Sombras en el pasado (2)

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1.

-Bernadette fue mi novia -explicó Lorenzo -. Aún no sé cómo pude olvidarlo todo. Olvidarla a ella.
-Un sock muy fuerte puede bloquear los recuerdos -dijo la doctora.
-Lo entiendo, pero Bernadette fue alguien muy importante para mí. Me parece imposible haberme olvidado por completo de ella y también de Flavio. Él se convirtió en mi mejor amigo a pesar de que era mucho mayor que yo.
-Lo importante es que ahora lo recuerdas -dijo Jade.
-Sí, voy recordándolo todo. El nombre de madame Salomé era Teresa... Teresa Viejo. Era una persona increíble - Lorenzo sonrío con nostalgia. -Recuerdo que ella siempre me decía que era un niño muy dotado. Una llave que abriría puertas y que por eso era necesario que alguien me instruyese, porque, también decía, había puertas que era mejor no abrir. Ella se encargó de hacerlo. Me preparo para lo que al final tenía que acontecer. Lo que está a punto de suceder.
La doctora Sandoval les miraba atónita. Hablaban de cosas que ella era incapaz de comprender. Jade se dio cuenta de su desconcierto.
-Créeme, Catalina, hay más cosas en la realidad que las que puedan venir explicadas en tus libros de psicología.
-O quizás solo se trate de ilusiones o de tu imaginación, ¿no crees tú, Jade?
La joven no contestó. Era consciente que había personas que jamás abrirían su mente, pero tampoco iba a ser ella quien les hiciese cambiar de idea.
-Tenemos que reunirnos -dijo Lorenzo -. Esto es algo que nos atañe a todos.

2.

Andalucía. Invierno del 2018.

El sol de la tarde iluminaba los olivos cuyas hojas plateadas se mecían con una ligera brisa. El cielo estaba nublado y borrascoso, presagiando la lluvia que sin duda caería a lo largo de la madrugada.
Habían acudido en el monovolumen que les había proporcionado el comisario Salcedo y se detuvieron frente a la casa donde Teresa y su hija Bernadette habían vivido tanto tiempo atrás. Un millón de recuerdos afloraron a la mente del policía. Instantes imprecisos que creía olvidados para siempre y que ahora despertaban en su memoria.
-Ha pasado mucho tiempo, Lorenzo -dijo Carlos Lozano -. Es muy posible que ya no vivan aquí.
Era cierto. La última vez que vio a Bernadette y a su madre fue treinta y cinco años antes. Después, Lorenzo y sus padres adoptivos habían decidido ir a la capital y una vez allí él las había olvidado. Olvidó aquel pequeño pueblecito, olvidó a sus amigos, a su novia y a aquella mujer que tan bien le conocía y que le había mostrado un futuro aún por llegar. Llegó a olvidar incluso a sus verdaderos padres, aquellos que murieron en un accidente que nunca sucedió.
-Entraré yo solo -dijo y con paso decidido se acercó hasta la puerta de aquella casa encalada de dos plantas, balcones enrejados y geranios en las ventanas. Al pulsar el timbre escuchó pasos en el interior de la vivienda. La puerta se abrió y una mujer apareció en el umbral. Rondaba los cincuenta y cinco años. Su cabello era aún rojizo y su tez muy pálida.
-¡Dios mío! -Exclamó la mujer -¿Eres tú?
-¡Det!
-¡Lorenzo! ¿Qué... Qué haces aquí? -Preguntó Bernadette.
-He venido a buscaros, a tu madre y a ti...
-Mamá murió hace diez años, Lorenzo. Ella sabía que algún día volverías, pero no pudo esperarte. La enfermedad pudo más que ella.
-Lo siento.
-Nunca llamaste, ni siquiera nos escribiste una carta, desapareciste de nuestras vidas sin dejar rastro.
-No recordaba nada Det, te lo juro...Creo que fue tu madre la que lo quiso así. Borró mi memoria para que él no pudiese encontrarme... ¿Tú...Tú cómo estás?
-¿Cómo estoy? Estaba enamorada de ti, Lorenzo. Tenía diecisiete años y el mundo por delante. Todo eso se fue contigo cuando desapareciese de la noche a la mañana. Estás aquí, por lo tanto te ha encontrado de nuevo, ¿verdad?
-Así es.
-Mi madre ya no puede ayudarte. ¿Qué esperabas después de todo este tiempo? Ella luchó con todas sus fuerzas contra el cáncer que la devoraba por dentro. Estuviste en sus pensamientos hasta el último momento. Me decía que tú volverías y que ibas a necesitar de su ayuda... Nunca en su vida se equivocó, tampoco en esto.
-Teresa era una persona muy sabia.
-Lo era. No tenía estudios pero, qué falta le hacían. Ella podía ver en el interior de las personas. Podía contemplar el futuro y prepararse para lo que tenía que acontecer. Sí, era analfabeta y sin embargo era muy sabia.
-Lo siento -repitió de nuevo Lorenzo.
-Lo sé -respondió Bernadette -. Antes de morir lo dejó todo previsto.
-¿Qué quieres decir?
-Digo que ella me instruyó. Dejó atados todos los cabos. Me convirtió en lo que ella fue. Había heredado su semilla y la hizo germinar. Yo te ayudaré.

3.

Bernadette les había acogido en su casa y los cinco se instalaron en ella después de que Lorenzo hiciera las presentaciones. Tras ponerla al corriente del trabajo que llevaban entre manos, Bernadette se mostró asombrada.
-Así que eres policía, Lorenzo -le dijo - y además has formado un grupo de especialistas en temas esotéricos, no puedo creerlo.
-Pues es cierto -contestó Lorenzo - y no se nos da tan mal. En unas pocas misiones hemos tenido varios encuentros con lo desconocido.
-Noto el poder que emana de vosotros -dijo Bernadette -, por separado sois muy fuertes, pero juntos sois muchísimo más poderosos. Es natural que veáis cosas. Las fuerzas se atraen, juntos sois como una batería cargada, pero debéis tener cuidado. Él tratará de separaros, de disolver vuestra unidad, es entonces cuando seréis vulnerables.
-Det, necesitó saber que les ocurrió a mis padres -dijo Lorenzo -. Creo que ahí está la clave de todo.
-Mi madre me habló sobre ellos, pero no creo que te guste oír lo que ella opinaba.
-Eso no importa. Necesito saber qué ocurrió. Por qué ese ser me persigue. Cuéntanoslo, Det.
-Cómo quieras -dijo, resignándose -. Teresa sospechaba que tus padres formaban parte de un grupo de personas amantes del espiritismo y que se reunían para conseguir resultados específicos...
-¿Estás dándome a entender que mis padres formaban parte de una secta?
-Eso es lo que me reveló mi madre. Una secta satánica para ser más exactos.
Lorenzo la miró estupefacto.
-¡Satanistas¡ -Exclamó.
Bernadette asintió con la cabeza.
-No es tan extraño -explicó el padre Mauri, quien estaba muy al día con el tema -. Hay muchas más sectas de ese tipo de las que podemos imaginar. Satanistas, Luciferinos. El diablo teje sus intrigas entre esas personas. Ellos desconocen que él siempre traiciona a sus adeptos, que tan solo los utiliza para sus propios y oscuros fines.
-Eso nos daría la explicación de porque ese ser, sea lo que sea, te persigue -dijo Jade.
-Tus padres te ofrecieron a ese demonio antes de que tú nacieras, Lorenzo -explicó Bernadette -. Eso es lo que mi madre me contó. Luego al nacer tú, tu madre se dio cuenta del error que habían cometido. Trataron de huir, pero otros miembros de la secta los encontraron. Aún no era demasiado tarde. Gracias a Dios consiguieron esconderte de esos hombres dejándote al cuidado de una amiga suya, una mujer llamada Esperanza Sainz. Esa mujer era abogado y gracias a sus influencias logró esconderte de tus perseguidores. Ella te consiguió una nueva partida de nacimiento con un nombre distinto y unos nuevos padres que te acogieron a su cuidado. Cuando se enteró del accidente de tus verdaderos padres supo que habían sido asesinados y que esas personas no se darían por vencidas hasta lograr encontrarte, pero tú ya habías desaparecido para ellos.
Lorenzo escuchaba comprendiendo que las piezas encajaban como en un puzzle.
-Ese demonio busca lo que ciertamente le pertenece -dijo el padre Mauri -. O sea, te busca a ti.
-Él tratará por todos los medios de recuperar lo que considera que es suyo -continuó diciendo Bernadette -. Y no cejará hasta lograrlo. Es por eso que tu única oportunidad de sobrevivir es enfrentarte a él.
-Pero no lo harás tú solo -dijo Jade mirando al resto de sus compañeros, quienes se limitaron a asentir -. Todos nosotros te ayudaremos.





Los expedientes secretos. (Terminada)Where stories live. Discover now