Arrestados

Disturbios en la vía publica

Ahí estaba el joven músico de origen mexicano, siendo arrastrado por el cuerpo de policía de San fransokyo hasta una celda fría y gris como las que solía ver en las películas policíacas que gustaba de ver en casa con su familia, tras el asiento del oficial en guardia apartada del resto. Pero ahora no es como en las películas, estaba sólo, asustado, confundido y sin lograr entender nada de lo que los oficiales estaban diciendo ya que él a duras penas conocía un par de palabras en ingles siendo el español su lengua natal, ¿A caso podía empeorar más?

En la  otra parte del departamento de policía se encontraba un joven genio de 17 años con una melena negra alborotada inútilmente oculta bajo una gorra negra a juego con su vestimenta de "chico malo", oscura para pasar desapercibido en la noche poco iluminada, se encontraba en espera de que fueran a recogerle, igual que cualquier detenido debía pagar una multa, pero además de ello, aún era menor de edad, así que de cualquier modo no podían dejarlo ir hasta que un mayor respondiera por él. Se encontraba meditando respecto a que le diría a su tía para disculparse por su conducta tan irresponsable cuando escucho las puertas de la delegación resonar como si las patearan con fuerza, acto seguido escuchando cientos de quejidos y maldiciones en un idioma extranjero que según podía entender era español.

              -¡HEY AGUARDEN! ¡COMENTEN UN ERROR! ¡SUELTENME! ¡BASTA! -pataleaba el mexicano como mula desbocada mientras los oficiales lo escoltaban sosteniéndolo por los brazos-

              -¡SHUT UP BOY! -de dijo uno de los oficiales mientras ingresaba unos datos en la computadora, los otros dos introdujeron al muchacho al pequeño cubículo de concreto tras el asiento del oficial-

              -¡OIGAN ESTÁN COMETIENDO UN ERROR! ¡YO NO SOY UN DELINCUENTE! ¡MIERDA COMO SE DICE! ¡WAIT I'M NOT A CRIMINAL! ¡LET ME OUT!

              -¡TAKE HIM TO DE CELL THREE FOR CHILDREN! -dijo el oficial en la computadora, más tardaron en meterlo en aquel cubiculo que en lo que lo sacaron para llevarlo a la parte trasera claro no sin resistencia del mexicano quien siguió gritando y pataleando diciendo hasta de que morirían aquellos hombres en uniforme-

Una vez en la parte trasera arrojaron al muchacho dentro de una celda con un enorme tres negro pintado en la parte alta, cerraron inmediatamente la reja y el muchacho de tes morena continuo gritándoles a los hombres aferrado a los barrotes mientras estos de marchaban tapándose los oídos. El músico poco a poco se fue callando conforme se fue cansando hasta que se dejo resbalar por los barrotes terminando de rodillas al pasillo con la frente entre dos barrotes, a decir verdad estaba preocupado por lo que le pasaría, sin embargo lo que más le molestaba es que le hubieran despojado de su preciada guitarra, al momento de bajar de la patrulla le habían quitado todas sus pertenencias siendo la guitarra la mas obvia, y ciertamente no presento resistencia sino hasta ese momento.

El científico, peleador y superhéroe observaba la escena con un gesto entrecruzado con gracia, fastidio, y hasta un poco de miedo debido al explosivo carácter del niño, este último una vez se hubo calmado se incorporo y se sentó en la cama del lado contrario de la celda y no fue sino hasta entonces que se percató de la presencia del otro muchacho en el lugar, su primer instinto fue hacerse bolita en la cama debido al gesto frío del contrario, sin embargo su encapsulamiento duro poco una vez que advirtió que el otro no tenia intención de hacerle daño, ni siquiera parecía interesado en hablarle, así que simplemente se miraron uno al otro con cierta curiosidad, escaneándose mutuamente, el mexicano logró notar la nevada piel del chico al igual que sus pestañas de aguacero como dirían en su país, gruesas, largas y caídas, y dos ojos marrón oscuro casi negros que lo veían en un gesto indescifrable para él, aunque a decir verdad por alguna razón no le molestaba la incesante mirada del azabache.