Capítulo 28

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PREPOTENCIA

"El riesgo de una mala decisión es preferible al terror de la indecisión".

—Maimónides.


JUNE

Contemplo la pila de afiches que he impreso, luego el reloj sobre la máquina copiadora.

Ya es hora del almuerzo y puedo sentir un gran vacío hacerse en mi estómago.

—June.

De un salto volteo hacia la voz.

—¿Cómo has entrado?

Pregunta estúpida.

Duncan mira hacia la salida.

—Muy fácil: empujé la puerta y entré. Anda, vamos.

—Espera. Tan solo entrego esto y...

Ambos miramos hacia la oficina de Alexis. Está en una reunión junto con Harry y Ariel. Planean una exposición de pinturas con personajes reconocidos, así recaudarán dinero para una fundación de niños con cáncer. De eso precisamente van los afiches que he impreso durante toda la mañana.

Me parece excelente iniciativa, pero empiezo a pensar que mi trabajo de copy girl debe terminar. Ha sido poco más de un mes, y si quemé mis pestañas para sacar un título no fue para pasar delante de una máquina copiadora.

Alexis, como habiendo escuchado mis pensamientos, levanta la mirada y abre mucho los ojos cuando nos ve a Duncan y a mí, haciéndome dar cuenta de que nos encontramos muy cerca el uno del otro, pero por alguna razón esa misma cercanía ya no nos incomoda como antes lo hubiera hecho.

—Ya vuelvo —le digo.

—Está bien. —Duncan está más cauteloso de lo normal, seguramente a causa de la presencia de Ariel en el mismo piso. Y lo cierto es que el "asunto" entre ellos tampoco me causa la misma gracia que antes.

Me acerco a la oficina, toco la puerta y después de la señal entro.

—Aquí están los afiches. —Los dejo sobre su escritorio y empiezo a retirarme cuando su prepotencia me detiene.

—¿Qué es esto? —A mis pies arroja una cartulina impresa que ni se tarda un momento para examinar. Harry, Ariel y yo nos quedamos de piedra—. Te pedí afiches, estos son posters sin más. Recórtalos.

—¿Qué? —Mi pregunta hace que me contemple como si hubiera terminado de pronunciar un improperio—. Es decir, son mil.

No terminaré, ni al final del día.

—Bueno, entonces deberías darte prisa. Muchos ni siquiera tenemos el tiempo de almorzar —contesta indiferente.

He captado su indirecta, así que no es necesario el gesto que hace un momento después, uno que solicita, de manera no tan amable, que me retire de su mugrosa oficina.

De repente empiezo a preguntarme si realmente necesito el trabajo con tanta urgencia, sin embargo, poco después me doy un golpe mental. ¿Pero qué estoy diciendo? ¡Claro que lo necesito si deseo independizarme!

Todavía sigo preguntándome durante cuánto tiempo más Alexis estará a cargo. Se suponía que estaba reemplazando al verdadero CEO. Creo que hasta preferiría tener a Harry de jefe, pues sobre todo lo demás presiento que sería incluso un poco más considerado con el trato hacia sus empleados.

La inocencia prohibida ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora