v. el viaje

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LAS SIGUIENTES semanas, Eleonora y Sebastian habían intentado pasar tiempo juntos

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LAS SIGUIENTES semanas, Eleonora y Sebastian habían intentado pasar tiempo juntos. Fue un poco imposible, pues ambos eran unos adultos con responsabilidades distintas y de las cuales requerían su tiempo. La enorme ventaja que encontrar —aunque quizá después, se convirtiera en una desventaja—, fue que vivían en el mismo edificio. Sebastian era el que necesitaba más tiempo para su trabajo. A veces se veían por las noches para ver alguna película, mientras ella aprovechaba para prepararle su comida preferida de su país. También a veces Sebastian iba hasta la oficina de su novia y desayunaban juntos.

Siempre encontraban un momento ideal para verse y eso era lo bonito de estar juntos, pues no necesitaban infinitas horas para estar uno con el otro, sino, que aprovechaban aquellos pocos minutos que tenían la oportunidad de brindarse disfrutando de su mutua compañía.

Era domingo por la tarde y habían decidido salir al cine, ya que en esa madrugada ella partía al aeropuerto a tomar un vuelo hasta su país por las fechas decembrina. Pues al final de todo, Eleonora decidió renunciar al café y dedicarse de tiempo completo los fines de semana a su vida personal. También, habían decidido aventurarse a usar su motocicleta como medio de transporte, pues hacía mucho que ella no se montaba en ella.

—Diablos, olvidé bajar tu casco —exclamó Sebastian dándose un leve golpe en la frente—. Iré por el.

—No te preocupes, iré yo —dijo Eleonora adelantándose a correr—. Ya vuelvo —alcanzó a gritar mientras subía las escaleras para llegar más rápido.

Elenora llegó hasta el pasillo y logró distinguir a alguien tocando en la puerta de donde parecía ser el apartamento de Sebastian. Frunció el ceño confundida pero aun así se acercó. La mujer parecía joven. Tenía el cabello rubio por debajo de los hombros, los ojos verdes y rasgos finos. Cuando Elenora se acercó, la mujer de la cual aún desconocía quien era, la miró y logró observar que se encontraba llorando o lo había hecho hacía minutos atrás. Tenía la nariz roja y unas ojeras que se podían distinguir del color blanco de su piel. Se le veía fatal, Eleonora se compadeció y sintió unas tremendas ganas de abrazarla.

—Hola —dijo ella en un tono bajo y amable—. ¿Te puedo ayudar en algo? ¿Buscabas a Sebastian?

—¿Lo conoces? —cuestionó con desdén y con una voz rasposa.

—Si... yo soy su —la mujer no la dejó terminar cuando ella exhaló con fuerza.

—Dile a ese hijo de puta que se presente en la audiencia —ella golpeó en el pecho a Eleonora dejándole una hoja doblada en este. Esto provocó que la mexicana retrocediera por el impacto y la hoja cayera el piso, pues no sabía que el golpe había sido para dejar esa hoja.

La rubia salió echa un desastre, con sollozos extraños en su camino y con zancadas largas. Eleonora se quejó por el dolor de su pecho. Recogió la hoja que se había deslizado hasta el piso y como esta estaba doblada por la mitad, decidió respetar la privacidad que debía. Aun así, en su mente retumbaron las palabras de esa mujer. Se encontraba tan confundida y ansiosa a su vez por darle ese mensaje a Sebastian, que entró corriendo al apartamento por el casco.

darling  ━ sebastian stanWhere stories live. Discover now