Leyendas urbanas (2)

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Dos de tres, pensó Martín. Aún faltaba escoger a otra persona para que el grupo de cinco estuviera completo. Esas eran las órdenes que había recibido y para ello debería entrevistarse con tres candidatos muy diferentes entre sí. El primero era un chaval de dieciocho años que residía en un colegio mayor y que acababa de comenzar la carrera de psiquiatría. Se llamaba Mateo Ruiz y se suponía que era un experto en informática y muy aficionado a los temas paranormales. Una de sus pasiones según decía. Llevaba un blog donde escribía sobre este tipo de fenómenos y ese era el motivo por el que había sido seleccionado. Otro de los candidatos era un hombre de treinta y cuatro años cuyo expediente académico podía rivalizar con el de un premio novel. Salvador Fraguas era, entre otras cosas, economista, matemático y, aunque que pareciese extraño, médium. Decía haber heredado sus dones de una tía abuela suya gallega a la que todo el mundo calificaba de meiga. El último candidato era una mujer de cuarenta y nueve años que, aunque toda su vida había trabajado de dependienta en una boutique de ropa de señoras, poseía un don muy especial. Encarnación Cuesta era clariaudiente, decía poder escuchar a los muertos y le daban todo tipo de mensajes. Ellos eran las opciones de que disponía el inspector y decidió entrevistarse primero con el más joven de los tres.
El colegio mayor donde residía el muchacho estaba muy cerca de la Universidad Complutense, en la cual estudiaba. Los cuatro miembros del recién nacido G. A. I. se acercaron hasta allí en un taxi, pues aún no disponían de coche oficial. Martín tomó nota mental de solicitar uno en cuanto hablase con el comisario.
-¿Qué tiene de especial nuestro candidato? -Preguntó el padre Mauri.
-Es una auténtica enciclopedia sobre fenómenos paranormales, además de un monstruo con la informática.
-Eso podría sernos de utilidad.
Se acercaron hasta la residencia del joven y allí preguntaron por él a un grupo de chavales, chicos y chicas que, sentados junto a la puerta de la vivienda, charlaban de sus cosas.
-Deben estar refiriéndose a Mat -dijo una de las chicas -. Está arriba, en su cuarto. No suele salir mucho.
Efectivamente, Mat estaba en su habitación de la que no acostumbraba a salir y en la que disponía de todo cuanto realmente le interesaba en la vida. Un ordenador y una conexión a internet.
-Buenos días -saludó el joven al abrir la puerta -. Ustedes deben ser esos polis de los que me hablaron. Siento tener decirles que no estoy interesado en su propuesta. Ya tengo bastante con las clases de la uni y...
-Soy el inspector Martín. Permíteme que te explique quienes somos y que pretendemos de ti antes de negarte.
-De verdad que no me interesa...
Martín no se dio por vencido ante la negativa del joven.
-¿Qué me dirías si te contase que mi compañero y yo vimos algo que escapa a toda lógica?
-¿Algo cómo qué? -Preguntó el joven, cayendo en la trampa.
-Algo que no pertenece a este plano de la realidad. Un ser como los que tú describes en tu blog.
-¿Han entrado en mí blog?
-Nos ha parecido muy interesante.
-¿Cómo era ese ser?
-Alto, casi del tamaño de dos personas, muy pálido y feo como él solo -contestó Lozano. Él era quien mejor le había visto.
-¿Se comunicó con ustedes?
-Me salvó la vida -confesó Carlos -. Estaba a punto de ser embestido por un tren, cuando me apartó de su trayectoria.
-Eso es muy interesante -confirmó el joven.
-Pues no es la única cosa extraña que hemos visto -dijo Martín -. Hace unos días pudimos ver un fantasma... Asesinó a una persona delante de nosotros.
-Los fantasmas no van por ahí asesinando gente -negó el chaval.
-No, a menos que se trate de la misma persona que le quitó la vida muchos años antes. Puede que el fantasma no le matase y puede ser también que la víctima fuese un anciano y que sufriera del corazón, pero que duda cabe de que fue esa aparición la que le ocasionó el pánico que acabó con su vida.
-¿Un fantasma que vuelve para vengarse? Suena emocionante.
-Pues ese sería el tipo de emociones que obtendrías si decidieras unirte a nuestro grupo. Nos proponemos investigar a fondo todos esos tipos de apariciones.
-Suena muy tentador.
-Sabía que te gustaría. Para un joven como tú, con esa clase de creencias, no puede haber nada más interesante.
-Ya, ¿Y que pasaría con mis estudios? Acabo de comenzar la carrera de psiquiatría.
-Creo que podrías compaginar ambas cosas. Tendrás tiempo de estudiar y estoy seguro de que mis jefes pueden hablar con tus profesores y aclarar las cosas cuando tengas que ausentarte. Habrá días que no podrás asistir a clase, pero recibirás una compensación monetaria. Seguro que un dinerito te viene muy bien.
-Sí, la vida está muy cara. ¿Puedo pensármelo?
-Te doy un minuto para que te lo pienses. Hay otros candidatos, pero me gustaría que fueses tú quien formases parte del grupo.
Mat cerró unos segundos los ojos como si estuviera calculando mentalmente alguna cosa.
-Está bien. Acepto.
-Y nosotros nos alegramos de ello.

2.

Martín ya tenía el cupo completo. Había decidido apostar por aquel chaval que, a pesar de no tener ningún don era quien más sabía de aquellos temas de entre todos ellos.
Cuando se reunió con el comisario Salcedo le explicó su decisión.
-Así que tenemos a una bruja, un exorcista y un jovencito apasionado con lo paranormal -dijo el comisario -. No entiendo porque no ha elegido a otro de los candidatos en vez de a su compañero. Lozano es un buen policía, pero para este tipo de asuntos no creo que le sea de mucha utilidad.
-Puestos así, yo tampoco tengo ninguna experiencia en estos temas-dijo Martín.
-No se infravalore, Martín. Tengo entendido que a lo largo de su carrera le han sucedido ciertas cosas de las que prefirió no comentar nada, ¿no es así?
-Usted lo sabe tan bien como yo. En mis informes expliqué lo que vi o lo que creí ver. Luego usted me hizo rectificarlos.
-Fue por su bien, Martín. No hay mucha gente que diga abiertamente creer en esos fenómenos, no, aún no.
-Lo sé y sé adonde quiere llegar. Cree usted que yo también tengo algún tipo de don especial, ¿no es así?
-Llámelo como quiera. Pero esa capacidad para ver ciertas cosas no es muy corriente. Quizás al estar en compañía de otras personas como usted, pueda desbloquear esos poderes innatos y quizás también puedan servirle de ayuda en su trabajo.
-Así lo haré, señor.
-Bien. Confiaré en su criterio. Ahora déjeme exponerle su siguiente caso o la próxima misión, como usted crea mejor llamarlo. Sin duda habrá oído hablar de lo que normalmente se conoce como leyendas urbanas. Ese cúmulo de creencias sin ninguna base científica que pululan por la web y entre las que se encuentran ideas tan disparatadas como la de que Elvis Presley sigue vivo o la de que nunca llegamos a la luna. ¿No es así?
-Yo siempre he pensado que Elvis Presley puede seguir vivo y residir en la luna -bromeó Martín.
-A eso es a lo que me refiero. Hay miles de historias sin fundamento y que nadie en su sano juicio llegaría siquiera a imaginar que son ciertas. Sin embargo, hay otras que sí podrían albergar cierta verdad en ellas. Me refiero a una que sin lugar a dudas habrá escuchado alguna vez: La chica de la curva.
-No soy un experto -aclaró, Martín -, pero creo que son miles las personas que juran haber visto a esa misteriosa joven, y no solo aquí en España, sino en todo el mundo.
-Eso es correcto. Los casos de avistamientos de esa joven se cuentan por miles y siempre tienen unas características muy similares. El último ha sido hace tan solo unos días y ha ocurrido aquí, en Madrid. Quiero que su grupo lo investigue y que trate de sacar algo en claro. Deberán ir a un pequeño pueblo de la provincia de Madrid, se llama Batres. Allí residen los testigos a los que deberá interrogar. Lleve usted al personal que necesite y le deseo buena suerte.
-Quisiera pedirle algo, comisario.
-Dígame.
-Necesitamos algún tipo de vehículo.
-Creía que no conducía usted.
-Y no lo hago. Será Lozano quien conduzca. Los automóviles me dan pavor, pero al ser un grupo numeroso de personas, había pensado...
-Tendrá listo un automóvil para cuando decidan partir.

3.

-Nuestro próximo trabajo será el de tratar de averiguar qué hay de verdad tras esa leyenda urbana a la que llaman la chica de la curva.
Martín se había reunido con los restantes miembros del grupo en un café cercano a la puerta del sol.
-Esa historia es de las más populares en internet -dijo Mat -, yo creo que se trata de algo real.
-Cuéntanos de que trata, para aquellos que no sepamos nada del asunto.
-Hay varias versiones. La más impactante es la del automovilista que recoge a una joven que hace auto-stop...
-¿Siempre son mujeres?
-Sí, yo nunca he sabido de una historia en que no lo fuera.
-Continua.
-Pues eso. El conductor recoge a la chica que en muchas ocasiones permanece silenciosa y triste. Al llegar a un punto del camino, generalmente una curva peligrosa la joven habla por fin y tan solo le dice al conductor que tenga cuidado con la curva pues ella se mató allí. Cuando el conductor, extrañado, se vuelve a mirar a la chica, está ya ha desaparecido.
-Suena muy poco verosímil -dijo Lozano.
-Sí -respondió Martín -. Además siempre es un amigo o un familiar el que le cuenta la historia a quien te la cuenta a ti. Muy poco creíble, pero nosotros disponemos de dos testigos que dicen haberla visto e iremos a entrevistarlos. Viven en un pueblo de Madrid. Batres, creo que se llama.
-¡Dios, mío! -Exclamó Jade -. ¿No os habéis dado cuenta...?
-¿De qué? -Preguntó el padre Mauri.
-Batres... ¿No os recuerda nada ese nombre?
Todos negaron.
-Batres es SETRAB al revés. El nombre que oí cuando entré en trance.
-¡Joder! Es verdad -dijo Lozano.

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Los expedientes secretos. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora