darling ━ sebastian stan

iii. ebriedad

CAMINABA POR las calles de mi barrio con Letitia. Habíamos salido de compras para el próximo fin, pues tendríamos una cena bastante formal ya que la jefa de Dave, daría una reunión para beneficencia y todos sus colegas estábamos invitados. Pronto finalizamos las compras y nos dirigimos al apartamento de Chris, donde todos se encontraban. Tomé una cerveza en cuanto llegué —pues el clima era bastante caluroso—, y me senté en la silla mecedora que tenía arrumbada por ahí.

—¿Puedo llevar a una amiga a la cena, Dave? —preguntó Chris mirándose las uñas, como intentando lucir despreocupado. Yo alcé una ceja.

—Seguro viejo —contestó el otro.

—¿De quién se trata? —cuestioné esta vez yo—. Quien será la afortunada.

—Bueno, no es nadie especial —comentó bebiendo de su cerveza—. Solo que Lizzie llevará a Aaron, Dave a Nina y Sebastian llevará a una chica también. Seguro Leo y Letitia tienen a alguien a quien llevarán. No puedo ser el único que no lleve pareja.

Me detuve un segundo a repetir ciertas palabras en mi cabeza. De acuerdo. Todos llevarían pareja y estaba bien, pero, ¿Sebastian? La verdad es que me sentí un poco desanimada. No eran celosos posesivos precisamente los que sentía, sino más bien, la sensación de que toda la atención de él se dirigiría en esa chica, con lo mucho que me gustaba charlar con él. Me giré a observarlo sin ninguna expresión, y este se tornó en poco indispuesto, pues al instante dirigió su vista hacía quien comenzó a hablar. Le resté importancia de inmediato y comencé a hacer un examen mental recordando a quien podía invitar a esa cena.

—¿Tú ya sabes a quién llevarás? —me preguntó Dave. Bebí un poco más de mi botella y me reí.

—La verdad es que no sé —me encogí de hombros—. Probablemente no vaya con nadie.

—¿Por qué no vas con el chico de la tienda que te atendió? Le debes una cita —me anima juguetona Letitia. Todos se muestran curiosos para saber la historia y yo solo asiento para dar paso a recitarla—. Pues hay un hombre que atiende una tienda de ropa a la que frecuentamos mucho. Él siempre se acerca a Leo y la trata de maravilla, pero sin ser hostigoso, saben, es genial. Hoy la invitó a salir y ella le dijo que lo pensaría, pero la verdad es que debe decirle que sí.

—¿Es guapo? —pregunta Lizzie.

—Es guapo —colaboré yo—. Pero es un poco más joven que yo. Estoy buscando otras cosas en los hombres ahora. Quizá en esa cena encuentre un buen partido.

—¡No lo dudes! —dijo Sebastian riendo sutilmente. Arqueé las cejas—. ¿Qué tipo de hombres estás buscando, exactamente?

—Vaya pues... hombres de mi edad o un poco mayores, sin hijos, una linda sonrisa, varonil, con estabilidad emocional y económica y preferentemente con una barba deliciosa —contesté con cierto tono de burla, sonriendo ampliamente—. Todo un hombre.