☕ ; c i n c o

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Seokjin, el joven alfa de tan sólo 9 años se presentaba por primera vez en su salón como alfa. Algunos niños le miraban con curiosidad, otros niños sonrojados y algo tímidos. Las maestras no sabían qué hacer pues pocas veces se les había presentado una situación de este tipo, generalmente los cachorros se presentaban ya cuando cursaban secundaria, pero en 4to grado apenas... vaya. 

Sin embargo, Seokjin se sentía extraño e desprotegido, incluso cohibido. Sólo podía sentir cómo su lobo se encogía bajo las fijas miradas de los demás. ¿Así debía sentirse un alfa? ¿Con la necesidad de tener a alguien que lo abrace, lo arrulle, y lo consuele? 

Cabizbajo caminó hacia su asiento, dejando a su lado su linda mochila de Mario Bros. Aún los niños le miraban con curiosidad, claro, menos su mejor amigo, quien se había enterado de ello desde hacía mucho tiempo porque su papá le había comentado que le había comentado el papá del alfa. El cachorro peliblanco sonrió de manera burlona al ver a su mejor amigo ahora alfa, le dio un codazo, y este gruñó y escondió su cara entre sus brazos. 

— Así no se gruñe, tonto. —rió cuando recibió otro gruñido de su parte— Yo gruño mejor y sólo soy un cachorro. 

— ¡Y-yo no quería ser alfa! —alzó la voz levemente, sólo para que el peliblanco a su lado le escuchara— Yo... yo... no quería ser alfa... no sé, no quería ser nada... no sé qué es ser un alfa aún... yo... 

— ¡Seokjin y Yoongi! ¡No cuchicheen! —la profesora, con el ceño fruncido, les llamó la atención.

El castaño hizo un puchero mientras se sentía avergonzado, mientras que Yoongi rodaba los ojos y seguía haciendo garabatos en su cuaderno, Seokjin no veía el momento para huir de allí y esconderse en los brazos de su madre, padre, o en los brazos de su hermano Joonie. Es que, él olía tan bien, olía a hogar, olía a... seguridad. Su lobo le quería, él también. Necesitaban estar cerca de Namjoon y su familiar olor a café con leche. 

El joven alfa intentaba atender las clases, pero se sentía mal, incómodo, terrible, asustado. Al parecer, la profesora se dio cuenta de eso, o más bien de su aroma amargo a flores muertas y temor. La omega paró la explicación sólo para fijar su mirada en Seokjin, quien se cohibió bajo su escrutinio. 

— Bueno, niños. Pueden hacer esas divisiones. —dijo mientras señalaba las operaciones que había puesto en el pizarrón— Seokjin, ¿puedo hablar contigo un rato, corazón? 

El nombrado asintió lentamente y se levantó de su puesto, yendo rápidamente hacia la mujer y aferrándose a su brazo como si fuera su salvadora. La omega sonrió y salieron del salón juntos. Cuando estuvieron fuera, se agachó hasta quedar a la altura del joven alfa, acariciándole un brazo para reconfortarle. Su aroma a miedo era intenso. 

— ¿Qué sucede, Seokjin? Estás tenso, hueles a miedo. —el menor levantó la mirada, y después la bajó rápidamente— ¿No quieres estar aquí? ¿Quieres estar en casa? ¿Llamo a tu mami? —Seokjin asintió varias veces, mientras fruncía el ceño— De acuerdo, nene. Busca tu mochila y espera en el patio. 

El menor asintió y le dio un abrazo a su profesora, la mujer se lo devolvió, dándole un beso en la coronilla. 

Seokjin corrió a donde estaba su bolso, colgándolo en su espalda y corriendo de nuevo al patio, donde se sentó en una banca. Empezó a balancear sus pies de arriba a abajo. Se sentía raro, diferente. Su lobo se sentía lejano, estaba igual de confundido que el menor. Eran muy jóvenes como para entender lo que ser un alfa conllevaba. Él no podía ser protegido, él tenía que proteger. Él no podía arrullar, él tenía que ser arrullado. Eso es lo que él no entendía. 

Mientras el menor esperaba, un olor conocido le atrajo la atención, haciendo que levantara la cabeza como un resorte. Una profesora caminaba con Namjoon hacia él. Su lobo se alzó con emoción y empezó a juguetear de un lado a otro. 

¡Tú, idiota! 🌷  namjin Where stories live. Discover now