Capítulo 12

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ENTROMETIÉNDOSE

"Nunca se sabe lo que la mala suerte te ha salvado de una peor suerte".

—No es país para viejos, Cormac Mccarthy.


DUNCAN

Contemplo hacia el reloj instalado en la sala de emergencias, sobre el puesto de información. Ya casi es hora del almuerzo.

Doy media vuelta y me detengo. Empiezo a jalarme los pelos por lo frustrado que me siento.

Estoy preocupado por June, lo admito.

Desde que la dejé en casa solo pienso que algo malo podría sucederle, y entonces me sentiría culpable.

Salgo de la sala de emergencias.

Esta mañana, cuando ingresé al hospital, me pregunté por qué demonios me sentía tan inquieto. Más tarde empecé a pensar en ese treinta de noviembre, cuando Kaito, mi hermano menor, saltó de la terraza del colegio en Japón. Yo tenía tan solo 17. Ciertamente, la edad es lo de menos, pues si a la vida le entran ganas de cambiarte por completo, lo hace y ya está.

Desde ese día me resulta difícil conciliar el sueño porque cada que cierro los ojos lo veo a él inerte en un suelo teñido de rojo, además de todas esas personas que alguna vez se burlaron, calificándolo como algo que no era.

Los falsos rumores de sus amigos, pero sobre todo la traición de su novia, me llevaron al punto en el que me encuentro ahora, renegando cualquier tipo de relación, respondiendo con agresividad a todo lo que me parece injusto.

Desde que vengué a mi hermano golpeando a cada bastardo que lo llamó gay, no he podido controlar mi puño. Y ahora también me llevan a esto, a temer porque June sea capaz de saltar por todo lo que ha pasado.

El solo pensamiento me produce escalofríos.

Ella no es así, me repito. Ya he perdido la cuenta de las veces que lo hice.

Es fuerte, enérgica... Y Kaito era un gran chico.

Niego con la cabeza, apartando esos pensamientos.

Esa vez que Jake la apartó, June tenía el semblante descompuesto por primera vez. Y con ese imbécil en el cementerio, lo remató todo... Esa misma noche me pidió quedarme para hacerle compañía, y lucía tan mal que sin pensármelo demasiado tan solo accedí. Estaba terriblemente deprimida, y creo que sigo asustado porque nunca antes la vi en ese estado, siempre fue optimista y luchadora.

¿Cuántas veces vi a mi hermano con ese mismo semblante descompuesto?

—Ese Jake... —Sin pensarlo le doy una patada al basurero en frente de mí y sigo caminando.

¿En dónde demonios se metió? Es él quien debería buscarla o algo. Esto no me concierne.

Pero claro que sí. Violet se romperá si algo malo llega a pasarle a su mejor amiga, entonces estaré acabado.

No puedo preocuparla antes de su viaje a París.

—Por un demonio —exhalo profundamente y de inmediato me sorprendo cerca de la calle por la cual June empezará a trabajar, redactándole un mensaje de texto:

Quiero un café.

No me estoy entrometiendo. Simplemente me aseguro de que esté bien.

Llego a su edificio, me detengo frente a la puerta de cristal mientras presiono el puente de mi nariz, y sin mucha demora recibo su respuesta:

June: Pues ve a comprártelo, gilipollas.

La inocencia prohibida ✓Where stories live. Discover now