimin la miró durante un momento, luego volvió a mirar los vasos.

-Creo que será mejor que te prepare un poco de café -dijo.
Su voz tenía un tono definitivo y Jeongyeon no quiso molestarse en rechazar su ofrecimiento. Después de todo, no le vendría mal una taza de café caliente antes de salir.

-Espero que sepas hacer café -comentó, mientras le seguía a la cocina.

-Sí, instantáneo -dijo Jimin, llenando de agua un recipiente.

-¿instantáneo? ¡Vamos! Ni siquiera yo soy tan inepta.

-Entonces prepáralo tú -decidió Jimin en el acto-. Allí está la cafetera y tengo por aquí unos filtros -localizó los filtros en el fondo de un cajón y se los entregó. Al notar el ceño reprobador de la joven, soltó una risita divertida-. Este no es un truco, Jeongyeon. Es verdad que preparo el café más espantoso que te puedas imaginar.

-¿Qué tomas cuando no hay ninguna tonta que te prepare el café? -preguntó ella con tono gruñón mientras aceptaba la lata de café que él le ofrecía.

-Café instantáneo.

La observó con atención mientras ella colocaba el filtro en la cafetera y luego sacaba el café de a lata.

-Es muy sencillo hacer café en una de estas cafeteras eléctricas. Es tan simple como., como...

-¿Como cambiar el pañal a un bebé? -continuó Jimin con una sonrisa juguetona.

-Más fácil - Jeongyeon colocó el filtro en su sitio y comenzó a medir el agua-. En la oficina tenemos una de estas cafeteras, ¿Nunca preparas café cuando encuentras vacía la cafetera?

-Por supuesto que no -respondió Jimin-. Eso es asunto de las secretarias.

-Debía haber supuesto que ibas a decir eso -masculló Jeongyeon.

La abierta risa de Jimin la hizo esbozar una sonrisa.

-Me gusta que sonrías, Jeongyeon-murmuro.

Definitivamente debía haber rechazado el café, pensó ella, presa de una súbita oleada de pánico. Aunque no podía asegurar que hubiera nada especialmente seductor en la conducta de Jimin, le resultaba imposible dejar de sentir cierta inquietud por el tono acariciador de su voz y la intensidad de su mirada.

Desde que él había tratado de limpiarle la camisa en la oficina, había reaccionado de forma extraña ante él, y esto no le gustaba lo más mínimo. Se sentía más tranquila odiándole, o si no odiándole, aborreciéndole... o sintiendo antipatía por él.

-Y otra cosa, ya que hablamos del tema -continúo él, avanzando un paso hacia Jeongyeon-. Deberías dejarte crecer el pelo. Estabas preciosa cuando lo tenías largo.

-Por eso es por lo que me lo cortó -dijo ella con una risa nerviosa-. Quería estar menos bonita.

-¿Por qué?

-Para que la gente me tome más en serio como asesora financiera. Es obvio que esa táctica no siempre funciona -añadió con Ironía, encontrándose con la mirada de su interlocutor.-Dios no permita que alguien te tome en serio como mujer, ¿verdad? -dijo él, acercándose más a ella.

Jeongyeon buscó apoyó en la mesa, sintiéndose inexplicablemente acorralada. Jeongyeon deseaba no percibir el seductor olor del talco infantil en él; deseaba que él retrocediera y le dejara un poco de espacio.

-No creo que mi sexo tenga nada que ver con el asunto- murmuro.

-No -declaró él, con voz sedosa-. Incluso con el pelo corto eres una mujer, y muy hermosa, además. Sí me permites decirlo, el hecho de cortarte el pelo no te ha quitado la belleza.

Como en un trance, le vio alzar la mano hacia su cabeza, le apartó con suavidad un mechón de la frente y luego trazó la delicada curva del lóbulo de su oreja. Un estremecimiento recorrió la espina dorsal de la joven. Cerró los ojos, incapaz ya de mirarle a la cara.

-No me hagas esto, Jimin-susurro.
La mano de Jimin se posó en su garganta.

-Tienes miedo de mí, ¿verdad, Jeongyeon?

-No tiene nada que ver con el miedo -protestó ella, abriendo otra vez los ojos para posarlos en el cuello desabrochado de la camisa masculina-. Pareces olvidar que no me caes muy bien.

Jimin ignoró sus palabras.

-No soy la oscuridad, Jeongyeon-murmuró-, No estás sola-deslizó los brazos por su cintura y la apartó de la mesa para atraerla hacia él. Le rozó la frente con los labios-. No temas.

•It Was Not A Plan• // pjm+yjyWhere stories live. Discover now