darling ━ sebastian stan

iv. entrañándose

LA PLANIFICACIÓN para el día de mi cumpleaños había concluido. Hoy era el día. Todos mis colegas habían hecho hasta lo imposible por llevar esa fiesta de adultos a un gran festejo. Puedo jurar, que ellos serían los mismos que convertirían esa fiesta íntima en un desparpajo con bailarines exóticos. No me resistí a la idea. Estaba de compras con Chris, quien se había ofrecido a acompañarme para aconsejarme que podía usar para mi noche de fiesta. Caminábamos por los pasillos de la plaza comercial y nos detuvimos a comprar unos conos de helado.

—He invitado a Marina, si no te molesta —me comentó el rubio. Yo me giré a verlo y le sonreí.

—Está bien. De hecho, también invité a alguien —respondí con un poco de duda, con la voz entre los dientes. Chris es uno de los mejores amigos de mi ex y seguramente, puede causarle algún conflicto.

—Oh, ¿de verdad? —cuestiona lazando una ceja y mostrando apoyo—. Es genial ¿quién es?

—Se llama Ben. Trabaja en el mismo edificio que yo. Es un tipo agradable, a decir verdad.

—¿Y están saliendo? —preguntó enseguida. Noté cierto desinterés fingido en esa pregunta, sin embargo, no me quería hundir en una charla incómoda y contesté lo más natural posible.

—Pues no en realidad. Sólo nos estamos conociendo, pero me pareció una buena idea invitar a algunos colegas del trabajo.

—¿Entonces trabaja para ti?

—¡No! —contesté—. Él trabaja en otro departamento. Es una especie de gerente financiero.

—Buen partido, Leo —comentó riendo. Yo dudé un poco pero reí con él—. Estoy ansioso de conocerlo.

Sin duda, él no estaba ansioso por conocerlo. Se encontraba ciertamente celoso por el asunto de su amigo. Le resté importancia. No pretendía amargarme porque mi invitado no les agradara a mis amigos. Y aunque estaba preocupada hacía unas semanas atrás por el que dirán estos mismos, ahora me había quedado claro dejar ese asunto  de lado. Terminamos la fila y compramos nuestros helados. Volvimos a caminar y entramos a una tienda. Chris estaba a un lado mío siempre, ayudando a cargar un par de bolsas y ropa, más no pronunció ninguna palabra más. Buscaba entre toda la ropa y tomé una camiseta satinada con tirantes. Volteé hasta Chris.

—¿Qué te parece esta? —pregunté—. Es linda ¿no?

—Demasiado descubierta a mi parecer —aseguró divagando la mirada hacía otros lados.

—¿Qué dices Christopher? ¿desde cuando importa eso?

—¿Haz visto el pronostico? Hará frío —aseveró. Buscó entre las camisas y eligió una similar, solo que esta tenía cuello de tortuga y mangas largas—. ¿Ves? esta se vería genial con ese saco de detective que tienes.

—He visto el pronostico, ¿de acuerdo? Y de hecho, será una calurosa noche. Creo que llevaré la otra, gracias.

En efecto, compré lo que a mí me pareció buena idea. Chris, se mostró desatento y aunque él no lo admitiera, estaba molesto conmigo. Dejé que se le pasara, ya que por su cuenta se daría que era estúpido estar viviendo en el pasado, rencoroso por las decisiones que se tomaron. Cuando íbamos de regreso a casa, hice lo mismo que él estaba haciendo conmigo; ignorarme. Me concentré en mi celular y me giré sutilmente para darle un poco la espalda. Sin duda, me había molestado porque él se molestó conmigo. ¿Tenía sentido?