Capítulo 4

7.4K 839 104
                                    


BRUJA

"Ningún hombre puede pensar claramente cuando sus puños están cerrados".

 —George Jean Nathan.


DUNCAN

Esto es absurdo.

Tengo una bruja aferrada a mi brazo, arrastrándome camino al infierno con una sonrisa de muerte anunciada en el rostro.

—Apresura el paso gigoló, Ariel tan sólo está disponible en las mañanas y ya es pasado el mediodía. —June tira de mí a través del inmenso hall de un edificio, pero, aunque arduamente lo ha intentado varias veces, no consigue moverme más de lo que yo se lo permito.

—Hasta conoces su nombre —comento con ironía.

—Obvio, me informé antes de buscar plazas. Quiero un buen trabajo.

—¿Y qué te asegura que caerá ante tu plan de seducción?

Su idea me parece absurda, pero no puedo hacer más que ceder ante ella. Estamos hablando de Violet, quien ya ha pasado por mucho después de la muerte de sus padres. No quiero ser otra decepción en su vida. Y ahora me siento estúpido porque June podrá ser capaz de muchas cosas, excepto de herir a su mejor amiga.

No debí ceder.

¿Por qué motivo acepté venir entonces? Debería tan solo irme.

Quizá sea temor. No quiero arriesgar la felicidad de mi prima.

Evito convertirme en un peso para los demás, porque sé bien, las consecuencias podrían ser extremistas. Por este motivo no establezco ninguna relación. Con Violet es diferente puesto a que existe algo de por medio que nos hizo muy cercanos, un sentimiento que compartimos y conocemos demasiado bien: la muerte.

June se detiene y me sonríe, pero no me aspira partícula de confianza.

—Todas caen contigo —asegura, pero sus palabras no me parecen un elogio porque proviene de ella especialmente—. Esto está mal —añade, apurando sus manos al cuello de mi camisa—. Debes desabotonarte varios. —Sus finos dedos deshacen dos botones con sorprendente habilidad. Lo que inevitablemente me hace pensar que tiene mucha experiencia. No siempre te encuentras con alguien así—. Diablos, luces extraño con camisa.

Todavía no puedo creer que esté haciendo esto.

—Fue tu idea —le recuerdo con desdén mientras bostezo. Debería dormir mejor, pero lamentablemente no puedo.

—Ya... —Acerca sus manos a mi cabello e intuyo lo que hará, entonces me precipito, apartándome, dejándola con la mano estirada en mi dirección.

—Es suficiente —establezco. Un rastro de decepción rápidamente se esfuma de su cara en forma de corazón.

—Claro, olvidaba que tu talento no es lucir bien. Tan sólo mira esos jeans rotos. Habría preferido los pantalones de pijama que usas en el hospital. Solo así es tentador, porque los doctores suelen serlo al estar prohibidos y ocupados todo el tiempo. —Se encoge de hombros, restándole importancia a su comentario, sin embargo, sus palabras se quedan dando vueltas en mi cabeza. Casi olvido la razón por la que me encuentro aquí.

La diosa de la manipulación sabe bien qué palabras usar. En ese sentido es como yo, pues lo que busca, lo consigue con mucha facilidad.

June se acerca a la mesa de información y la sigo de cerca, siempre manteniendo una distancia prudente. No quiero recibir una segunda inesperada nalgada. Diablos que eso me dejó bastante sorprendido, jamás nos hemos rozado siquiera el brazo.

La inocencia prohibida ✓Where stories live. Discover now