Capítulo 6: EL ALCOHOL

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Fui con Fran a la cocina para tomar algo. Él se sirvió un cubata y yo me decidí por un Aquarius. Cogí un vaso de la encimera y cuando ya lo había vertido, di media vuelta. Joder. Lucas. Tenía miedo de que estuviese más sobrio y se acordase de lo que había intentado hacer y al final no había hecho. Estaba entrando en la cocina cuando me miró. Después, cogió un vaso de mi lado y sin mirarme salió de la habitación. Maldito Lucas, había convertido mi noche en una mierda. Más valía que mi hermano no se enterase de ello porque iría a haber otra pelea.

Miré a mi alrededor, Fran había desaparecido. Seguramente habría visto a esa chica tan guapa que anteriormente me había descrito. Él ya había ligado y yo había descubierto que el amor de mi vida casi me besa estando borracho. Puf.

Salí de la cocina y me choqué con Carlos. Le miré a sus oscuros ojos a la vez que él a mí.

—¿Adónde vas?

—A mi habitación, ¿por qué?

—Voy contigo, tengo allí las botellas.

—Sí, me parece que vas a llegar un poco tarde... —le dije mientras abría la puerta.

Carlos se rio. La verdad es que estaba siendo muy simpático. Se arrodilló en el suelo y sacó una botella de Malibú. Salió de mi cuarto diciéndome que enseguida volvía. Yo me senté en la silla del escritorio y di un par de vueltas mirando al techo. Recordé la foto de Lucas de mi armario y me sentí estúpida. Carlos llegó con un vaso con cubitos y una botella de Coca-Cola. Me olvidé de la foto y me centré cuando él habló:

—¿Vas a querer?

—No.

No dijo nada al respecto y se sirvió varios centímetros de alcohol. Luego, vertió la Coca-Cola y dio un sorbo mientras ponía cara de disfrute. Le miré embobada y mi piel se erizó cuando posó su mano sobre la mía que sujetaba el vaso con Aquarius casi vacío. Le miré a los ojos, él me echó un poco de Malibú y añadió Coca-Cola.

—Te va a encantar.

Le alcé una ceja y él me sonrió haciendo un gesto para que probase la bebida. Le di un sorbo y noté que era dulce. Le di un par de tragos más y él empezó a reírse. No era por el alcohol, apenas había tomado medio vaso.

—Ahora te veo más feliz. ¿Algo malo ha ocurrido esta noche? —Hizo una pausa para hacer memoria—. A parte de la pelea.

Me dio la sensación de que había algo oculto en su pregunta.

—La fiesta ya es de por sí algo malo. —Me reí olvidándome de Lucas—. ¿Cómo llevas las heridas?

—Mejor. ¿Tú estás ya bien?

Asentí sonrojándome un poco y miré al suelo. No me preguntó por qué me puse así, simplemente me dijo que se alegraba mucho de que estuviera bien y dio un sorbo más. Yo le pegué un par de tragos. Estaba delicioso. Nos lo acabamos a la vez y él sirvió otro. Este nos lo bebimos mucho más rápido y mientras él hablaba de que se había peleado con Lucas por una tontería y que él se puso hecho una fiera. Sin darme cuenta, él había puesto su mano en mi silla y había tirado de ella lentamente. Nuestras rodillas se tocaban y su rostro estaba cerca de mí. Se inclinó un poco y yo no supe qué hacer. Sentí una oleada de calor cuando él colocó su mano sobre la mía libre. Me terminé el tercer cubata rápida y lo dejé sobre la cajonera de mi derecha. Él hizo lo mismo y puso su otra mano en mi mejilla. Me dio un tierno beso en los labios. La temperatura se elevó en la habitación.

Pasé mis manos alrededor de su cuello y volví a besarlo. Sin querer, estaba sobre él y ambos estábamos tumbados besándonos desesperada y apasionadamente. Joder, nunca me había sentido así de genial. No sé si era por el alcohol, pero en ese instante no me importó.

Dejamos por un momento a nuestros pulmones respirar y yo aproveché para sentarme. Él me imitó y lo hizo a mi lado. Apoyamos la espalda en la pared y nos dimos la mano. Acaricié su suave piel mientras él me miraba maravillado.

—Ha sido lo mejor que me ha pasado desde hace mucho —susurró.

Me sonrojé y me levanté a servirnos un poco más de Malibú. No quedaba Coca-Cola, así que miré a Carlos. Éste movió los hombros quitándole importancia y me pidió que le pasase el vaso. Se lo bebió de un trago. Me miró expectante. Fruncí el ceño. Esperé que no estuviese esperando lo que creí que estaba esperando. Al final, hice una mueca cuando pasó por mi garganta arañándomela.

—Venga, no está tan mal.

Se levantó y me dio un pequeño beso que sabía a alcohol. Mis manos habían ido a parar a su pelo castaño. Aquello resultaba más increíble de lo que podía haberme imaginado horas antes. Chocamos con el escritorio y, luego, con la pared. Al rato, se tropezó con la botella de Jagger que seguía en el suelo y casi nos caímos, pero aterricemos en la cama. Dichosa la pequeña habitación. Carlos estaba sentado y yo encima de él a horcajadas, mientras me besaba el cuello.

«Oh, no, hemos tirado la botella. Mierda, ¡estará todo por el suelo!». Me levanté velozmente y clavé la vista en la botella. Estaba vacía y no se había derramado nada.

—¿Qué pasa?

—Creía que se había salido el Jagger.

—Menos mal que no queda.

Recordé a Lucas y lo que había ocurrido también.

—Creo que Lucas se lo ha bebido entero.

Hizo una mueca y luego se acostó en la cama con los brazos bajo su cabeza. Me tumbé a su lado. Él se puso de lado y dejó caer su cabeza sobre mi almohada. Destapé la cama y nos metimos bajo las sábanas. Nos dimos un beso y le abracé. Carlos es un chico estupendo, ¿cómo no me había dado cuenta antes?

No sé cuándo nos quedamos dormidos.

La fiesta caóticaWhere stories live. Discover now