Capítulo 18

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Era joven; tenía tiempo. Sin embargo, la tarea de cuidar de Manse había dado a aquella cuestión un nuevo matiz. Jeong Yeon ya no se preguntaba si sería madre. La cuestión ahora era cuándo lo seria.

Aunque Manse seguía bien despierto a las diez, Jeong Yeon decidió darle el biberón para ver si se dormía. El niño se lo tomó con entusiasmo, luego se arrellanó en los brazos de Jeong Yeon y empezó a tirar de uno de los botones de su camisa. Tenía los ojos muy abiertos.
Eran unos ojos muy bellos, observó Jeong Yeon. Igual que los de Jimin.
JeongYeon pensó en el hombre que dormía arriba y sonrió.

Le aliviaba inmensamente la forma en que había transcurrido el día. Habían trabajado bien juntos y, lo mejor de todo, en ningún momento la había elogiado por sus brillantes conceptos y sus ideas acertadas. Quería impresionarle, por supuesto, pero si la hubiera elogiado por sus logros, se habría indignado con él. Pero él había aceptado sus sugerencias con naturalidad, como si en ningún momento hubiera dudado que pudieran ser aceptadas. Jeong Yeon consideraba esa actitud más halagüeña que cualquier elogio.
Trabajaban bien juntos, reflexionó, y jugaban bien juntos. Si Jimin se sentía lo bastante relajado en su compañía como para irse a dormir mientras ella permanecía en la casa, y ella se sentía lo bastante relajada como para quedarse mientras él dormía. ¿Dónde estaba el sordo antagonismo que habían abrigado el uno por el otro durante los cuatro años anteriores?

Manse había permanecido mucho tiempo inmóvil y callado, y cuando ella bajó la mirada hacia él, se dio cuenta de que estaba a punto de quedarse dormido. Se lo echó al hombro y se puso de pie. Sentía las piernas entumecidas después de llevar tanto tiempo sentada con el bebé en el regazo y esperó a que la sangre volviera a correr por ellas antes de subir las escaleras hacia la habitación del niño.

Dejó la puerta del cuarto abierta y cambió el pañal de Manse con la luz del pasillo, para que no se espabilara. Después le meció canturreando una canción de cuna y Manse no tardó en caer profundamente dormido.
Le dejó en la cuna y salió del cuarto con sigilo. Todavía sentía las piernas agarrotadas y se dio cuenta de que ella también estaba agotada. Decidió prepararse una taza de café antes de irse a su casa. Necesitaría una fuerte dosis de cafeína para mantenerse despierta mientras conducía.

Una vez que el café estuvo listo, se sirvió una taza y la llevó a la sala para tomársela allí. La luz de la lámpara en la mesita lateral le hacía daño en los ojos, pero no se atrevió a apagarla. Si lo hacia, estaba segura de que se quedaría dormida.

Se acomodó en el sofá, sopló al café para enfriarlo y le dio un sorbo. Su mirada cayó sobre el montón de notas que Jimin y ella habían recopilado aquella tarde. Con razón estaba cansada, se dijo.

En un solo día había hecho sus faenas domésticas, había jugado en el parque, trabajado en un plan para un sondeo de mercado y cuidado a un bebé. Mientras daba otro trago al café se preguntó si una sola taza bastaría para despertarla.

El sofá era demasiado confortable, decidió, y el café demasiado caliente. Dejó la taza en la mesa, se quitó las sandalias y se arrellanó entre los mullidos cojines. Sólo una pequeña siesta, se dijo, mientras se le iban cerrando los ojos. Un cabeceo de unos diez minutos le daría energías suficientes para conducir hasta su casa.

- Jeongyeon...

Al principio creyó que la voz formaba parte de su sueño.
Pero cuando oyó su nombre por segunda vez, el sonido fue demasiado real. Haciendo un enorme esfuerzo, se incorporó y vio a Jimin.

Se fijó en sus ojos primero, esos ojos que habían estado nublados por la fatiga la última vez que los había visto y ahora estaban brillantes y alertas. Observó su pelo revuelto que poseía destellos dorados a la luz ambarina de la lámpara. Cambiando de rumbo, su mirada bajó. Notó que sólo llevaba puestos unos pantalones cortos, Contempló su torso desnudo. Estaba bronceado. Había tratado de imaginar su torso varios días antes, cuando había percibido su contorno bajo la fina tela de su camisa, pero su imaginación se había quedado corta en comparación con la realidad. Su cuerpo era magnifico.
Estaba sentado tan cerca de ella que pudo sentir el calor que emanaba de su cuerpo. Se humedeció involuntariamente los labios con la punta de la lengua y luego se obligó a subir la mirada.

•It Was Not A Plan• // pjm+yjyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora