Familia perpetua

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La familia Hamada regresó al Lucky Cat Cafe con una calma reconfortante para el genio, subió hasta su habitación donde se desplomó sin siquiera quitarse los converse, la gorra se le bajó cubriéndole los ojos junto con sus mechas rebeldes, el sueño acumulado le hacia pesado el cuerpo, ni siquiera tenia hambre, sólo quería dormir, pero claro, eso no duraría mucho.

_...¿Hiro? Oh Cariño, si quieres dormir al menos toma un bocadillo primero, no has comido nada, debes de alimentarte bien ya que aún estas en pleno crecimiento, después puedes dormir un poco antes del concierto, ¿No tenias tantas ganas de ir? -dijo su tía (obviamente en ingles) con su cariñoso tono de siempre.-

_...Lo sé tía Cass, pero si te soy franco sólo quiero dormir, no tengo hambre -sus tripas rugieron llevandole la contra al cansado superhéroe- bueno, es su palabra contra la mia -señaló a su estomago traidor.-

_...Pues le creo más a él sinceramente, anda arriba, te prepararé un emparedado, ya una vez que termines podrás dormir.

_...Supongo que no tiene caso que diga que "no" ¿verdad? -dijo dandose vuelta quedando bocabajo mientras la gorra se quedó a un lado.-

_...Nope, pero te doy en lo que preparo el emparedado para descansar un poco -le revuelve el pelo mientras Hiro simplemente ronronea contra la almohada como Mochi.-

_...Gracias tia Cass.

La dueña del café sonríe y deja al genio en un estado casi comatoso inducido por el sueño. Por su parte, él comienza a rememorar los hechos ocurridos desde el día anterior, había salido de clases muy temprano, así que aprovechó para ir a su laboratorio y hacerle unas cuantas mejoras a Megabot, una vez hecho eso, evadió a sus amigos para ahorrarse el tener que dar explicaciones ya que, al igual que Tadashi, ellos suelen tratar de persuadir lo para que no vaya a las peleas robóticas, y en varias ocasiones había tenido que cargar con ellos, lo cual, terminaba en un caos total, por lo que empezó a ir de incógnito a las peleas, en fin, llegó a su casa, escondió a Megabot junto con su control dentro de una mochilita discreta, y la escondió bajo la cama por si tía Cass subía al cuarto, de ahí a la noche, fingio demencia ayudando a su tía en el café hasta la hora de cerrar, lavaron los trastes y finalmente alegó que subiría a terminar unas labores de la universidad, lo cual por cierto, era una gran mentira, una vez que su tía pareció satisfecha ante su coartada, subió y espero a que ella se durmiera, para no aburrirse se puso a buscar en Internet partes para un proyecto que tenia inconcluso, las compró, y finalmente se puso su ropa de guerra y se escabulló con la mini mochila con Megabot por la ventana, al cumplir los 16 había sacado su permiso para conducir y entre sus ganancias de las "Botfights", más su beca de investigación del instituto, se había comprado una motoneta negra muy parecida a la de Tadashi, la cual por cierto, habían vendido hace un tiempo tras la muerte del mismo, así que, con todo lo necesario, llegó al punto de reunión, desde hacia ya un tiempo, las peleas roboticas ya no se hacían en un callejón oscuro a la media noche, ahora se hacían en bodegas abandonadas, construcciones fantasma, y toda clase de lugares secretos que había en San Fransokyo, incluso Yama tenia ya su propia arena para peleas roboticas, pero eran eventos muy exclusivos, además que el genio, lo que menos quería era volver a estar cerca del hombre, así que asistía a las mismas peleas clandestinas de siempre, llegó al lugar de la misma, dijo la palabra de acceso y le permitieron entrar, una vez ahí, la mecánica es la misma, esta el defensor, y el retador, claro que Hiro es el campeón, pero siempre finge un poco antes de rematar a sus oponentes, todo marchaba como cada vez que salia a pelear, sin embargo, de alguna forma la policía se enteró de la ubicación y cayeron en un operativo de emergencia, se llevaron a todos detenidos, incluido el genio de la robótica, de ahí, fueron llevados a la estación, y todos, relativamente pronto, se fueron marchando uno a uno, excepto alguien, oh sí, el mismo imbécil que estaba encerrado en una celda a parte, por ser menor de edad, no podía irse hasta que le recogieran, ahí estuvo toda la maldita noche, escuchando el murmullo de los oficiales, las luces quemandole los ojos a través de los parpados, se cubrió con la gorra, pero simple y sencillamente no había podido dormir ni un poco en toda la maldita noche.

ArrestadosWhere stories live. Discover now