O1 ┊ accidentes y visitas a la oficina del director.

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Bambam lamía la paleta que su maestra le había regalado como recompensa por organizar la clase y mantenerlos a todos callados. ¿Cómo lo hizo? Nadie lo sabía, el pequeño simplemente era mágico en cuanto hacer que todos le hicieran caso. 

Era, de hecho, el niño con el mejor comportamiento en la guardería. Bambam sabía obedecer y dar el ejemplo a comparación a sus desastrosos compañeros que no hacían más que causarle problemas a su maestra encargada. Si fuera por ella, solo se quedaría con el pequeño tailandés que apenas notabas que se encontraba en la misma habitación que tú. Por ende, los niños en lugar de sentir envidia y odiarlo por ser el favorito, decidieron tomar su ejemplo para obtener regalos y un poco del cariño de su maestra. 

Los helados era buenos y ser felicitado también, aparte de lo feliz que se ponía Papá YoungJae al enterarse que había sido un niño bueno. La cosa era distinta, Bambam simplemente no entendía por completo los juegos de los demás y tampoco sentía necesidad en participar. Nadie nunca lo consideró antipático al mantener tanta distancia de los demás a la hora de jugar, simplemente no le tomaban importancia al pequeño bebiendo su leche de chocolate y seguramente pensando en que estaba haciendo sus padres sin él. 

¿Por qué Bambam pasaba tan desapercibido? Pues, porque ya había otro niño igual.

Felix era otro extranjero que a diferencia de Bambam, él desconocía por completo el idioma y como no se molestaba en aprenderlo, decidía distanciarse. Pero, no era relevante, por el momento.

De hecho, lo interesante comienza ahora mismo.

Los niños debían volver al salón para tomar su siesta, por lo que fueron organizados en filas separadas, los niños a la izquierda y las niñas a la derecha por altura. Bambam al ser un poco alto le tocaba estar a lo último, nunca le había prestado atención a ese hecho hasta que se encontró en aquella situación incomoda.

Meiyou —una de sus compañeras chinas —, discutía con el último de la alineación de hombres por alguna razón. Bambam no iba a tomarle importancia, pero se encontraba tan cerca de que ellos que era casi imposible enterarse de lo que pasaba. La maestra no tardó demasiado en percatarse de la situación, porque la chica terminó derribada en el suelo.

— ¿Me pueden explicar que está sucediendo aquí? —Todos se giraron a mirar que estaba sucediendo gracias al tono severo de su maestra, que era, difícil de ignorar. Meiyou se incorporó del suelo por su cuenta, limpiándose la tierra de las rodillas y codos. — Si no hablan ahora, voy a llamar a sus padres.

Todos quedaron en silencio ante la mirada de la maestra, porque todos sabían lo que acaba de ocurrir y no lo comprendían del todo, por lo que preferían callar como sus padres les decían. Excepto, claro, Bambam, quién su padre le enseñaba cosas diferentes.

El tailandés se acercó hacia la enojada maestra y jaló un poco de su manga para llamar su atención. Cuando la obtuvo, aclaró un poco su garganta.

―baby bambam.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora