Capítulo 16: LA CENA

80 15 19
                                    

Escuché la moto de Carlos arrancar e irse a casa. Lucas intentó hacerme hablar, pero yo seguía estancada en aquel instante en que Carlos había explotado. El tiempo se había detenido para mí. Bajé la vista hacia el suelo y recorrí los pocos metros que me quedaban hasta donde antes estábamos sentados. Me senté, como retrocediendo en el tiempo y pensé. Pensé en qué había hecho mal para merecer aquello.

Lucas tomó asiento a mi lado y volvió a preguntarme qué había pasado. Estaba cien por cien segura de que había oído cómo Carlos me gritaba aquellas horribles palabras. Respiré hondo.

—Déjame en paz. ¿Era eso lo que querías? ¡Carlos se ha enfadado conmigo por tu culpa! —Vociferé muy alto.

Maite estaba saliendo de la casa y corrió a mi lado. La abracé. Todos salieron a ver qué ocurría, sin embargo, yo abracé a mi mejor amiga y descargué todo en aquel achuchón. A los minutos, ya me encontraba mejor. Fran estaba discutiendo con Lucas. ¿Dónde estaba mi hermano?

Como si lo hubiese llamado, apareció recogiendo la manguera y guardándola. Había limpiado él la fachada. Mi abuela salió a ver qué pasaba.

—¿Qué ocurre, cielo?

—No te preocupes, abuela. Peleas de grupo.

Pero no era sólo una pelea de grupo.

—Ya se solucionará —añadió Maite—. ¿Sí? —Se dirigió a mí.

Asentí. Fran vino a mi lado.

—Lucas dice que lo siente, no pretendía que Carlos se enfadara contigo. Está celoso, sólo es eso. Le conocemos. Le diré que no es nada y dejará de estar así. Se arreglará, no estés mal.

Pablo se acercó.

—¡Es culpa tuya! —Le solté—. Me has puesto con él para que ocurra todo esto.

Niega con la cabeza.

—Ya vale, ya vale —dijo mi abuela intentando calmar el ambiente.

—He hecho lo que debería haber hecho. Si Carlos se ha molestado, no es culpa mía.

Me crucé de brazos.

—Bueno, ¿qué? ¿Dónde cenamos? —Preguntó mi hermano ignorándome.

Él estaba convencido de que había hecho bien, sin embargo, yo ya no sabía qué pensar. Era cierto que hablar con Lucas me había hecho no estar furiosa con él, pero ahora que Carlos se había enfadado conmigo, había vuelto a estar mal con Lucas.

Estaba peor que al principio.

Optaron por el McDonald's. Fui porque Maite y Fran me convencieron, no obstante, tenía ganas de estar sola. Debía pensar cómo solucionar las cosas con Carlos.

Como si no hubiera tenido ya bastante con mi hermano, decidió invitar a su novia. Es muy guapa, pelo rubio oscuro y liso, ojos color caramelo y una sonrisa indescifrable. Hasta hacía veinticuatro horas me moría por conocerla. Después de haberlo hecho, tenía ganas de pegarle una torta y no sabía exactamente si a ella o a mi hermano. Cuando escuchaba sus conversaciones por teléfono no parecía ser tan pija. PERO LO ES. He de reconocer que, al principio, me pareció muy maja. Me saludó con un abrazo y dos besos:

—Tú debes de ser Bea, ¿verdad?

Hasta ahí todo normal.

—Pablo me ha hablado de ti. ¡No eres tan remilgada como te imaginaba!

Tuve ganas de soltarle una barbaridad.

—No, lo cierto es que no —resalté con energía el último «no» para que se diese cuenta.

La fiesta caóticaWhere stories live. Discover now