Capítulo 17: Conociéndonos profundamente

1.2K 103 591
                                    

(N/A: Adjunté una canción por si quieren escucharla durante la grandiosa escena que se aproxima)

________________________________________________________________________________

POV Larisha

Claramente soy una imbécil, eso nadie me lo tiene que decir. Lo reconozco, fui una idiota en no decirle a Stephen desde el principio que era millonaria. Pero no podía arriesgarme, mientras menos personas lo supieran, mejor. Aunque últimamente todo se me está yendo de control y tengo que tomar las riendas antes que se me descarrile. Jaymes me está desconcentrando en gran manera, quizás él sólo quiere ayudar... Pero ¿por qué?, me cuesta creer que sólo es porque "me quiere a mí". Ni porque yo misma quiero tener a Stephen, comprendo la lógica que él tiene. Yo tengo una razón más allá, no es querer a Stephen sólo por quererlo, conlleva a algo más serio; algo que nos ata.

Quisiera saber que es lo que quiere hablar conmigo Stephen, todo esto está muy raro. ¡Pero que hago perdiendo el tiempo aquí! El tiempo sigue avanzando y tengo que planear algo en cuanto antes. 

¡Claro!

¡¿Por qué no se me ocurrió antes?!

De inmediato arranqué el auto y me fui a la heladería donde me iría a encontrar con Stephen. Llegué mucho antes, pero me daba tiempo para lo que tenía pensado. Dejé el auto allí y caminé hasta la cafetería. Ya sé perfectamente quien me puede ayudar. Ahí estaba el rubio atendiendo la gente, se le notaba apurado y cuando está así, es mejor tenerlo de buenas. Me senté en la mesa que quedaba atrás de él, ni cuenta se dio porque trataba de tomar la orden de una viejita que ni lo escuchaba.

- ¿Qué desea para comer señora?―le preguntó mientras miraba su libreta

- ¡¿QUÉ?!―respondió la señora

- Le pregunto, ¿qué desea ordenar?―dijo más pausado

- ¡HABLE MÁS DURO, HOMBRE!―él se rascó la cabeza desesperado

- Señora, ¡¿qué desea para ordenar?!―exclamó un poco

- ¿PUEDE HABLAR MÁS ALTO? ¡NO LO ESCUCHO!―manoteó la viejita

- ¡POR AMOR A DIOS! ¡¿QUÉ RAYOS QUIERE COMER?!―gritó a los cuatro vientos y todos se voltearon a mirarlo. Yo me contuve en reírme y me tapé la boca con mis manos. Él miro las otras mesas, como la gente lo observaba y pasó sus manos por su cara avergonzado. -No puedo creer que esto me está pasando a mí.―musitó, pero lo alcancé a escuchar

- ¡¿QUÉ?!―preguntó de nuevo la señora y yo por poco colapsaba allí de tanto aguantar para no reírme

- ¡NO ES A USTED SEÑORA!―exclamó desesperado

- ¡USTED ES UN INEPTO! ¡QUIERO A OTRO CAMARERO!―se quejó furiosa

- ¡CON MUCHO GUSTO LE ENVÍO A OTRO!―se volteó refuñando mirando al suelo, pero cuando levantó la mirada se topó conmigo y su semblante cambió -Larisha... ¿cuánto rato llevas ahí?―preguntó nervioso

- Lo suficiente para morir de un ataque de fatiga. Estuve conteniendo las ganas de reírme a todo lo alto. Pero no quería interrumpir esa hermosa escena.―me reí, él rodó sus ojos, tiró la libreta en la mesa y se echó poco a poco en la silla como si estuviera derritiéndose

- ¿Sabes algo?―me dijo en tono bajo -Estoy cansado de esto, sinceramente...―exhaló frustrado

- ¿Del trabajo?―pregunté preocupada

Nunca es Mucho (EN EDICIÓN)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant