i. pánico

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LOS DÍAS en mi país y con mi familia fueron algo extraños

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LOS DÍAS en mi país y con mi familia fueron algo extraños. Me sentía ciertamente triste por el asunto de Sebastian, pues estaba herida y traicionada. No pensé mucho en eso, gracias al cielo, pues mi familia se encargó de mantenerme en constante movimiento y haciendo actividades y eso me hacía sentir feliz, de alguna manera u otra. Me encontraba en la habitación que era mía cuando era pequeña. Hacia mi maleta mientras me movía con mi computador a todos lados. Estaba trabajando; enviando unos correos, enterándome de las nuevas buenas y malas. Ese era mi momento más genuino para volver a pensar en él, en ese tan tedioso tema.

Él, sin embargo por otro lado, no había dejado de insistir. Todos los días me enviaba un mensaje pidiendo cuidarme. En realidad no daba muchas explicaciones y yo tampoco mucho acceso en recibirlas. Un par de veces a la semana me llamaba pero tampoco las acepté. Honestamente, mi comportamiento no era el adecuado. Lo más probable es que lo vaya terminar escuchando, porque aún tengo muchas dudas, pero no ahora. No cuando los sentimientos aún se sienten volátiles en mí.

Es que sencillamente no me cabía en la cabeza como pude confiar en él. Si quiera, como pudo engañarme tan fácilmente. Él dijo unas cosas y la verdad terminó siendo otra muy distinta. No podía dejar de sentirme mal por el asunto. Logré apegarme y quererle mucho, por ende, cada día me llegaba su fugaz recuerdo. Incluso, hasta las cosas más baladíes me recordaban a él.

Me había despedido de mi pequeña familia y había abordado el avión de regreso a mi ciudad, a mi vida normal y cotidiana, a mi trabajo y a mis problemas, Quise quedarme más días, quería hacerlo, pues aún no me sentía estable emocionalmente para enfrentar a Sebastian. Al final de cuentas, tan sólo quedamos en un acuerdo en el cual mi familia me visitaría en mi cumpleaños y eso me llenó de felicidad. Amaba quien era, de dónde venía y todas mis raíces.

Estaba cansada y agotada por las fechas. Había ido a muchas fiestas con mis familiares y amigos regados que tenía por la ciudad. Además en aquellos días de vacaciones, continuaba atendiendo asuntos del trabajo y eso no me dejaba tranquila. Ya en el aeropuerto, me recibió Chris.

—¡Feliz año nuevo atrasado! —musitó el rubio mientras nos dábamos un abrazo.

—Feliz año nuevo Chris —contesté hundida en su pecho, sonriendo de oreja a oreja.

—¿Cómo estuvo el viaje? —cuestionó emocionado una vez separados—. ¿Y cómo está tu madre y tu padre? ¿Tus tíos y sobrinos? ¿Todo en orden?

—El viaje estuvo bien —contesté yo, tomando una maleta y él otra mientras caminábamos hasta el auto—. Venía conmigo una anciana muy agradable que me terminó contando un poco de su vida. Fue interesante y me entretuvo bastante. Mis padres están bien, sólo que mi madre estuvo enferma en navidad de un resfriado. Mi tía tuvo un hijo a sus cuarenta años ¿puedes creerlo? Creo que debo revisar más seguido los grupos familiares —finalicé riendo y Chris hizo lo mismo.

—Eso es genial. ¿Vendrán para tu cumpleaños? Estoy muy ansioso de verlos.

—Ellos también preguntaron mucho por ustedes. Les compraron unos regalos —dije sonriendo. La verdad me encontraba feliz por estar con él de vuelta—. Al parecer mis padres vendrán —aseveré. Nos subimos al coche y partió camino hacia el edificio—. Tenemos que hacer una fiesta en grande.

darling  ━ sebastian stanWhere stories live. Discover now