iv. ride

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ME DESPERTÉ tarde una vez más

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ME DESPERTÉ tarde una vez más. Había repuesto el día anterior horas extras en el café en el que trabajada, pues había faltado a ese trabajo fines de semana anteriores. Presté atención a la posibilidad de renunciar. Al final y al cabo, me estaba yendo mejor en mi trabajo en la revista con el ascenso que había recibido hacía unos meses atrás. Tenía que llegar a una junta que para mí mala suerte, yo iba a representar.

Estaba más que desesperaba por mi maldita forma de dormir e ignorar constantemente mis alarmas. Es que pensé que jamás se me quitaría la costumbre de ser una irresponsable por las mañanas. Y eso era un defecto que odiaba profundamente de mí.

Salí corriendo de mi apartamento hasta el estacionamiento. Metí todas mis cosas —que aún no lograba guardar en mi bolso—, en la parte trasera, aventándolas sin ningún cuidado. Uno, dos, tres veces girando la llave para que el auto encendiera y este muy apenas logró hacer un ruido. Joder. No me di por vencida, pues después de muchos más intentos, el automóvil logró encender. Comencé a salir de reversa cuando mi auto golpeó con otra cosa. Me alarmé al instante y salí a observar con qué demonios había chocado. Observé una motocicleta mal estacionada. Solté un grito molesta y evidentemente frustrada. Corrí lo más rápido que pude hasta la recepción y pedí avisar en los altavoces que una motocicleta estaba obstruyendo el paso.

Regresé al estacionamiento y me senté una esquina del automóvil. Intenté tranquilizar la jaqueca que ya se estaba formulando en mi cabeza. Envíe un mensaje a la secretaria —quien por cierto Lucy se empeñaba en llamarla asistente—, y le dije que llegaría un poco tarde por cuestiones ajenas a mí. Si, una pequeña mentira piadosa y ciertamente, real. Saqué un cigarrillo y comencé a fumar tranquilamente poniendo como pauta unos minutos para esperar a que el dueño llegara, sino, tendría que recurrir a tirar de un golpe esa motocicleta o tomar un taxi, en su defecto.

Después de unos minutos, aún sin acabarme mi cigarrillo observé como el supuesto dueño de esa motocicleta se acercaba. Al inicio, no logré distinguir quien era, pero me alivié de que éste no hiciera caso omiso a las peticiones que se hicieron. Después, logré distinguir a Sebastian Stan, se tocaba la frente y parecía estar apenado. Una vez llegó hasta mí, se posicionó frente a mí y abrió los ojos como dos platos redondos. Soltó un suspiro y comenzó a buscar las llaves en su bolsillo delantero.

—Santa mierda, te ofrezco una disculpa—admitió—. Le pedí a mi amigo que la dejara en el estacionamiento pero no sabía que era tan malo estacionando.

—Ah, descuida —contesté yo algo apenada por mi espectáculo de rabia—. ¿Es tu motocicleta?

—Lo es —dijo riendo suavemente. Se montó en ésta y la movió de mi camino, dándome paso—. ¿Apoco no es bonita?

—Es muy bonita —aseveré viéndola—. ¿Pero no es muy peligroso?

—No cuando eres un buen y precavido conductor.

Sebastian terminó de acomodar correctamente la motocicleta y se giró a verme, me dedicó una sonrisa piadosa y después posicionó su vista en mi mano. Miré mi mano también y vi como mi cigarrillo ya se estaba consumiendo por sí solo, que de hecho, faltaba poco para que llegase hasta el filtro. Una vez que reaccioné, lo tiré al piso y lo apagué con mi pie. Después, lo junté y lo tiré en el basurero que estaba a más o menos un metro. Regresé con él y me mecí con los pies de atrás a adelante, dispuesta a finalizar la charla.

darling  ━ sebastian stanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora