13. Clandestinidad

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Personajes creados por J.K Rowling, aunque por supuesto yo los he adaptado a mi imaginación...



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<< Subir es muy fácil, solo es cuestión de tomar impulso y volar. Lo realmente difícil es mantenerse en las alturas y no caer...>>



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12/08/1984

Sirius no se había equivocado con los gobblins, estos los recibieron como recibirían a cualquier otro cliente, es decir con desinterés y desconfianza.

La reunión con Khogner, el gobblin responsable de las bóvedas Black, fue muy fructífera.
Sirius fue aceptado por el anillo familiar, y éste asumió su herencia como Lord Black.

Tras repasar las propiedades Black, tuvo que admitir que Grimauld Place, la horrible casa en la que había crecido, era el lugar que contaba con mayores protecciones. Nadie podría tener acceso a ella sin su permiso, en realidad, ni siquiera podrían verla.

La seguridad de Harry era lo más importante para los tres, así que la decisión de esconderse allí, hasta que pudiesen salir del país, fue una bastante fácil de tomar para ellos.

Khogner les ofreció usar su chimenea, para evitar así el exterior y que alguien reconociese a alguno de ellos.
Los magos adultos aceptaron, mientras miraban a Harry dormir en los brazos del licántropo. El ojiverde se había dormido tras desayunar, y dos horas después seguía igual. Ni siquiera se había inmutado cuando se aparecieron en el Callejón Diagon.

Sirius tuvo que pasar primero, para poder darle acceso a Remus, Severus y Harry desde las salas de Grimauld Place.
Solo estarían allí hasta que la nueva casa estuviese lista para vivir, eso era lo que el animago se repetía sin cesar antes de gritar su destino a la red flu.

Una vez que todos estuvieron en el hogar de los Black, los adultos respiraron tranquilos sabiendo que, por ahora, estaban a salvo.

Kreacher, el último elfo Black en la casa, los recibió con desconfianza y falsa cortesía, sin dejar de murmurar insultos a los tres adultos.

Sirius, sin enfadarse por los comentarios ofensivos, saludó con cariño al viejo elfo. Y esa repentina amabilidad, logró desconcertar al elfo, quien sólo conocía la parte más malhumorada y rebelde del ojigrís.

Las heridas de la guerraWhere stories live. Discover now