5. La visita al director

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Personajes creados por J.K Rowling, aunque por supuesto yo los he adaptado a mi imaginación...

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<< Tu opinión es tu verdad, pero nunca la verdad >>

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12/07/1984

Remus se apareció en la calle principal de Hogsmeade delante de La Casa de las Plumas, al instante se sintió invadido por los recuerdos de sus años como estudiante de Hogwarts. Desde su tercer año había recorrido el pueblo junto a sus amigos un sábado al mes. Juntos habían visitado a madam Rosmerta para saborear sus cervezas de mantequilla después de abastecerse en Zonko, la tienda de bromas. Honeydukes también había sido una visita obligatoria para los merodeadores, donde vendían el mejor chocolate que el castaño había probado en su vida.

Intentando dejar los recuerdos atrás, caminó hacia el castillo, enfocándose en su objetivo: averiguar la localización de su cachorro.

No tardó mucho en ver el castillo que lo había visto crecer, e irremediablemente los recuerdos volvieron a apoderarse de él. Su mente volvió a ese día, tantos años atrás, cuando tan solo contaba con once años y vio el castillo por primera vez. Ese día había sido la realización de un sueño que hasta pocos meses atrás le había parecido imposible. Estudiar en Hogwarts había estado fuera de él hasta que el director había visitado a su padre. ¿Cómo iba un hombre lobo a estudiar junto a cientos de estudiantes? Su padre le había dejado muy claro desde que había sido mordido que había pasado a convertirse en un paria para la sociedad. Pero a pesar de las opiniones y dudas de Lyal Lupin, Remus había hecho amigos allí. En ese castillo, él había formado su propia manada.

El camino de Hogsmeade a Hogwarts fue lento, sus piernas temblorosas le impedían avanzar más rápido. Cuando cruzó las murallas del castillo no pudo evitar que un suspiro angustiado saliera de él, estaba muy nervioso y ansioso por la conversación que tendría a continuación con el director. No podía dejar caer sus barreras de oclumancia ante Dumbledore, Sirius había dicho claramente en su carta que el líder de la Orden del Fénix sabía que era inocente, sin embargo no había declarado a favor del animago. El director tenía mucha influencia en el mundo mágico desde su duelo con Grindelwald, además de ser el jefe del Winzegamot, pero había dejado que su alma gemela se pudriese en Azkaban.

Volver a entrar en el castillo calentó su corazón, ese lugar había sido su hogar durante siete años. Allí había conocido a los miembros de su manada, esos por los que habría dado su vida. Camino a la oficina del director se encontró con su antigua Jefa de Casa, Minerva McGonagall. La docente, dejando de lado ese gesto estricto que había logrado que se convirtiese en una de las profesoras más respetadas y temidas, lo saludó con un cariñoso abrazo.

— ¡Remus! ¿Cómo estás? — le preguntó, arreglando las arrugas en su túnica que el abrazo con su ex alumno había dejado.

— Cómo puedo... — se encogió de hombros, el castaño, antes de informarle del motivo de su visita — Venía a hablar con el director.

— Te acompaño — se ofreció la Gryffindor, enganchando su brazo con el de él, y rezando que estuviese allí por lo que ella llevaba esperando tanto tiempo.

Hablaron brevemente camino a la torre oeste, y el hombre lobo le confesó el motivo por el cual venía a ver al director.
Minerva le deseó suerte, cuando lo dejo delante de la gárgola, y le pidió que fuera a verla a su despacho cuando terminara su charla con Dumbledore.

Las heridas de la guerraOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz