Capítulo 15: LIMPIEZA EXHAUSTIVA

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Bajé con Pablo las escaleras que daban a la planta baja y escuchamos a Lucas e Ismael hablando sentados en el sofá. Nada más abrir la puerta se callaron. Sospechoso.

—¡Hombre, por fin! Creíamos que te había tragado el váter —exclamó Ismael a mi hermano.

—¿Vamos al ataque? —Dijo Lucas haciendo un saludo de manos con Pablo.

Bien. Era invisible. Me fui a mi cuarto a coger las cosas y cuando salí estaban esperándome en la puerta.

—Vaaaamos, pesada —me metió prisa Ismael.

Me apresuré a cerrar la puerta y luego le di un pequeño puñetazo en el hombro. Cruzamos la carretera hasta la casa de mi abuela y allí estaban ya los demás hablando con mi abuela.

—Voy a salir a hacer unos recados. Aquí tenéis la lista de cosas por hacer.

—¿Lista? —Preguntó Ismael.

—Sí, para que no se os olvide nada... Adiós, jovencitos.

Nos dio un besito en la frente a Pablo y a mí antes de marcharse en su Seat Panda azul de los noventa. Nos quedamos a solas todos. Fue Pablo quien leyó la lista en voz alta.

—Madre mía, no se entiende un pijo lo que pone. ¿Qué significa ewños? —Hizo una pausa—. Ah, baños.

Tras descifrar la letra de la abuela, decidimos repartirnos las tareas por grupos.

—¡Yo con Maite! —Levanté la mano.

—No, los grupos los elijo yo.

Fulminé a mi hermano con la mirada, preparándome para lo peor.

—Vale, somos ocho. Perfecto. ¡Grupos de dos!

Eso tenía que ser una broma.

—Somos siete —puntualizó Maite. Mi amiga, mi salvadora.

Pablo negó con la cabeza.

—No te habrás contado a ti —Maite volvió a contar y se dio una palmada en la cabeza—. A ver. Tú con Hugo —le dijo a Maite—, Fran conmigo, Carlos con Ismael, Bea con Lucas.

¿CÓMO? Debía de estar durmiendo porque la situación se me antojaba una pesadilla. Carlos me miró como preguntándose si Lucas tenía algo que ver. Me formulé a mí misma qué demonios se me pasó por la cabeza para hablar de mis problemas con mi hermano. Aquello era una locura. No podía ponerme a limpiar con Lucas.

—Protesto.

—No hay más que hablar. Maite y Hugo haréis el salón. Carlos e Ismael los baños. Bea y Lucas los dormitorios. Fran y yo la cocina Y queda... Pasillos, jardín y porche, fachada —nos ordenó a los grupos de Maite, Carlos y Lucas, respectivamente— y nosotros la cochera. Fin. Pongámonos en marcha. Hay que limpiar ventanas, lámparas, muebles y suelos. ¡Manos a la obra!

Desde luego mi hermano era un mandón de primera y además un cabrón. ¡¡Mira que ponerme con Lucas en el mismo equipo!! En ocasiones como esa no lo soportaba. Me acerqué a él, sin vacilar.

—Pero ¿qué te pasa? No quiero ir con Lucas.

—Te estoy echando un cable. Así podrás hablar con él y solucionar vuestros problemas.

—¡Estás como una cabra! No quiero hablar con Lucas. Cámbiame de equipo. Deja que vaya con Fran.

—Tarde.

Lucas estaba detrás de mí. Le miré a los ojos con ira. De repente, una idea iluminó mi mente. Ya sabía cómo apañármelas para evitarle. Nos repartiríamos las tareas.

La fiesta caóticaWhere stories live. Discover now