Capítulo 39

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—¿Y cómo sucedió?— preguntó el doctor, había rogado todo el camino para que me dejaran entrar al consultorio con la señora Lee que al final lo había conseguido. La señora Lee me dio una miradita, no se veía molesta, sino más bien preocupada tanto por Felix como por mi.
—Con un azotón de puerta— respondió la madre de Felix volviendo a mirar al doctor. Trataba de evitar el contacto visual con el rubio, me sentía mal y meramente culpable. Estaba claro que yo le había ocasionado la ruptura del hueso por no fijarme que su brazo quería alcanzarme.
—Lo primero es ponerlo el su lugar para poder poner el desinflamatorio después— respondió el señor de cabello blanquecino, la señora Lee le asintió poniéndose de pie y tomando a su hijo de los hombros para evitar que se moviera. De todas formas Felix manejaba bastante bien aquella situación, yo ya me habría puesto a llorar del dolor y del temor.
Me puse de pie hasta llegar a los tres, finalmente me atrevía a observar al chico con el brazo roto que yo había ocasionado, miré sus pecas y después su media sonrisa, ¿Cómo podía sonreírme después de esto?
 —Lo siento— murmuré acariciando su cabello haciéndolo de lado, su madre hizo presión en sus hombros y el doctor se dispuso a iniciar con el acomodo del hueso. Mire su rostro peleando con el dolor que debía sentir en ese momento y me odie aún más, ¿Cómo pude romperle el brazo?
—Estará bien— nos dijo el doctor. —En un par de meses estará como nuevo.
Por supuesto que mi madre se ofreció un sin fin de veces en pagar todo el gasto que la señora Lee haría, pero eran tan buenas amigas que la madre de Felix se negó rotundamente todas las veces que fueron posibles.

Mientras íbamos en el coche miraba por la ventana, porque no me atrevía a ver el brazo enyesado de Felix -quien estaba mi lado-
Al llegar a la casa de los Lee, me he dejado caer en la cama observando algún punto muerto del techo. Lo que había ocurrido esta mañana había sido un castigo, lo que me había dicho mi mamá había sido una catástrofe, romperle el brazo había sido un pecado. Pasaba de la media noche y yo seguía sin poder dormir, vaya cumpleaños el que tuvo Felix... Un brazo roto, quién lo diría. Me removí en la cama con frustración, es que no podía ser más tonta, ¿Cómo es que le termine quebrando el brazo? Consumida por el remordimiento me he puesto de pie dispuesta a ir y entrar a escondidas a su habitación, el pasillo estaba a oscuras y agradecí que el cuarto de Lix no estuviera lejos del mío, porque hubiera muerto de nervios antes que llegar si hubiera estado más retirado.
Abrí la puerta para después cerrarla detrás de mí con tanto silencio como se me fue permitido, pensé que probablemente encontraría a Felix dormido pero no, él estaba allí acostado y despierto, leyendo cómics con una pequeña lámpara tenue que estaba sobre la cabecera de la cama. Cuando notó mi presencia me miró algo desconcertado, incorporándose en su lugar  como pudo. Ver su yeso me hizo sentir más culpable, pero no dude en acercarme a él y sin el más previo aviso me he terminado por subir a su cama,  rodeandole el torso para abrazarlo, no sin antes percatarme de que no le estuviera lastimando aún más el brazo de lo que ya lo había hecho esa tarde.
—Lo siento mucho— murmuré tratando de no soltar en llanto mientras escondía mi rostro en su pecho —¡No quería lastimarte de esa forma! ni siquiera me di cuenta de que tu brazo estaba allí, Lo sie- fui callada cuando la única mano buena de Felix me tapo la boca mientras soltaba un leve Shhh con los labios, indicándome que guardara silencio. Fue allí cuando me percate que estaba hablando demasiado fuerte y nuestras madres podrían venir. Le asentí con la cabeza, poco después la mano de Felix paso a mi cabeza comenzando a acariciar mi cabello con dulzura. Alce la vista para encontrarme con la de él, no entendía cómo era que no estaba enojado conmigo después de lo que había ocasionado esta tarde.
—Arruine tu cumpleaños— murmuré sin apartar la vista, el rubio me lo negó con la cabeza.
—El yeso me sienta bien— bromeó, pero solo me hizo sentir más culpable, le negué con la cabeza mientras me acomodaba dispuesta a sentarme a su lado, pero me lo impidió.
—Soy pesada, tus piernas se van a entumir— me queje tratando de moverme nuevamente, pero una vez más Felix me lo impidió. —Vamos, déjame bajar— me queje intentándolo por tercera vez, entonces Felix soltó un respingo sin preocupación alguna. —¡Por Dios, Félix eres un pervertido!— me queje forcejeando más para bajarme de él, sintiendo como las mejillas se me ponían rojas.
—No es eso tonta, me has lastimado el brazo— se quejó alarmandome por aquello.
—¡Maldición!— me apresuré a decir deteniendo mis movimientos bruscos, quedándome completamente quieta al instante. —¡Lo siento, no era mi intención!— hablé, pero Felix solo comenzó a reír, lo miré confundida.
—Que incrédula eres— respondió al momento de tirarme a un lado de su cama. Me quedé allí sin moverme, pensando. —¿Estás molesta?— preguntó con voz divertida, lo miré con el rostro serio para después negarle con la cabeza.
—Lamento los problemas que te he ocasionado este verano— hablé, Lix se encogió de hombros restándole importancia a mis palabras.
—No me importa— respondió desinteresado. Me senté en la cama para observarlo cara a cara —porque en este loco verano finalmente pude confesarte mis sentimientos.
Mire por unos segundos las cobijas en la cama sin saber que responder a aquello.
—Te quiero— murmuré sin dudarlo mientras lo volteaba a ver —Te quiero tanto... Y al verano no le importa eso, se está yendo— Entonces no contuve las lágrimas por más y las dejé correr abiertamente pues era verdad, el verano se estaba yendo, llegando casi a su fin y con él mi partida.

—Yo también te quiero, Marcie— respondió

Summer Nights || Lee Felix || Stray Kids ¡Publicado En Físico!Where stories live. Discover now